Por Estefanía Antonio

Hace 10 años, Jesús Nieto tuvo un accidente automovilístico que lo llevaría a necesitar un nuevo riñón. Después de tres años de trámites, consultas y hemodiálisis diarias, en mayo por fin se sometería al trasplante, pero la crisis sanitaria por COVID-19 provocó la cancelación del procedimiento.

“Todo estaba listo para mayo, ya solamente asistiría a mi última consulta junto con mi hermano que es quien me donará uno de sus riñones, pero por la pandemia simplemente nos dijeron que se cancelaba y no nos han vuelto a decir nada”, comentó en entrevista Jesús Nieto.

Pero, así como Jesús, hay miles de personas afectadas por la suspensión temporal de trasplantes de órganos. La Secretaría de Salud (SSA), junto con el Centro Nacional de Trasplantes (CENATRA), anunció al inicio de la contingencia sanitaria la suspensión de cirugías de trasplantes de órganos no urgentes como medida de prevención contra la propagación de COVID-19 a donadores, personal médico y receptores.

Una pausa repentina

Según datos del CENATRA, tan solo en el primer trimestre del 2020, se registraron 23 mil 381 personas a la espera de un órgano que pueda salvar su vida. De estas, 17 mil 69 esperan un riñón, lo que lo convierte en el órgano más solicitado del país.

“Decidimos que mi único hermano me donaría uno de sus riñones y durante casi año y medio estuvimos yendo y viniendo a consultas, ya estaba todo listo y ahora estoy preocupado no solo por mi trasplante, también lo estoy por no contagiarme de coronavirus”.

Jesús Nieto vive en Jiquipilco, municipio del Estado de México, es maestro de secundaria y lleva al menos 4 años hemodializándose en su hogar, donde su esposa Azucena, le ayuda todos los días a sanitizar el lugar donde realizan el procedimiento.

Una diálisis o hemodiálisis renal elimina los residuos de la sangre cuando los riñones ya no pueden hacer su trabajo, por tanto, permite a los pacientes realizar su vida de forma “normal”, mientras están a la espera de un trasplante de riñón. Sin embargo, como todo procedimiento médico, este debe realizarse bajo estrictos parámetros de limpieza, los cuales se han intensificado con la llegada de la pandemia.

“Somos mucho más cuidadosos cuando salimos. En mi caso debo ser el doble que la gente que no está enferma porque pertenezco a un sector muy vulnerable”, mencionó Jesús, quien contó también que a pesar de la contingencia cada semana debe asistir a una consulta de rutina semanal al Centro Médico ISSEMYM Toluca, pero no hay nueva fecha para su trasplante.

No obstante, la decisión de cancelar temporalmente las intervenciones de esta índole se debe a que aquellas personas que están a la espera de un órgano cuentan con un sistema inmune debilitado, por lo que de contagiarse de COVID-19, tendrían un porcentaje mucho menor de superarlo.

Según datos de la Secretaría de Salud, a nivel nacional, 60 pacientes con trasplantes o que recibieron un nuevo órgano se han contagiado de coronavirus y el 30 por ciento han fallecido, es decir 18. 

Pero para los pacientes que están en espera de un trasplante de órgano, la realidad en México ya era desalentadora desde antes de la pandemia; porque como menciona Jesús Nieto, “o te mueres esperando un riñón o consigues a un donante vivo”.

Y es que, según las estadísticas, al menos un 80 por ciento de los pacientes que están en lista de espera fallecen esperando su órgano debido a la gran demanda y poca cultura de donación que existe en el país.

“Si, yo estaba en la lista de espera, pero pasaron años y como mi situación no es de “extrema urgencia”, nunca me contactaron […], pasó el tiempo y ahora es cuando más necesito el trasplante, me siento estable pero bastante debilitado”, explicó Jesús.

Suspendidos hasta nuevo aviso

La contingencia sanitaria por COVID-19 ha generado que los pacientes en espera de un órgano se encuentren en una situación de mayor desventaja, ya sea porque son personas con un mayor estado de vulnerabilidad al virus o porque sus cirugías han sido suspendidas o aplazadas.

Ante los hechos, el Sector Salud emitió el pasado 1 de abril, lineamientos avalados por la Comisión Coordinadora de los Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad, y el Centro Nacional de Trasplantes donde se explica que solo pacientes urgentes podrán ser sometidos a una operación de este tipo.

“Mientras se mantenga la suspensión temporal de la actividad, sólo se considerará la realización de trasplantes en casos de urgencia nacional (hígado y corazón) y asignación prioritaria (riñón y córnea)”, menciona el documento titulado Recomendaciones al subsistema nacional de donación y trasplantes sobre la infección asociada al SARS-CoV-2 (Covid-19).

Esta recomendación frenó la mayoría de los trasplantes y se considera que aquellas intervenciones a realizarse de urgencia tampoco podrán ser ejecutadas en caso de que exista la sospecha o confirmación de COVID-19 hasta un período de al menos 21 días desde la resolución de los síntomas. Asimismo, si no hubiera posibilidad de realizar la prueba, tampoco procedería la operación.

“Esta situación empeora nuestra condición, muchos morirán esperando un órgano, otros porque es peligroso hacer el trasplante o porque se nos cancelaron las operaciones, pero ¿quién nos escucha? ¿qué podríamos hacer?”, explicó finalmente Jesús.

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