Por Socorro Valdez Guerreo
Creían y creen en él,
Y sólo es cadáver político.
¡Se le rescató!
Resurgió en aquel entonces del abandono.
Otra vez en la vida política.
De discurso público “ciudadano”, de ambición privada.
De sólo uso de contienda electoral, de colores partidistas y ¡Recursos públicos!
Más noticia mediática y actuar escandaloso.
Igual que ella, la que empujan las ligas.
O como aquellos, sus contrincante de trampolín, un día de un color, una elección de otro.
De ambición unos, como otros de uso vil de colores partidistas para resurgir.
Candidato de otro color, que igual, saltó de allá para acá.
Y de nuevo en el carro electoral.
¡Regresó! Con máscara y disfraz de luchador social para atraer sufragios a otro color.
Antes, por aquel nuevo partido, del que nunca se sintió ni fue parte de el.
Hoy de nuevo, “independiente”, falso constructor y salvador de institutos políticos.
De humildad pública, desvanecida en lo privado. De guerrilla en juventud, con ideales sepultados en la vejez.
Simulación pública, codicia subterránea.
Lucha de intereses escondida.
De actuar maquiavélico. Personaje que nace tras la tragedia ciudadana, esa que enlutó y sacudió a la Ciudad de México.
Surge también de los escombros.
Figura bonachona, de voz pausada y silenciosa, que invita a mirar su reaparición.
Antes, respaldado por la figura de rostro adusto y agrio.
Arropado por siglas, ungido soberbio y manipulador.
Públicamente ciudadano, internamente habilidoso para dividir y empujar al encono.
Irrespetuoso, igual que en sus años de gloria en aquel recinto legislativo.
Hostigador presidencial. Tan igual que el de canas y frustraciones a flor de piel.
Con ambición de cargos, actitud similar de mandar al ¡Carajo! A las instituciones y a las ¡Personas!
Maestro, como aquel, con máscara y disfraz de benefactor.
Recordado en ceremonia presidencial que con máscara ridiculizó a un mandatario.
Es él, quien se mueve entre la comida y la escritura. Desaliñado, aunque astuto y de memoria prodigiosa. ¡Regresa! ¡Reaparece!, igual que ellos, bravucón y retador de instituciones.
A veces amenazante. Con odios y resentimientos enquistados.
Con pose de líder, de amigo de artistas, esposo y pareja también de artistas.
Con políticos tan viejos como él, de fallidas firmas para constituyente.
Votos negados para aspirante a la Ciudad de México.
De nueva simulada sencillez de convicciones.
Sólo ¡Hambre de poder! Que en el pasado impuso y exigió plurinominales, candidaturas.
Lo mismo en Cuauhtémoc, que en Benito Juárez; en Miguel Hidalgo, en Azcapotzalco y hasta en Coyoacán.
Siempre acérrimo criticador de la figura presidencial, pidió para él y negoció para otros.
Conocedor del chantaje, lo mismo condicionó su registro ante el Instituto Electoral capitalino, que obligó a cancelar ceremonias y “enfermarlo” inesperadamente.
Protegido y arropado por una figura que nació en cuna presidencial.
Sin congruencia como él, en el decir y el actuar.
Buen timador, que sabe y usa el valor de la amistad.
Lo mismo se arropa de personajes de la farándula, que de la trayectoria de académicos, de especialistas en derecho con tendencia de izquierda.
Manipulador profesional.
Ayer convulsión y desencuentros por ambición, hoy codicia de cargo a alcalde.
Luchador sin causa social, en busca de batalla electoral.
Doble discurso, ¡doble moral! Esa que engaña con rostro de buen hombre.
Contendiente de una causa, buscador de otra.
Ni tan diferente a los de ahora…Ni distinto a los de ayer, sólo de ambición por el hoy.
Todos tan iguales, que difícilmente saber públicamente quién es.