Latitud Megalópolis | Jafet Rodrigo Cortés Sosa

De alguna u otra forma la ficción proyecta la realidad humana, en las múltiples situaciones que vivimos como especie desde las distintas latitudes terrenales. Nuestros sueños, aspiraciones, hasta nuestras peores fobias.

El título de esta columna, proviene de uno de los personajes más icónicos a nivel mundial, una criatura temible y emblemática construida desde el imaginario japonés, y heredada a toda la tierra: Godzilla.

En la ficción, el lagarto ancestral representaba un balance en la tierra, así como una barrera de contención contra los demás “kaiju” o Titanes que existían, y en algunos casos, que buscaban ocupar su lugar como Rey de los Monstruos.

Si utilizamos a este personaje para interpretar la realidad nacional, podemos entender desde otro ángulo el riesgo que representó el momento en que el presidente Andrés Manuel López Obrador -un señor de 67 años con problemas de hipertensión- dio positivo a la prueba de COVID-19.

La escena nos arrojaba un futuro catastrófico, que hacía que muchos opositores y algunos aliados actuales del presidente, cual buitres, se relamieran los bigotes ante la idea de su posible fallecimiento.

Por más que molesten sus modos, sus mentiras constantes, desde el análisis fino de las acciones emprendidas por el gobierno federal que lidera Andrés Manuel López Obrador, debemos estar de acuerdo en que él es quien controla actualmente y de cierta forma, los múltiples monstruos políticos que encarnaron esa avasalladora fuerza que le dio el triunfo al que se muestra como rey de todos ellos, al momento.

La pérdida de su figura en el plano nacional, daría como resultado inmediato una conmoción que se le sumaría a la precaria situación económica en la que se encuentra México actualmente, así como la complicada situación en cuanto a la gestión de una pandemia por COVID-19, que nuevamente va en ascenso, pese a la estrategia de vacunación.

A partir de esa conmoción, la crisis política agravaría todo lo demás, mientras criaturas que permanecían en las profundidades del océano, exiliados en otros países con miedo a ser detenidos, o en la comodidad de alguna nómina de gobierno, licitación o contrato público ganado, levantarían la vista al escenario público y gestarían acciones aprovechando la coyuntura.

Así, despertaría el Rey Ghidora, mítico Titán, con sus tres cabezas, con capacidad de lanzar rayos de sus bocas y regenerarse; y con él, el inmenso Rodan, que saldría del volcán que lo mantiene cautivo para depredar todo a su paso, con el fuego de sus descomunales alas mientras le mantienen en vuelo; así como Mothra, la llamada reina de los monstruos, el gran Methusaleh, la temible Scylla, el poderoso mamut gigantesco de nombre Behemoth, entre otros muchos igual o más temibles y peligrosos.

En este momento cada quien, desde la imaginación, traerá a la vida a todos aquellos monstruos de la política que considere pertinente mencionar, hasta aquellos que merezcan memorias de honor.

De manera general, el ecosistema político actual a nivel nacional, no cuenta con liderazgos que signifiquen un contrapeso directo a la figura del presidente. Una verdad es que los espacios vacíos, siempre van a ser ocupados de alguna u otra forma.

Pero, aunque ya vaya recuperándose de su salud, y el escenario fatídico de los buitres políticos se desdibuje en la realidad, una pregunta obligada que tenemos que hacernos es, ¿Qué pasará en 2024 ante su salida del Gobierno?

En este momento, unos monstruos solo asoman la cabeza desde las sombras, y otros, indignantemente sacan todo el cuerpo para mostrar que siguen aquí.

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