María Esther Beltrán Martínez
Fotos: Álvaro Cabrera / Teatro Cervantes.

Málaga, España.- “Canciones” fue el espectáculo que presentó Silvia Pérez Cruz en marcó de S¡ngulares en el Teatro Cervantes de Málaga. Pérez  talento vocal que con las entradas agotadas y una expectación dio un  concierto  íntimo  y profundamente emotivo que dejó al público completamente rendido. La artista catalana demostró, una vez más, que su voz es un fenómeno único en el panorama musical.

Las luces fueron las que dieron un ambiente sereno, que acompañaron la presencia de Silvia y sus músicos; Marta Roma (violonchelo), Bori Alberi  (contrabajo) y Carlos Montfort (violín) que en un medio círculo en el centro del escenario  ofrecieron su talento.

La noche empezó con intro “Cantant Sola estrella” de Vitor Ramil, “Patores, Ell no vol, La flor y Mechita”. No podía dejar pasar una reivindicación por Palestina, a la que el público se sumó con un aplauso prolongado mientras en uno de los balcones ondeaba una bandera Palestina.

Susurro, sensibilidad, humildad, saber y elegancia sería parte de cómo definir a está cantante  que hace posible que mientras canta el silencio impere que hasta los móviles casi  no molestan.

Su capacidad para ir de una nota a otra, navegando entre el susurro más íntimo y la potencia desgarradora, es un talento que llena cada rincón  donde se presenta. Si a esto se suma su carisma y libertad para pisar el escenario, hasta dando la espalda al público y mostrándose como si estuviera en una sala de ensayos sin perder la extraordinaria voz que en una carrera de casi treinta años la colocan entre las mejores cantantes españolas reconocida  por  su voz, composiciones, versatilidad y profundidad emocional.

Sílvia no solo canta; su voz se desnuda ante el oyente, capaz de transmitir una sensibilidad y una emoción que contagia. 

Temas como : “Iglesias, Pequeño Vals, Pena Salada, El Poeta, Aterrados, Tots els finals del món, Capitana, Nombrar es imposible y Gallo Rojo. 

En temas propios y en versiones , su capacidad de adaptación y de hacer suya cualquier melodía se manifestó de forma magistral.

Fue una noche donde la complicidad entre la cantante y su banda es evidente, ofreciendo arreglos exquisitos y sutiles que realzan, en lugar de opacar, la voz principal. La instrumentación, rica en texturas de cuerda y atmósferas envolventes, demostró una destreza técnica y emocional que contribuyó a la sensación de estar presenciando un evento de “pura magia”. Y ser testigos de la preparación del concierto que darán en París, según anunció Silvia.

El público malagueño, entregado desde el primer acorde, no escatimó en afecto.  No podía faltar canciones mexicanas y deleitó con el “Cucurrucucu Paloma” 

Sílvia Pérez Cruz salió al escenario en dos ocasiones (bises), regalando al público temas que fueron broche especialmente las que se encontró “Mañana” de Jorge Drexler.

Las ovaciones arreciaron varias veces, con el público en pie, demostrando una conexión total con la propuesta artística. La comunión entre la artista y la audiencia fue uno de los puntos álgidos de la noche.

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