Por Socorro Valdez Guerrero

A casi 40 años de carrera periodística, ¡no! Guardo silencio a injusticia ajena ni propia. Tener principios en México, es nadar contra corriente. Las voces recomiendan ¡Calla el abuso, lo injusto! y no cierres puertas.

Es convertirse en candil de la calle y oscuridad de la casa. No lo puedo hacer por sortear la necesidad o conservar un empleo. La experiencia, sin embargo, transforma la conducta arrebatada del inicio de carrera periodística, a más pensante.

Mantener convicción a lo adverso contra el que abusa del poder, es ¡No! Mercantilizar los valores ni callar ni negociar la dignidad de mujer periodista. Los nuevos embates, obligan a enfrentar, sin sesgo político, la defensa por los derechos.

Es debate entre no claudicar a la dignidad, proteger al que te ayuda, agradecer, ser leal y no silenciarme. ¡Es un caos de conciencia interno!

Así como lo hacen muchos otros, que soportan en silencio, un gremio desunido y el peso del poder político. Un gremio no solidario que voltea para no mirar que las víctimas son sus pares. Que no repara que esa fuerza que cancela derechos y desconoce leyes, hoy hace víctima a unos, mañana serán otros, tal vez ¡Tú!

Tal como sucede a los de Notimex, la mayoría mujeres que solas enfrentan el embate político por género. El motivo de otros es desechar lo que estorba, un gremio y periodistas, víctimas de acusación fácil y promoción de mentiras.

Un antes y un ahora, no tan diferente en un país, donde violar derechos y no respetar la ¡Ley!, es cotidiano. Un cómplice, el silencio, que grita a conveniencia, periodista ¡Rebelde! O eres prensa “golpeadora”, tendenciosa, chayotera o “a modo”. ¡No hay para dónde hacerse!

En lo personal, tampoco estoy exenta del abuso y la mentira. He sido víctima de acusaciones manipuladas y tendenciosas. A inicios del mes de julio Reporte Índigo, permitió que una pluma fuera manipulada en mi contra por el “anónimo”. Dañó mi imagen, mi moral, mi dignidad, mi ejercicio profesional y periodístico de mujer. Empujó a violar la ley que me protege de violencia política y mis datos personales.

Su éxito, la certeza en su vaticinio, porque no fue un “pie afuera”, fueron los ¡Dos! El “crimen” fue ejercer un derecho constitucional, ¡la denuncia! El resultado, nuevo abuso laboral, político y discriminación de género. Eso me lleva a no callar.

A enfrentar con dignidad y firmeza, ¡ser mujer periodista! Denunciar la hipocresía de los emisores de leyes, que manipulan a conveniencia y las violentan igual. Es evidenciar a los que en público exigen ¡Respeto a la Carta Magna!, y en lo oscuro, escupen la violación de garantías.

Incluso, solapan impunidad del abusador laboral contra otras mujeres. Doy la cara, porque quienes la ocultan, usan el poder para destruir, es bajeza, es cobardía y de enanos. El silencio nunca será el arma de la verdad.

Callar ante el sesgo manipulado y discriminatorio que ofrecen a la opinión pública, me convertiría en cómplice de quien desvía la pluma al servicio vil y mezquino del interés particular, no tan anónimo, con cara, con rostro y ¡Nombre!

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