Por Ricardo González Amaro

Toluca, Méx.- El Día de Muertos es una tradición mexicana de origen prehispánico que se celebra principalmente el 1 y 2 de noviembre. Sin embargo, se dice que desde el 28 de octubre comienzan a llegar las almas. Además, últimamente los preparativos inician muchas semanas antes y es que la belleza y complejidad de esta celebración ha atraído la atención de todo el mundo.

Se dice que órganos como UNESCO la nombraron esta fecha como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2008 por sus orígenes y elementos que componen está entrañable fiesta mexicana.

Es un hecho que de la muerte nadie escapa. Sin embargo, pese al dolor que su presencia pueda provocar, de nuestros pueblos indígenas hemos aprendido a percibirla como una etapa en la que debemos regocijarnos pues, como diría el escritor Mario Benedetti “la muerte es solo un síntoma de que hubo vida“. Como prueba de esto, los mexicanos tenemos el festejo conocido como Día de Muertos.

Esta celebración es originaria de la época prehispánica. En ese periodo, muchas etnias mesoamericanas rendían culto a la muerte. Entre ellas estaba la mexica cuyos dioses encargados de definir el destino de las ánimas eran Mictecacíhuatl y Mictlantecuhtli. Ambos eran señores del Mictlán o “lugar de los muertos”. Sin embargo, para llegar aquí, las almas debían lidiar y sortear una serie de obstáculos para poder conseguir el descanso eterno.

El culto a la muerte era común entre las culturas prehispánicas. Cuando alguien moría era enterrado envuelto en un petate y sus familiares organizaban una fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán. (Según el Gran Diccionario Náhuatl, mictlan significa “infierno” o “lugar de muertos”, adonde llegaban los fallecidos por muertes naturales o comunes después de un proceso que les tomaba cuatro años.)

Lo pueblos prehispánicos también colocaban ofrendas (comida que les gustaba, flores de cempasúchil que iluminaban su camino, entre otras) en sus rituales. Para estas culturas la muerte era parte de un ciclo y el destino de los muertos estaba marcado por la forma de vida que tuvo la persona.

Otra forma del festejo tiene que ver con las llamadas “calaveritas” que surgen a finales del siglo XIX y van de la mano de las ilustraciones que publicaba José Guadalupe Posada, a quien se le atribuye la creación de lo que hoy se conoce como “La Catrina”, el símbolo más reconocido dentro y fuera de México del Día de Muertos.

Quizá el ejemplo más globalizado de esta evolución sea es el multitudinario desfile de catrinas que se lleva a cabo en la Ciudad de México después de que la película “Spectre”, de la saga James Bond, presentara una puesta escena de una visión folclorizada del Día de Muertos.

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