Primero Editores / Ingrid Ahumada M.
Toluca, México.- Jorge Sánchez Casas y su esposa María Eugenia González, forman parte de la tercer generación de la familia Sánchez que se dedica a la elaboración y venta de calaveras de azúcar, cuya técnica o proceso de preparación es conocida como “vaciado” y su reto principal es preservar la tradición mexicana contra lo que el “halloween” ofrece.

La familia busca preservar la tradición del día de muertos, la permanencia de este tipo de calaveras en los altares mexicanos y que la técnica con la que se elaboran continúe siendo la característica principal de las calaveras de azúcar que, destacarán por su forma y colorido en los hogares de quienes aún recuerdan el primero y dos de noviembre a sus muertos, ya que la incursión desde hace años de productos características del halloween ahora también son competencia para este tipo de productos.

Foto: Ingrid Aumada

Años de experiencia

En entrevista, el señor Jorge Sánchez contó que fue su abuelo y su padre quienes le enseñaron la técnica y la venta de estas piezas, pues aunque es médico de profesión, nunca dejó de lado la elaboración del vaciado, ya que, reiteró que su interés principal es mantener la tradición desde la elaboración de los productos que venden en la Feria y Festival Cultural del Alfeñique en Toluca.

“Hemos hechos dos cursos para todos aquellos que pudieron olvidar algo del proceso de elaboración del vaciado. (…) Creo que si hay nuevas generaciones interesadas en aprender las técnicas, por ejemplo, mi nieto aquí colabora en lo que puede porque está pequeño, pero le interesa aprender”, contó.

Foto: Ingrid Ahumada

Elaboración y decoración

El proceso de elaboración de estas calaveras de azúcar, inicia al menos siete meses antes de la última semana de octubre, es decir, desde el mes de marzo inician los trabajos, cuyo proceso consiste en disolver el azúcar en agua y se deja hervir por poco más de media hora hasta que espese, agregándole un poco de limón, calculan el punto en que la miel está lista para ser “espumada” y vaciada en los moldes que son generalmente de barro, aunque también se usan de madera y bronce. 

Cuando el azúcar empieza a cuajar se voltea el molde rápidamente para que un poco de la miel interior escurra y las calaveras queden huecas. Ya secas, estas se sacan del molde y se decoran con “betún”, hecho con clara de huevo, azúcar glass y colorantes; aunque para los ojos se usa papel de estaño y algunas personas como la señora María Eugenia, quién se se encarga de la decoración, hace uso de otro tipo de adornos coloridos para hacerlas más atractivas.

“Depende de cada artesano la creatividad de qué ponerle para decorar, también los colores que eligen que algunos son más discretos, otros más coloridos”, comentó María Eugenia.

“Empezamos más o menos en marzo con el proceso de elaboración para que las calaveras se sequen adecuadamente, para la temporada de lluvias nosotros ya tuvimos que haber terminado, ya que para nosotros el peor enemigo es la humedad porque la calavera se impregna de eso y se deshace”, explicó.

Para el decorado de las piezas más pequeñas se llevan alrededor de 20 minutos, sin embargo, para la piezas más grandes que llegan a pesar más de tres kilos, se pueden llevar horas según la creatividad que le pongan a cada pieza.

“Esto también es como una terapia, es tan relajante que se te pasan las horas decorando, incluso mi hija viene ayudar cuando sale del trabajo y justo coincidimos en eso, a ella la relaja del estrés del día y lo disfruta, es un rato de distracción y relajación”, añadió.

Un trabajo muy dulce

Para estas fechas, requieren alrededor de  dos toneladas de azúcar para realizar en promedio tres mil piezas de calaveras de todos los tamaños, las cuales venden en dos puestos que se ubican en la Feria del Alfeñique, en donde también ofrecen piezas de alfeñique como los tradicionales borregos, puercos, gallinas y hasta tumbas, coronas y cruces.

Con la misma técnica de “vaciado” se fabrican también botellitas, corazones y letras rellenas de un licor o de agua azucarada o perfumada.

Precisó que a la fecha y ha pesar de los productos que llegan de Estados Unidos y China, hay una regla básica entre los que se dedican a esto y es “no vender nada de halloween”, lo que dijo les ha servido para mantener sus ventas pues de los productos que elaboran la mayoría de vende, lo que es importante pues el producto por mucho que se cuide y se conserve no se puede vender para el próximo año.

Foto: Ingrid Ahumada

Innovación detenida

La señora argumentó que, a pesar de que han buscado innovar en los personajes y las figuras que ofrecen, el problema al que se enfrentan es que actualmente no hay alfareros que realicen los moldes que necesitan para la técnica del vaciado.

Comentó que la falta de “buenos alfareros” se debe a que también en este sector los jóvenes tampoco están interesados por preservar las técnicas de elaboración y aunque el mejor barro que utilizaban era el proveniente de Metepec y Guadalajara, en ninguno de estos lugares les fabrican lo que requieren.

“Tal vez no lo hemos empleado si algún día se utilizan los moldes de silicón que ahorita están muy fuertes y podría ser una opción, aunque son bastante caros”, dijo.

Satisfacción familiar

Finalmente, para doña María, elaborar estas piezas ha unido a su familia, pues les permite compartir un rato grato mientras decoran o realizan el proceso del vaciado, además mientras dura la feria del alfeñique, tienen tiempo de compartir lo que todos -incluyendo ahora su nieto- disfrutan.

En tanto, don Jorge recordó que mientras ejercía como doctor las vacaciones que pedía no eran para precisamente irse de viaje, sino para trabajar en la elaboración de las calaveras, por ello, ahora asegura que su satisfacción más grande es que superó todo lo que sus familiares antecesores hicieron respecto al vaciado, ya que a la fecha ha modificado las recetas incluso de otros dulces típicos.

Foto: Ingrid Ahumada
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