Por. – Benjamín Bojórquez Olea.

Guasave: las flores del engaño…

Dicen que con la misma vara serás medido, pero en la política mexicana esa vara parece elástica, manipulable, y profundamente selectiva. La reciente controversia que envuelve a la administración de la alcaldesa de Guasave, Cecilia Ramírez, no solo revela indicios de corrupción, sino que pone a prueba —una vez más— la coherencia moral y legal de las instituciones que dicen regirse por la justicia.

¿Será tratada Cecilia Ramírez con la misma severidad que los alcaldes de Mazatlán, Culiacán y Ahome? ¿O veremos una nueva función del circo político donde los actores principales se intercambian máscaras según les convenga, mientras el telón de la impunidad se mantiene firme?

El caso del Instituto Municipal de las Mujeres en Guasave es, sencillamente, grotesco. Un espacio creado para la defensa de los derechos femeninos terminó siendo —según múltiples denuncias— una trinchera de abuso, acoso laboral, y despilfarro. El colmo del absurdo: gastar 127 mil pesos en flores para el Día Internacional de la Mujer. ¿Celebramos a las mujeres con flores bañadas en sobreprecio, mientras se despide a trabajadoras con argumentos que huelen más a venganza que a razón?

Kena Leyva Camacho, que por cierto, el día de ayer se separó del cargo como titular de la dirección del Instituto Municipal de las Mujeres, tras los escándalos no solo por malas prácticas administrativas, sino por violencia psicológica contra su propio equipo. Y lo peor: la alcaldesa Cecilia Ramírez responde como quien lanza un bostezo ante un incendio. “Que lo comprueben”, dice, como si gobernar fuera un juego de póker y no una responsabilidad ética y legal ante un pueblo que exige rendición de cuentas. Sin embargo, no pudo sostenerla.

La filosofía antigua hablaba de la areté, la excelencia moral que todo servidor público debería encarnar. Hoy, en Guasave, la excelencia se mide en facturas infladas y en el silencio cómplice. Y mientras tanto, ¿dónde está la fiscalía?, ¿dónde está el Congreso local?, ¿dónde están esos discursos que prometían que el cambio venía con todo? Porque cuando se trata de castigar al adversario político, las investigaciones vuelan de manera indómita. Pero cuando el escándalo brota de las filas propias, se impone el letargo burocrático, la “prudencia” institucional y la calculadora política.

Es momento de decirlo con todas sus letras: si Cecilia Ramírez no es sometida al mismo escrutinio, con la misma dureza y sin contemplaciones, estamos frente a una hipocresía monumental. No hay feminismo posible cuando se normaliza la violencia contra las trabajadoras. No hay justicia posible cuando se protege a quien abusa del poder. Y no hay democracia posible si seguimos tolerando que el fuero político se convierta en una muralla de impunidad.

La ciudadanía no exige venganza, exige coherencia. Porque si el Estado solo aplica la ley cuando le conviene, entonces no estamos frente a un Estado de Derecho, sino ante un Estado-espectáculo, donde la justicia es un acto teatral y los culpables se escogen por conveniencia y no por evidencia. En este circo institucional, los discursos de transparencia son meros telones, y la vara de la ley se convierte en un cetro que premia a los aliados y castiga a los enemigos.

GOTITAS DE AGUA:

En Guasave, como en muchos otros rincones del país, no se está jugando solo una presidencia municipal: se está poniendo a prueba la honestidad del sistema entero. Y si no se mide a todos con la misma vara, llegará el día en que la vara se rompa en las manos del pueblo. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos el lunes”…

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