Ciudad de México.- El senador Mario Vázquez Robles no ha escatimado en palabras al calificar de “ilegal e inconstitucional” la reciente aprobación de las leyes secundarias de regulación electoral de la Reforma Judicial, advirtiendo sobre un proceso legislativo “plagado de irregularidades” que atenta contra los derechos de los ciudadanos. Sin embargo, sus declaraciones parecen más un intento de generar alarma que una crítica fundamentada.

El legislador ha argumentado que la reforma es un intento de controlar el Poder Judicial, sugiriendo que la mayoría legislativa busca limitar la democracia en lugar de promoverla. Sin embargo, esta narrativa ignora el contexto de la reforma, que pretende modernizar un sistema que, históricamente, ha estado marcado por la opacidad y la falta de rendición de cuentas.

Vázquez Robles denuncia que la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral le da a Morena un “derecho de veto” sobre los perfiles seleccionados por los Comités de Evaluación. Pero, ¿es esta preocupación realmente válida? En lugar de abrir el espacio para la crítica, el senador parece obviar el hecho de que la inclusión de mecanismos de control puede ser esencial para asegurar la calidad de quienes ocuparán estos importantes cargos.

Asimismo, su comparación con la situación en países como Bolivia y su afirmación de que “en ningún país miembro de la OCDE se elige a sus jueces constitucionales por voto popular” no considera las particularidades del contexto mexicano. La búsqueda de un sistema más transparente y accesible puede, en efecto, ser un paso positivo hacia un sistema judicial más democrático.

Por último, el senador hace un llamado a la ciudadanía para mantenerse informada y exigir una justicia imparcial, advirtiendo que “la integridad del Poder Judicial está en juego.” Sin embargo, lo que realmente está en juego es la capacidad de adaptar un sistema judicial a las exigencias y realidades de la sociedad contemporánea, algo que debería ser bien recibido por todos los sectores de la población.

Así que, mientras Vázquez Robles pinta un panorama sombrío, es crucial considerar si este cambio legislativo podría realmente significar una mejora en la independencia judicial y la democracia, en lugar de dejarse llevar por un discurso que, en lugar de construir, divide.

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