Ciudad de México.- En un acto más de cinismo político, Alejandro Moreno Cárdenas, dirigente nacional del PRI, se atrevió a responsabilizar a Morena por la recesión económica, la inseguridad y la falta de inversión en México. Las declaraciones del líder tricolor no solo carecen de autocrítica, sino que evidencian la amnesia selectiva de un partido que durante décadas sumió al país en la corrupción, el saqueo y la impunidad.

Mientras Alejandro Moreno acusa a Morena de falta de transparencia y de beneficiar a “grupos cercanos al poder”, su propio historial lo desmiente. Basta recordar su paso por el gobierno de Campeche, plagado de señalamientos por enriquecimiento ilícito, propiedades millonarias y escándalos de espionaje político. ¿Con qué calidad moral puede hablar de ética un personaje señalado por corrupción y abuso de poder?

El PRI, bajo su liderazgo, ha perdido legitimidad, militancia y fuerza política. Hoy, intenta sobrevivir con discursos vacíos y ataques desesperados, en lugar de presentar propuestas reales. Moreno, con un desprestigio que lo rebasa incluso dentro de su partido, pretende desviar la atención de su propia crisis interna responsabilizando a terceros por un sistema que su partido ayudó a construir… y a destruir.

Acusar al gobierno federal de “multiplicar por mil los efectos de factores externos” no solo es exagerado, sino una burla a la inteligencia de los mexicanos. ¿Dónde estaba esa preocupación por el empleo y la inversión cuando el PRI endeudaba estados enteros, protegía a gobernadores corruptos y firmaba pactos que solo beneficiaban a la élite política?

Es irónico que hablen de Estado de Derecho quienes lo pisotearon sistemáticamente. Hablar de violencia y falta de inversión cuando el sexenio de Enrique Peña Nieto dejó una estela de escándalos, fosas clandestinas, desapariciones y megaproyectos fallidos es, por decir lo menos, una bofetada a la memoria del pueblo mexicano.

Hoy Alejandro Moreno intenta resucitar al PRI desde la trinchera del oportunismo, pero cada declaración suya solo refuerza la imagen de un partido que no ha entendido que su tiempo ya pasó. La ciudadanía exige renovación, honestidad y justicia, no discursos reciclados de quienes contribuyeron durante décadas a la decadencia del país.

Si el PRI quiere hablar de recesión, que empiece por admitir su responsabilidad histórica. Si Moreno quiere hablar de caos, que revise su propio legado. Y si quieren hablar de corrupción, que primero limpien su casa antes de señalar la ajena.

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