Por Angélica Rangel

Uno de los géneros más populares fueron las historias desarrolladas en el entorno rural y las rancherías, las cuales predominaban en gran parte del país. Muchas veces presentaron imágenes que se asentaron como un elemento icónico de la identidad mexicana, dentro de ellas destacaban: locaciones en entornos naturales con gran atractivo, campos abiertos, lagunas y lagos, así como pueblos con una belleza arquitectónica sublime.

Es importante dar a conocer un ejemplo claro de esto, corría el año de 1935 y Janitzio era estrenada, dirigida por Carlos Navarro, se narra la historia de Zirahuén, un pescador del lago de Pátzcuaro, Michoacán, quien lidia con otros hombres que pretenden invadir su lugar de trabajo, mientras que otro personaje busca acercarse a la mujer del pescador. El papel protagónico estuvo en manos de Emilio Fernández, acompañado por la actriz María Teresa Orozco y Gilberto González.

Un ejemplo más de este esquema argumental es ¡Ay Jalisco, no te rajes! (1941), de Joselito Rodríguez; una obra de ficción en la que Salvador Pérez, interpretado por Jorge Negrete, es un huérfano criado por un peón y un cantinero, que al crecer jura vengar la muerte de sus padres, aunque durante el proceso conoce y se enamora de Carmela, una mujer a punto de casarse a disgusto solo para salvar a su padre. El encuentro entre ambos personajes cambia el rumbo de sus vidas. 

Ahora corre el año de 1943, Emilio Fernández dirige su tercer largometraje “Flor Silvestre”, producción que se engalano con estrellas como Dolores del Río, Pedro Armendáriz, Miguel Ángel Ferriz. En conjunto dieron vida al romance y aventura entre José Luis, hijo de un hacendado que se enamora de Esperanza, una humilde campesina, razón por la que el padre del joven se enfada y le deshereda. Los enamorados parten en busca de un nuevo destino, pero en su viaje tendrán que enfrentar a ciertos personajes que amenazan su felicidad.

En 1946, Emilio Fernández confirmó su importante labor de cineasta al realizar Enamorada (1946), filme que obtuvo el Premio Ariel como Mejor Película. Asimismo, el filme contó con la fotografía a manos de Gabriel Figueroa, y la actuación de una de las parejas más emblemáticas: María Félix y Pedro Armendáriz. La película se ubicó en los años revolucionarios, en la ciudad de Cholula, Puebla, donde el general José Juan Reyes se enamora de Beatriz Peñafiel, hija de uno de los hombres más ricos de la localidad.

En ese mismo año, Los Tres García (1946) hacía su arribo, dirigida por Ismael Rodríguez, desarrolló un relato sobre tres primos encarnados por Pedro Infante, Abel Salazar y Víctor Manuel Mendoza, quienes compiten por la atención de Lupita Smith, recién llegada de Estados Unidos.

Más adelante, La perla (1947), de Emilio Fernández, se convirtió en la primera producción mexicana en ganar un Globo de Oro en la categoría de Mejor Fotografía, también de Gabriel Figueroa. En la película, la desesperación de Quino y Juana afloran luego de que un alacrán ataca a su hijo, sin embargo, el doctor del pueblo se niega a atenderlos. Un día, durante una jornada de pesca, Quino encuentra una hermosa perla con la que ve la oportunidad de superar la precaria situación que aqueja a su familia, por lo que buscará vender la perla.

Se nos acaba la década y el estreno de Pueblerina (1948) se hace presente, también obra de Emilio Fernández. Aquí se cuenta la historia de Aurelio, quien, tras cumplir con una condena por vengar la violación de su novia, vuelve para intentar rehacer su vida. Sin embargo, a su regreso se entera que su novia y su hijo han sido exiliados del pueblo. Esta historia fue nominada a la Palma de Oro en Cannes y fue la indiscutible ganadora de “Mejor Actuación”, “Mejor Fotografía” y “Mejor Música” en los Premios Ariel.

El melodrama ranchero comienza a cambiar por algo más cercano a la realidad, el drama comienza  a centrarse en las ciudades que florecen rápidamente y en las que ya se consolidan como tal… Pero eso es cuento de otro sábado.

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