Por Socorro Valdez Guerrero
Te miro y siento tu ternura. Tus ojos cansados por la edad aún tienen esa chispa que los ilumina cuando me ves fijamente.
Ahora me doy cuenta que tan inmenso es tu amor por mi.
Y yo, sabes, yo también te amo.
Tu ternura al rodearme la cintura cuando te paras frente a mi me hace amarte más.
Tus constantes y sorpresiva muestra de cariño también a veces me hacen no comprender porqué me quieres tanto.
Tu gallarda estampa me hace recordar otro que tuve en el pasado.
Él ya no existe. Murió tan lleno de vida y tan anhelante de seguir conmigo.
Todavía recuerdo esas noches cuando dormíamos juntos.
Aún siento su apuesto y cálido cuerpo cerca de mi. Su musculatura, igual que la tuya los hace ver tan apuestos.
Tan seguros de ofrecerme esa protección.
Por eso no dejo de compararlos. Sé que los dos me amaban igual.
Él y tu me desencadenaron darles ternura. Brindarles ese tipo de amor que raya en locura cuando los he perdido.
Ese sentimiento que hace derramar lágrimas cuando ya no están o cuando su vida se extingue.
Y de él sólo me queda recuerdos. Esa imagen que aún muerto, lo hacía ver imponente.
Hoy también tengo miedo que tu vida se extinga. No quiero perderte y veo que la edad te está alcanzando.
A él todavía lo siento cerca. Tú me haces sentirlo cerca y recordarlo. Se asemejan tanto que su bella estampa me embelesaba desde que eran aún pequeños.
Los dos con esa fiereza a flor de piel que provocaba les temieran.
Con esas cicatrices de peleas inevitables. Comparten ambos los mismos instintos mezclados de ternura hacia mi y de protección ante otros. Ambos, me han dado la seguridad cuando estoy a su lado.
Por eso a él aún lo extraño aunque te tengo a ti. Hoy al caminar a tu lado me haces sentir segura.
Son de características físicas tan diferentes; él de pelo negro y tú güero, pero ambos de una belleza y toque gallardo, que combina con su actitud firme y segura cuando salen a las calles.
Ambos me han generado embeleso. Son tan parecidos en sus muestras airosas que a él le sigo añorando.
Los comparo y me siento halagada de que fue mío, de que tú me perteneces. Sí, míos, como yo soy suya.
De él ya sólo queda ese recuerdo y de ti, que aún permaneces conmigo, esa satisfacción de caminar a tu lado.
De complacerme, de darme tu mirada tierna, de venir cuando te llamo y abrazarme.
Aún no comprendo cómo puedes hacerme sentir tanto amor.
Y tú Jack, me lo diste sin reparo, por eso aún te extraño.
Y a ti Coby, aunque a él lo anhelo, a ti que aún te tengo, te quiero.
Y sí, hoy lo entiendo, son mis Amores perros.