Toluca, Méx.- A los 19 años de edad, el atletismo sacudió la vida de Margarita Hernández Flores, deportista de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) que por segunda ocasión representará, en la prueba de maratón, a nuestro país en unos Juegos Olímpicos, en Paris 2024, y que en ese entonces tenía el sueño de ser jueza en el Tribunal Superior de Justicia del Estado de México.
“Ese era mi sueño cuando empecé a estudiar Derecho y trabajaba en ello. Ahí hice mis prácticas profesionales, en el área de amparos, y estaba muy a gusto; sin embargo, el deporte dio un giro de 360 grados a mi vida”, confesó la originaria de San Andrés Cuexcontitlán, municipio de Toluca, Estado de México.
El pasado 3 de diciembre, el día de su cumpleaños número 38, Mago o Maguito, como la conoce la comunidad universitaria, consiguió su clasificación a Paris 2024, con un tiempo de 2:25.54 en el Maratón de Valencia.
Margarita Hernández Flores se considera una amante del deporte. “Si pudiera practicarlos todos, lo haría con mucho gusto”, dijo. También considera que es sumamente cumplida, ordenada y disciplinada.
Es Licenciada en Derecho, Maestra en Gestión Organizacional, Especialista en Género, Violencia y Políticas Públicas por la UAEMéx y maestrante en Ciencias Aplicadas al Deporte por la Universidad Anáhuac.
Su tesis de licenciatura fue la base para el reconocimiento de la cultura física y el deporte universitario como un derecho en la Universidad Autónoma del Estado de México.
Desde 2016 forma parte de la Dirección del Deporte Universitario de la UAEMéx, realizando trabajo administrativo, y apoya, en la parte técnica, al entrenador universitario de atletismo José Socorro Neri Valenzuela.
En su infancia nació la pasión por el deporte
Mago refirió que fue durante la niñez cuando nació su pasión por el deporte. “Mi infancia fue divertida, maravillosa, fantástica. Vivía en una zona rural y tenía mucho campo para jugar y correr con mis hermanos, para andar en bicicleta, jugar a los ponchados, trepar árboles y saltar la cuerda”.
Relató que en la primaria competía en eventos de saltar la cuerda y en la secundaria se involucró con la práctica del basquetbol, el fútbol y el voleibol. Todos los días practicaba algún deporte como parte de una necesidad física y emocional.
“Esas fueron mis bases y cuando me integré a la práctica del atletismo me resultó muy fácil, ya que además siempre fui muy competitiva. Desarrollé capacidades muy rápido y no me costó trabajo adaptarme a la disciplina que me exigió la práctica de este deporte”, dijo.
Desde que estudiaba la secundaria trabajaba y dividía sus tiempos entre el estudio y el trabajo. Trabajó en una zapatería, en una cafetería y en una maquiladora de peluches, pegando ojitos a los ositos.
Cuando tenía 19 años la invitaron a participar en una carrera organizada por el Gobierno del Estado de México, en Valle de Bravo, y cuya inscripción era gratis. Recordó que a pesar de haber participado con unos tenis que no eran adecuados para correr, ganó el primer lugar de su categoría y un premio en efectivo.
Entonces, afirmó, empecé a investigar sobre el sistema competitivo del atletismo y me di cuenta que podrían pagarme por hacer algo que me había gustado, así que dejé de trabajar y me puse a buscar entrenador.
Así fue como llegó a la Universidad Autónoma del Estado de México, con el entrenador José Socorro Neri Valenzuela, con quien, por allá de 2004, inició su preparación en el atletismo.
De cepa verde y oro
A la UAEMéx llegó con la visión de ser deportista, pero nunca había competido en pista. La primera pista en la que corrió fue en la del Estadio Universitario “Alberto ‘Chivo’ Córdoba”. Pronto clasificó a Universiada Nacional y luego vinieron muchas cosas para ella.
“Inicié mis estudios en la Licenciatura en Derecho, ya que para el profe Neri es muy importante que quienes entrenamos con él tengamos una carrera, para tener una alternativa que nos permita enfrentar una lesión o cuando termine nuestra trayectoria en el deporte”, sostuvo.
A mi primera Universiada Nacional, abundó, me mandaron en avión y yo nunca me había subido a uno. Representé a la UAEMéx y a México en varios eventos nacionales e internacionales y me gustaba mucho el ambiente. Entonces, dijo, me preguntaba cómo es que el deporte, además de salud, te puede dar tantas cosas.
En 2010, a los 24 años de edad, Margarita decidió dar el salto al deporte de alto rendimiento y en 2011, cuando la UAEMéx fue sede de la Universiada Nacional y ganó tres medallas de oro, en 5 mil metros, 10 mil metros y medio maratón, consideró oportuno iniciar la aventura, decisión que comunicó a Neri Valenzuela e iniciaron la preparación.
Sin embargo, con Hugo Valdés Martínez, su esposo, deseaban ser padres, y a pesar de lo apretado de su calendario deportivo, en 2012 hizo una pausa para cumplir este sueño. Máximo, su hijo, nació en febrero de 2013 y en cuanto pudo, Margarita reanudó su preparación, que culminó con su clasificación a los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Antes, en 2014, compitió en los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe, que se realizaron en Veracruz, México, donde logró el oro en el maratón femenil e impuso record centroamericano. Luego, en 2015, compitió en los XVII Juegos Panamericanos, en Toronto, y en Houston, con un tiempo de 2:29, clasificó a Río 2016.
“La relación con mi esposo, quien falleció en 2021, fue maravillosa y en el proceso de este ciclo olímpico fue fundamental. Él atendía a Máximo. Cuidaba mucho mi estabilidad emocional, mi salud física, mi alimentación, mi descanso y siempre me dio libertad para hacer lo que quería. Generalmente exagero la disciplina y él era muy alegre y divertido. Eso equilibraba mucho nuestra relación. Fue un ser humano increíble y maravilloso”, manifestó.
Después de los Juegos Olímpicos de Río, contó, me lesioné y, por supuesto, no es fácil aceptarlo. Entonces es cuando cuenta mucho el apoyo de la familia y amigos. A mi regreso, clasifiqué a los Juegos Panamericanos de Lima 2019 y luego vino la ruptura de otro tendón y otra operación.
En 2020, continuó, regresé para buscar la marca para Juegos Olímpicos e hice una muy buena preparación, pero llegó la pandemia y una semana antes suspendieron el evento en el que buscaría la clasificación para Tokio 2020. “Habíamos hecho una preparación extraordinaria. Habíamos invertido mucho tiempo y dinero, pero ante lo inevitable, decidí dedicarme a mi hijo y a mi esposo”, dijo.
“A finales de 2019 ya no hice campamento y entonces supe nuevamente lo que era una Navidad en familia. Los atletas de alto rendimiento sacrificamos muchas cosas.
No sufres porque te gusta, pero eso no implica que no haya sacrificios. Castigamos mucho las relaciones humanas y familiares. Afortunadamente, mi familia se ajusta mucho a mis tiempos y me hacen mucho más llevadero el proceso deportivo”, dijo.
Disfruto lo que hago, indicó, pero cuando participas en un evento como los Juegos Olímpicos sí llevas a todo el país a cuestas. En lo personal, considero que si existe un gran compromiso social y es entonces cuando las muestras de apoyo y cariño suman.
Ahora, la prioridad de Margarita Hernández Flores son los Juegos Olímpicos de Paris 2024, el próximo mes de agosto, y luego de ello planea el retiro del deporte de alto rendimiento. “El deporte de alto rendimiento es muy exigente y tiene que terminar en algún momento. Tengo 38 años y me siento con una gran capacidad física, pero me quiero retirar por la puerta grande, en París 2024. Seguiré en la práctica deportiva, seguiré compitiendo, pero de manera más recreativa, sin tanta exigencia”, aseguró.
Después de París, abundó, me gustaría continuar retribuyendo a mi universidad desde la parte administrativa, así como dar clases en la Licenciatura en Cultura Física y Deporte, en la materia de Derecho Deportivo. “Esos son mis planes, pero quizá los resultados y mi cuerpo me pidan otro ciclo olímpico”, dijo.
Finalmente, aseveró que no es fácil y barato hacer un ciclo olímpico. “No es fácil llegar a unos Juegos Olímpicos, dar una marca. Económicamente es mucha inversión. Afortunadamente, el apoyo de la UAEMéx siempre ha estado vigente.
Estoy muy agradecida con la universidad porque me ha dado mucho de lo que soy. Me ha dado una profesión, un deporte, estabilidad emocional y económica para poder tener una vida plena como profesionista, como deportista y en mi vida personal”.