Por. – Benjamín Bojórquez Olea.

Alito, el gravedigger del tricolor…

¿Saben quién es Alejandro “Alito” Moreno? El dirigente nacional del PRI que se autoproclama defensor de la oposición, pero que en realidad se ha convertido en su verdugo. El hombre que heredó un partido con historia y lo transformó en caricatura de sí mismo, en botín personal y en vehículo de su propia supervivencia política.

La biografía política de Alejandro Alito Moreno es una radiografía del cinismo: empezó a los 23 años como diputado federal y desde entonces jamás soltó el hueso. Senador, diputado, gobernador de Campeche y finalmente líder nacional del tricolor. La carrera perfecta… para alguien que confunde servir al pueblo con servirse del poder. Durante su gubernatura, la opulencia fue más rápida que sus justificaciones: una mansión de 46 millones de pesos frente a un salario oficial que no alcanzaba ni para la cochera.

Y luego llegaron los audios. Laida Sansores destapó grabaciones que exhiben al dirigente hablando sin tapujos de comprar periodistas, extorsionar empresarios y sembrar miedo. ¿Qué hizo Alito Moreno? El guión de siempre: victimizarse y gritar “persecución política”, pero nunca aclarar las palabras que lo delataban.

El saldo bajo su mando es demoledor: 11 gubernaturas pérdidas, bastiones históricos pulverizados y un partido reducido a simple comparsa. Mientras tanto, Alito Moreno se reelige, se aferra al poder y busca prolongar su dirigencia hasta 2030, como si el PRI fuera patrimonio privado, peor aún, ver si si el PRI y su desvergüenza milagrosa se repone para el siguiente proceso federal.

Pero lo verdaderamente insultante es la incoherencia: un día aliado del PAN y PRD, al siguiente votando reformas que fortalecen a Morena. Su palabra vale lo mismo que su credibilidad: nada. El PRI bajo “Alito” no tiene ideología, tiene dueño. Y ese dueño es él.

La pregunta es inevitable: ¿esto es lo que representa la oposición en México? ¿Un político que lleva casi tres décadas viviendo del erario, perfeccionando el arte de la simulación? Alejandro Moreno no es una excepción, es el espejo sucio de un sistema que presume renovarse, pero que sigue operando con los mismos vicios: traiciones, pactos en lo oscurito y un apetito insaciable por el poder.

GOTITAS DE AGUA:

Si alguien encarna la decadencia del PRI es “Alito”. No es líder ni estratega. Es, simple y llanamente, el sepulturero de su propio partido. Y lo más vergonzoso: todavía hay quienes aplauden mientras echa la última palada de tierra. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos mañana”…

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