Por Socorro Valdez Guerrero

Se acusa hasta al ¡Neoliberalismo! Y se exonera a otros, también ¡Responsables! De un ilícito.
La culpa la escupen arriba o a un lado para que sólo toquen a unos, mientras ¡Encubren a otros!
El caso “atípico” -según la fiscalía capitalina- del pequeño Tadeo, revela, más que ¡Podredumbre!
Exhibe investigación y separaciones del cargo, con sesgo.

En Puebla, como en la Ciudad de México, con omisiones de culpa y responsabilidad parcial.
Se involucra a empleados del penal poblano de San Miguel, del cementerio iztapalapense y se ¡Olvidan de otros!

Evaden que el cuerpo salió de la alcaldía Iztapalapa, del panteón civil, San Nicolás Tolentino, que tiene a ¡Clara Brugada Molina, como alcaldesa responsable.
Mujer, que igual que el administrador del cementerio -separado por ella de su cargo- son responsables de lo que sucedió en ese lugar.

En el caso, no tan atípico, y evidente de tolerancia a lo clandestino.
A lo ilegal, al saqueo de ¡Muertos! En ese panteón, como en otros, hasta legisladores panistas locales, como Federico Döring Casar, sabe que el robo del cadáver del bebé Tadeo “no es un hecho inédito”.
El diputado, acompañado de su homóloga Daniela Álvarez, llegaron al lugar.

Yo también lo hice, aunque a diferencia de ellos, no era la primera vez que estaba en San Nicolás Tolentino.
El movimiento en el lugar, era evidente. Hubo peritos, ministeriales, policía preventiva y de investigación.
Sentada a unos metros de donde “el bebé Tadeo fue sacado”, se observa subir y bajar a empleados de la fiscalía capitalina.

El silencio en la zona sólo se interrumpe por las melodías de una banda que amenizan en una tumba cercana.
En ese camposanto, como en los otros de Iztapalapa, se necesitan más que “reestructuración”, despido de un encargado o mayor vigilancia.
Miro alrededor y observo la tierra recién removida, nada diferente a muchas otras fosas, donde las osamentas están a la vista de todos.

En aquella, donde se exhumó ilícitamente, el cuerpo del pequeño Tadeo, la cinta anaranjado, limita el paso.
En el lugar hay custodia. Un policía a unos pasos de la tumba.
De frente, patrullas, motocicletas y policía femenil y masculino.
Vigilantes voltean hacia todos lados para que nadie merodee la zona.

La policía de investigación de la fiscalía de la ciudad, hacen su trabajo.
Los legisladores, el suyo.
Un empleado plasma con su cámara diversas gráficas.
Sigo de cerca sus movimientos.
Desde ahí se ve la barda que limita el panteón del Cerro de la Estrella.

Un lugar, alejado de las oficinas del cementerio, aunque de fácil acceso, incluso de salida.
Sólo esa cinta color naranja rodea y limita el montículo de donde sacaron el pequeño cuerpo.
Sentada sobre una tumba me afloran diversos cuestionamientos.

¿Cómo se llevaron el cadáver de un bebé, quién escarbó para sacarlo?
¿Lo sabía el administrador del panteón?
Él, todo el personal administrativo, secretarias y hasta sepultureros, algunos cercanos a los empleados de esa oficina, llevan el control de a quién sepultan y dónde.

También Brugada Molina, debería mantener una permanente inspección de cada área a su cargo.
Conoce la zona, era habitante de la región y varias veces titular de la alcaldía.
Desconocer sus funciones, su responsabilidad, es omisión en el ejercicio de sus facultades.

También ella, y su personal, son pieza útil en la investigación de esa exhumación clandestina.
¿Por qué no se incluye a la alcaldesa en las pesquisas?
Se llevaron un cadáver y nadie se dio cuenta.
¡Raro!

Camino por la zona, y encuentro a mi paso un craneo; féretros vacíos de niños y lo que fueron sus juguetes.
Para entrar o abandonar el camposanto, el segundo más grande de la capital del país. hay filtros.
Trabajadores y policías, que cuestionan y en ocasiones, hasta ¡Revisan!

Muchos ojos vigilantes en el interior de ese cementerio, que tal vez, los cerraron como lo hacen ante el saqueo cotidiano de osamentas y tumbas.
De tierra, cruces y otros ornamentos del lugar.
Un pillaje, habitual, nada atípico ni tan ¡Clandestino!
Afuera comercializan y compran lo de adentro.
Lo que se extrae en ese y otros panteones de la región.

Hay clientes para todo y se
guarda silencio.
No se cuestiona a la alcaldesa.
Por momentos hasta se omitió el nombre de ese cementerio.
Aunque todos, hasta la alcaldesa -por su relación cercana de amistad con la fiscal, Ernestina Godoy-sabían que las pesquisas involucraban el área de panteones de su administración.

También Godoy, conoce a fondo la región, fue legisladora de la zona, antes que fiscal.
Su cercanía con Brugada Molina, le obliga a la imparcialidad.
A la no ¡Impunidad! Para nadie.
Los mismos rumores lo exigen, porque envuelven a la región, en una zona que a diario saquean tumbas.
Trabajadores y funcionarios saben de eso.

Conocen que hasta las fosas abandonadas, se ¡Venden! O despojan a los perpetuidad.
—Deberían investigar más a fondo.
No sólo al encargado del panteón.
Muchos, incluso la alcaldesa, tendría mucho que decir en la fiscalía sobre lo que ocurre en ese cementerio.
Con voz baja, y con cautela mi interlocutora, que desconoce soy reportera, revela que ahí se hacen muchos negocios.

Incluso, es la zona de abasto para santeros y brujas.
Todos lo sabemos.
El costado de la barda del panteón, sirve hasta de tiradero de cadáveres de animales.
Su platica es con soltura, tiene años de trabajar y conocer el lugar.
—Si viera todo lo que aquí hacen y pasa.
No creo que el encargado no supiera.

¡Imagínese! Sacaron a un angelito, usted cree que sea el primero, si muchos muertos son abandonados.
Incluso, hasta revenden las coronas y unos arreglos florales, después que se van los deudos.
Se despide y la banda que ameniza en una tumba cercana, sigue con su música.

Me acerco para que me confundan con la familia del difunto, que canta a todo pulmón.
Dos policias están alertas para que nadie se acerque al lugar investigado.
Llegan unos jóvenes que los ven sospechosos.
De sus mochilas sobresalen cables.
Se incorporan de inmediato de sus unidades.

Los enfrentan, los cuestionan y les piden se identifiquen.
Los revisan y los dejan ir.
Los observo y en su distracción, disimuladamente saco una foto, hago un video.
Se notan aburridos y desesperados por las horas de vigilancia.

El silencio del lugar, deja volar los pensamientos.
Hasta donde llega ¡La aberración! De actos y la deshumanización.
Vileza de ¡Profanadores de tumbas! Que tienen a sus ¡Cómplices!

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