Una palabra que últimamente ha sido muy frecuente leer o escuchar es “huachicol”. Esto debido al plan que ha implementado el gobierno federal para erradicar el problema de robo de combustible y las graves consecuencias de desabasto que ha ocasionado las últimas semanas.
Sin embargo, utilizamos la palabra sin saber de dónde proviene ella o su derivación a sujetos con el sufijo -ero (huachicolero), y descubrirlo nos llevará hasta su raíz en latín.
Según Arturo Ortega Morán, especialista en etimología, la palabra de la que deriva “huachicol” es aquatus. Para ser más precisos, la palabra sería aquati, que refiere una técnica pictórica. Fue en Francia donde la palabra comenzó a deformarse para convertirse en “goauche”, que se pronunciaba como guache. Es con esta forma como llega a México.
Durante el siglo XIX, la expresión “a la gouache” se utilizaba para referirse a la pintura diluida con agua. Partiendo de esta idea, la gente empezó a referirse como “guachicoleros” a los vendedores de alcohol que rebajaban con agua su producto y aún así lo vendían a altos precios.
De la misma forma fue que los vendedores de combustible recibieron este apodo. En un inicio lo hacían porque la gasolina que vendían estaba rebajada con agua, como con el alcohol, pero también empezaron a nombrar así a las personas que de manera ilegal extraían combustible de las tomas de Pemex.
Otros especialistas en lenguaje dicen que la palabra “huachicol” deriva del maya huach o waach. Esta palabra se utiliza para referir a los “forasteros”, a aquellos que vienen de fuera de la península. Otra de sus acepciones, sobre todo en la zona sureste, es la de “ladrón”. Finalmente esta palabra se castellanizó a “guache” o “huache”.
Lo cierto es que al comprender el origen de la palabra nos lleva también a dar cuenta de que el problema del huachicol actual es un legado del pasado que tiene raíces viejas como práctica ilegal, y que acabar con él, como cualquier actividad de rezago histórico, no será fácil.
Por Alex Espinosa
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