Por Cristina Colmenares
Actores de doblaje de la serie One Piece fueron seriamente amenazados por fans que no quedaron satisfechos con el doblaje latino.
Días atrás, Toei Animation anunció que llevarían a Netflix la serie One Piece gracias a una alianza que ambas empresas formaron. Los fans latinoamericanos recibieron la noticia con gusto y emoción, pero todo cambió cuando en la plataforma de streaming se encontraron disponibles los 61 episodios de la saga East Blue de One Piece.
A los fanáticos no les gustaron las voces de doblaje. Por ello salieron a quejarse en redes sociales, pero no todo fueron quejas, algunas fueron hasta amenazas a los actores de doblaje por no “haber hecho bien” su trabajo.
Mireya Mendoza, quien presta su voz a Luffy, recibió fuertes comentarios porque como mujer interpretó a un personaje masculino. Es una pena que a estas alturas se conserven ese tipo de pensamientos y emitan ese tipo de comentarios. Recordemos que grandes personajes masculinos de anime han sido interpretados por mujeres. Por ejemplo, Laura Torres presta voz a Goku de infante al igual que a sus hijos, Liliana Barba dio voz a Carlitos de Rugrats y a Kyle Broflovski, personaje de South Park.
El director de doblaje, Arturo Castañeda, salió en defensa de sus compañeros de trabajo y el producto final. A través de un video en su cuenta de Twitter dijo que “He estado recibiendo bastantes mensajes de odio, mentadas de madre, amenazas, una opinión general a cerca de mi persona por el doblaje (…) Entiendo su frustración, su malestar, y de todo corazón les ofrezco una disculpa”.
Asimismo, agregó que “Yo mismo y todo el equipo de trabajo, desde los traductores hasta el último ingeniero de grabación, todos nos enamoramos del proyecto. Todos dimos nuestro mayor esfuerzo (…) la verdad es que ‘One Piece’ es uno de los mejores animes que he visto en mi vida y lamento de todo corazón que no les haya gustado el resultado”.
No es malo manifestar cuando un trabajo de doblaje no nos gustó, lo que está mal es convertir ese desagrado en odio. Hay una delgada línea entre decir “no me gusto” y amenazar a los actores de doblaje.