Ciudad de México.- La complejidad de las sociedades y los retos que plantea el curso de la globalización, desafortunadamente marcada por el signo del neoliberalismo, plantean la necesidad, en particular desde América Latina, de repensar la región, sus opciones y articular propuestas, aseveró el secretario general de la UNAM, Leonardo Lomelí Vanegas.

Durante la ceremonia de clausura del XXXIII Congreso Latinoamericano de Sociología ALAS México 2022. La (Re) Construcción de lo Social en Tiempos de Pandemias y Pospandemias: Aportes Críticos desde las Ciencias Sociales Latinoamericanas y Caribeñas, expuso:

La discusión académica de las ciencias sociales, y en particular de la sociología, es necesariamente intensa al calor de los acontecimientos de los últimos años. “A la realidad que nos ha dejado un modelo de desarrollo que cada vez genera más contradicciones, se suman asignaturas pendientes dejadas por la pandemia”.

Hay que reflexionar la pertinencia de renovar enfoques, diagnósticos y propuestas en aras de plantear nuevas soluciones a viejos y nuevos problemas. Tenemos que hacer frente a una agenda desafiante en las ciencias sociales. “El futuro requiere la inteligencia latinoamericana para ser mejor”, aseguró.

Al hacer uso de la palabra, la secretaria general del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Karina Batthyány, expuso que este encuentro se realizó en un contexto crítico para la zona y el mundo. “Tenemos que ocuparnos de analizar las raíces de las desigualdades en nuestra región, que sin duda son de larga data y en los últimos tiempos se han asentado y reproducido, a partir de la exaltación preocupante del racismo, la desigualdad de género y el colonialismo”.

Nuestras instituciones y disciplinas tienen una responsabilidad central y una contribución decisiva para realizar en el combate de las formas de injustica que atraviesan a nuestras sociedades, y que padecen las grandes mayorías que habitan nuestra región. “Dar la batalla contra la naturalización de las desigualdades es uno de los compromisos principales de las ciencias sociales y de las humanidades críticas, así como generar conocimiento que movilice acciones para transformar esta situación”.

En la sesión encabezada por Angélica Cuéllar Vázquez, exdirectora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, y nueva presidenta de la Asociación Latinoamericana de Sociología, se leyeron dos declaraciones, la de la Asamblea General, y la de las académicas feministas participantes en el Congreso.

Incierto

Frustración e incredulidad son el signo de los tiempos. Ni los gobiernos, los conglomerados empresariales, las instituciones internacionales ni los investigadores pueden imaginar convincentemente lo que les depara a las sociedades a mediano plazo. Todo es incierto; es como si el sentido de la historia se hubiera desvanecido ante la inmediatez de un mundo sin destino ni promesa, afirmó el sociólogo y exvicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera.

El mundo atraviesa lo que alguna vez Marx llamó un “espíritu de época sin espíritu”. Se trata de un extraño pórtico del tiempo histórico en el que todos saben de dónde vienen, pero nadie tiene la más pálida idea compartida de lo que vendrá. Es una época liminal (concepto de la antropología) que desempeña una suerte de umbral que separa un tiempo histórico cansado, sin consenso activo, sobreviviente por inercia, casi como un zombi, y un nuevo tiempo que no llega, que tampoco se anuncia, que no se sabe cómo será, ni promete nada.

Durante la conferencia magistral de la clausura del Congreso, el político recordó que durante 40 años el orden moral y laboral del planeta estuvo regido por un conjunto de principios básicos que alentaban un destino imaginado e inevitable del curso de las sociedades: el libre mercado como modo natural de asignación de recursos, la globalización como humanidad universalizada, el déficit fiscal cero, etcétera. Fueron normas imperativas en torno a las cuales gobiernos, empresas, periodistas, opinadores, líderes de opinión y familias adecuaban sus expectativas y posibilidades de progreso y modernidad. Pero ahora resulta que ninguno de esos lineamientos resuelve las angustias que afligen a la sociedad.

Las leyes universales de la humanidad han comenzado a resquebrajarse: primero, el comercio mundial; luego, el “cansancio globalista” que vino por el lado del movimiento de capitales transfronterizos; y después los reveses a la globalización, como la salida del Reino Unido de la Unión Europea, o el blindaje de las fronteras de esta última contra la tecnología telefónica china del 5G, etcétera.

En su conferencia titulada El mundo en tiempos liminales. Las paradojas del tiempo suspendido, señaló que al paralizarse el horizonte predictivo neoliberal, por ahora no hay un futuro, no hay un destino al cual aferrarse y aferrar las esperanzas movilizadoras; al no haber un mañana socialmente esperanzador, tampoco hay un tiempo histórico.

En esas circunstancias surge la experiencia desgarradora del tiempo suspendido. “Con el desmoronamiento del horizonte predictivo de las sociedades, el tiempo social pierde su dirección, su intencionalidad colectiva compartida. Por tanto, ya no hay flecha del tiempo, y es como si se detuviera y lo único que quedara es un presente agobiante, repetitivo y dilatado, sin futuro redentor”.

La existencia de un tiempo histórico es también síntoma y medida de toda hegemonía política. El desasosiego global, la hegemonía cansada y oxidada con la que hoy camina a tropezones el neoliberalismo planetario, carece de entusiasmo, es pasiva, inercial y melancólica, y carente de la vitalidad para monopolizar la flecha del tiempo, añadió García Linera.

La creencia de que hay un destino detrás del cual correr para tener una vida exitosa fue una certidumbre de época. Hoy no hay un imaginario global compartido que organice los fragmentos de las vidas de las personas; el futuro se muestra como un vacío inescrutable y el presente como una angustia infinita sin promesa. Es la parálisis del tiempo histórico, aunque el tiempo físico fluya de manera desquiciada y sin rumbo.

No obstante, sostuvo el exmandatario boliviano, el tiempo liminal en su pesadumbre inicial y su efervescencia posterior es excepcional de creación de un nuevo orden social dominante. Por ello, porque saca a la luz problemas límite y posibilidades sociales inexistentes en momentos de estabilidad social, es un espacio privilegiado para comprender la dinámica interna del declive y el surgimiento de los nuevos órdenes sociales. Y, además, para renovar los compromisos ético-políticos con la propia sociedad, enfatizó.

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