“Cuando Javier Duarte era el candidato al gobierno de Veracruz, le preguntamos qué haría con la deuda que le había dejado Fidel Herrera al estado. Es muy simple, nos dijo, como no la podemos pagar, vamos a patear el bote para el próximo gobierno.” Jorge Fernández Menéndez, periodista y escritor argentino
Esta frase resume en pocas palabras lo que ha hecho la clase política, PATEAR EL BOTE, con muchos temas, pero especialmente con la problemática que aqueja a los habitantes de la zona sur de nuestro Estado, donde los gobiernos municipales son débiles estructuralmente y los grupos criminales formaron un narco-gobierno, que duró décadas coludido con las autoridades de los tres niveles del gobierno.
Esto no lo digo yo, lo dijo en la conferencia de prensa de la mañanera el secretario de seguridad pública del gobierno federal Omar García Harfuch. Quien, dicho sea de paso, ha demostrado su particular forma de hacer las cosas.
Otro factor que debemos tomar en cuenta, es que el operativo no fue totalmente decisión de las autoridades mexicanas, tiene su origen a partir de las órdenes ejecutivas firmadas por Donald Trump en su primer día como presidente, donde anunció en enero de este año, se designaría a una serie de carteles mexicanos como “organizaciones terroristas extranjeras”. A través de un documento firmado por el secretario de Estado, Marco Rubio, se consideró tratar, -además de otros carteles-, bajo este concepto a La Nueva Familia Michoacana. Pero los medios nacionales y locales daban cuenta, desde hace años, de las aventuras del pez y del fresa, presuntos líderes de este cartel, lo cual se hizo casi una caricatura de estas actividades y los ciudadanos que se quejaban eran callados por el principio del silencio mafioso a través de la intimidación hacia sus familias. Erradicar las profundas raíces que los carteles en todo el país, pero particularmente La Nueva Familia Michoacana mantiene aún en esa parte del Estado de México, será una batalla larga y violenta. Es demasiado el dinero que está en juego.
Sin embargo, lo verdaderamente preocupante es que de fallar los intentos que se están haciendo en todo el país, -desde mi punto de vista-, tendría dos riesgos reales: Una ruptura fuerte al interior de la coalición gobernante (lo cual ya comenzó con el caso de Tabasco) o un golpe sobre el escritorio de Donald Trump que ha deslizado la posibilidad de mandar fuerzas especiales a llevarse gobernadores morenistas ligados con el narco.