Por Socorro Valdez Guerrero

Cada mujer vive su infierno.
Para unas, aberrante, para otras, tortuoso.
Para todas, allá tan lejos, y aquí, con mexicanas, es ¡Violencia!

Una ¡Tiranía! Evidente a los ojos del mundo para unas.
En otras, para las mexicanas, todavía abuso y violencia en ¡Silencio!

Un abuso, oculto, contra ellas, incluso desde niñas, víctimas en la sombra y con ¡Impunidad!
La crueldad, la violencia, el mal trato, los abusos, la discriminación contra la mujer, también se ejerce a la ¡Mexicana!

Una violencia a la ¡Mexicana! Que no visualiza nuestro gobierno.
Esa opresión que hoy ve con estupor la que sufren nuestras hermanas de género en Afganistán.
Un gobierno mexicano que cierran sus ojos ante lo que padecen sus mujeres.

Una violencia que solapan, incluso, que alientan en cada rincón.
Que está vigente no sólo en lo privado del hogar, también en lo público, en lo institucional, en lo laboral y hasta donde generan leyes.

Violencia, donde los gritos de auxilio, aún son débiles y el ¡Basta! Todavía no suficiente.
Con pocas mujeres que lanzan la alerta y con muchas a las que no escuchan.
El resto, todavía guarda silencio ante su propio suplicio.

Otras, incluso, las que impulsan leyes de castigo al agresor, son las mismas promotoras impunes de violencia contra su género.

No hay que cruzar fronteras ni mirar al extremo del mundo, las mexicanas también padecemos abusos.
También enfrentamos ese machismo y hoy, sólo nuestras hermanas afganas, tendrán refugio en nuestro país.

A las nuestras, las ¡Olvidan! Las ¡Evaden! Y no hay castigo contra el agresor.
A ella, les prometen, les garantizan protección y cuidados.

A las nuestras, las denostan, las menosprecian y muchos ni las miran.
Son los mismos, esos candiles de la calle, obscuridad de la casa.
Incluso, ella, la presidenciable, la todavía con poder de gobierno en la capital, recuerdo bien, su actitud de hace dos años, que reconocía la violencia contra su género.

Y ¡No!, no ofreció su protección inmediata ni otorgó refugio, les dio sólo “mesas de diálogo”, talleres y foros.

¿Dónde quedó su programa integral de prevención, atención, sanción y acceso a la justicia?
Ese que estaría en un mes, de hace dos años.
Dónde, su compromiso, y dónde la protección del gobierno federal, cuando cada dos horas y media, una mexicana es asesinada.

Aumenta la violencia familiar casi cinco por ciento y la de género en todas sus modalidades, 27.4 por ciento, oficialmente.
Violencia, igual allá, que aquí, cruel y tortuosa.
Afganas y mexicanas, hermanadas por la vileza del abuso sin freno.
Por la tiranía, no sólo de manos masculinas, incluso con sello de mujer.

Con rostro gubernamental, que descalifica y niega como verdaderas 90 por ciento de las llamadas de auxilio de una mexicana por violencia.
Violencia de métodos y formas diferentes, de Afganistán tan lejos y tan igual a México.

Excesos, y violencia, que en español, en pastún, en persa o dari, en turcomano o uxbeko, significan igual, ¡violencia!

Tan traumática una, como la otra.
Tan lesiva, tan vil, que rompe fronteras y nacionalidades.

Hoy, refugio y apoyo para ellas, ¡se aplaude! Y abandono para la nuestras, ¡se recrimina!

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