Por: Lalo Porras Ortiz.

*El mejor negocio: EL ODIO Y EL RENCOR.
*Siguen apareciendo los robos del AMLO.
*PAN sin rumbo.
*PRI dormido.

Hola amigos fieles y lectores que si saben, aquí mi entrega.

El odio, el rencor, la sinrazón, se ha convertido en el nuevo negocio del siglo XXI.

No se extrae de la tierra, sino del alma humana; no contamina el aire, sino la conciencia colectiva.

Hoy se comercia con resentimientos, se manipulan emociones y se fabrican enemigos a la medida de cada electorado.

Los líderes autoritarios, los magnates digitales y los mercaderes de la indignación descubrieron que el enojo vende más que la razón, y que dividir siempre rinde más que unir.

Vivimos en una época donde la cólera, el rencor y la sinrazón han sido institucionalizadas.

Los que hacen de esta nueva “política” ya no busca convencer, sino provocar.

Los discursos de odio funcionan como la gasolina de una maquinaria que no puede detenerse, porque su poder depende precisamente de mantener a la gente enojada.

Lo grave es que ese fuego no solo arde en las plazas públicas: se ha filtrado en nuestras conversaciones, en nuestras redes, en nuestras familias.

El odio, el rencor y hasta la venganza, aunque parece unas emociones simples, tiene raíces profundas.

Nace de las heridas no curadas, de los desprecios, del miedo a ser irrelevantes.

Por eso es tan fácil de manipular: quién promete redimir el agravio —real o imaginario— gana devotos, no solo votos.

Así, la política convierte al ciudadano en militante de una causa emocional, y al adversario en enemigo existencial.

Como en el mito persa de Zaratustra, la lucha entre el bien y el mal se traslada al terreno de lo humano: “nosotros los buenos”, “ellos los malos”.

Esta simplificación es rentable.

Los algoritmos de las redes sociales lo saben bien: mientras más indignación generen, más tiempo pasamos frente a la pantalla, más anuncios se venden, más dinero se gana.

Las plataformas no están diseñadas para fomentar el entendimiento, sino para amplificar el conflicto.

Tratas un tema de amor, de buenas voluntad, de fe o simplemente de amistad, no hay nada, lo pasan de largo.

Tratas temas de rencor, odio, señalamientos feroces, y hay muchas reacciones.

Su lógica es tan sencilla como perversa: un “me enoja” vale mucho más que un “me gusta”.

La economía digital vive del enfrentamiento, no del acuerdo.

En política ocurre lo mismo.

Los líderes que apelan al miedo y a la furia consiguen adhesiones rápidas.

¿Les recuerda las mañaneras?

Regresan a sus seguidores a una especie de infancia emocional, donde el mundo se divide entre quienes obedecen y quienes amenazan.

“No odias lo suficiente”, parecen decir, empujando a las masas a abrazar la hostilidad como forma de identidad.

NO GOBIERNAN CON IDEAS, SINO CON ENEMISTADES.

NO GOBIERNAN PARA UN PAÍS, SINO PARA LOS SUYOS.

LOS APLAUSOS DE SUS SEGUIDORES DICEN MÁS QUE UNA ACCIÓN A FAVOR DE LA SOCIEDAD.

Y cuando el resentimiento se institucionaliza, la democracia se convierte en una arena de gladiadores donde la verdad muere a manos del espectáculo.

La ira, usada como herramienta de poder, destruye el diálogo.

Lo sustituye por la consigna. Pero un país no se construye desde el grito, sino desde la palabra.

Recuperar la confianza en los demás —esa virtud civil hoy desprestigiada— es un acto de resistencia política.

Frente al ruido de las redes y las arengas incendiarias, necesitamos recuperar la conversación serena, la empatía, la capacidad de disentir sin odiar.

Hay quienes odian sin saber quién es…

El desafío es enorme: desactivar una maquinaria que lucra con nuestra rabia.

Pero el periodismo, la educación y la ciudadanía consciente tienen una tarea irrenunciable: devolverle valor al pensamiento sobre la emoción, al diálogo sobre la consigna, al argumento sobre el insulto.

¿SE PODRÁ?…

Porque el odio, aunque parezca una emoción poderosa, es en realidad una forma de esclavitud.

Y solo quién renuncia a odiar comienza verdaderamente a ser libre.

Por cierto, uno de los más rencorosos y odiadores de nuestra historia Mexicanas y que vivió por 6años en un palacio, cada día, se conoce más sobre la corrupción de el, su familia, sus colaboradores y el sistemático encubrimiento.

Por otro lado, el Partido Acción Nacional realizó la presentación -con marcha y acto- de su “relanzamiento” como partido político.

Un componente de aliento para sus militantes y simpatizantes es que está vivo y en las mentes del círculo rojo y, tal vez, un poco más, pues la crítica proviene tanto de quienes simpatizan con el partido oficial, como de quienes no simpatizan con Morena, e incluso señalan su derrotero de populismo autoritario.

Al PAN parece pedírsele que durante la mañana logre recuperar la confianza que tuvo de espacios sociales no partidistas y para la tarde la reorganización para postular propuestas programáticas y candidaturas viables frente a la concentración del poder presidencial.

¿Es pertinente la exigencia? Sí.

¿Son razonables los juicios del aquí y ahora y del todo ya? No.

Es necesario y, desde luego, válido, evaluar el paso dado por ese partido. Hay vacíos; hay obscuros; hay interrogantes.

Sin embargo, hay reconocimiento del retroceso experimentado y voluntad de movimiento.

Es el comienzo para ir a las interrogantes: ¿hacia dónde?, ¿cómo?, ¿con quién?, ¿con qué estrategias? y ¿para qué?

Si históricamente el PAN ha sido algo en el sistema de partidos, es su carácter de formación política opositora.

Y como tal, ha asumido tanto el papel de la crítica al gobierno en turno, como el de la opción viable para asumirlo; en su trayectoria hay experiencias de confrontación, contención, moderación, acuerdo y consenso.

En el PRI, ellos perdiendo en tiempo en otros asuntos muy personales…

Yo solo diría, en Morena tocan puerta, se empolvan, el PAN no le gusta y solos no les veo futuro, en PRI, tienen que volver a sus principios y salir ahí a convencer.

Gracias por leerme, ¡hasta la próxima.
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