Por Angélica Rangel
Tal como mencione en la parte pasada de este recorrido, los dramas de rancherías y haciendas comenzaban a perder importancia dentro del cine ya que, la modernidad avanzaba rápidamente en el México del siglo pasado y ahora es momento de avanzar.
Películas taquilleras como “¡Ay, qué tiempos, señor don Simón!” (1941), de Julio Bracho y con la participación de la actriz Mapy Cortés, Joaquín Pardavé y Arturo de Córdoba. Con una aceptación similar por parte del público, “Cuando los hijos se van” (1941) de Juan Bustillo Oro, ofreció un relato cuya protagonista era Sara García y Joaquín Pardavé, en el que Raymundo se ve afectado por las calumnias de su hermano José, al ser acusado injustamente de robo, hecho que genera el repudio del padre, y más tarde el de su novia. Sin embargo, la única que nunca perdió la fe fue su madre, doña Lupita.
Ya superada la mitad de la década, Campeón sin corona (1946), bajo la dirección de Alejandro Galindo, llegó a los cines del país. La narración parte de la trayectoria del pugilista Roberto “Kid Terranova”, quien pasó de ser un humilde nevero a debatirse grandes títulos en el ring. Sin embargo, su reto más grande llega cuando tiene que enfrentar al peleador estadounidense Joe Ronda. Para ese entonces, este filme logró el reconocimiento nacional al ser condecorado con cuatro Premios Ariel durante su primera edición en 1947.
En ese mismo año, la filmación de “Nosotros los pobres” llegaba a su fin (1948), de la mano de Ismael Rodríguez. La película centra su relato en la pobreza de los barrios más pobres de la ciudad con personajes que se convirtieron en referentes de la identidad de los habitantes de suburbios capitalinos. El filme comienza cuando dos niños encuentran un libro en el que descubren la historia de una comunidad pobre ubicada en la Ciudad de México. Ahí viven los personajes de nuestra historia, entre ellos el carpintero Pepe “El Toro”, su hija “Chachita”, su madre, y su pareja apodada “La Chorreada”. El conflicto se desarrolla cuando Pepe es injustamente acusado de asesinato, pero siempre cuenta con el apoyo del barrio. Del mismo modo, en esta historia destacan otros personajes que se proyectan como sujetos marginados que habitan las calles, tal como “La tostada”, encarnada por Delia Magaña, y “La Guayaba” (Amelia Wilhelmy). Al año siguiente, se estrenó la secuela “Ustedes los ricos” (1948), donde Pepe está casado con “La Chorreada” y “Chachita” conoce a su verdadera abuela, una mujer adinerada, que busca alejarla del barrio e insertarla en una vida totalmente distinta. Además, “El tuerto”, quien es el verdadero culpable del asesinato del que se le acusó a Pepe, escapa de prisión y en venganza causa un incendio en el que muere “El torito”, hijo del carpintero.
Uno de los aspectos más reconocidos en cuanto a la personalidad que proyectaron los personajes de estos relatos fue el sentido de solidaridad ante lo adversidad, señal que se encuentra también en “Salón México” de 1949, dirigida por Emilio Fernández. La narración comienza en el ambiente del cabaret en el que trabaja Mercedes Gómez (Marga López) para ofrecer una buena educación a su hermana menor, Beatriz (Silvia Derbez). El curso de la historia de un giro repentino cuando Mercedes junto a su jefe Paco (Rodolfo Acosta), ganan un concurso de danzón y éste pretende quedarse con el dinero, por lo que la mujer decide robar el dinero.
Estamos en la década de los cincuentas, y “Víctimas del pecado” (1951), es uno de los primeros estrenos importantes. Aquí una cabaretera llamada “Rosa” es forzada a deshacerse de su recién nacido, por lo que su compañera “Violeta”, interpretada por Ninón Sevilla, recoge al niño para criarlo. Los dos viven bajo el cuidado de Rodolfo, dueño del cabaret. El caos alcanza su punto máximo cuando Santiago, el hombre responsable de despojar a la madre de su bebé, mata a Rodolfo.
Vemos claramente como las temáticas comienzan a cambiar de rumbo, las rancherías quedaron olvidadas para atraer al espectador a otro momento del país. Muchos temas se abordaron en este tiempo de esplendor, pero como siempre… Eso es tema de otro sábado.