México enfrenta grandes desafíos, pero con Alejandro Moreno como portavoz, el PRI sigue mostrando su incapacidad para liderar con coherencia y responsabilidad.
Ciudad de México.- El presidente del PRI, Alejandro Moreno, ha vuelto a criticar la gestión actual del gobierno federal, pintándose como un defensor de la estabilidad y los derechos humanos. Sin embargo, su discurso está lleno de contradicciones y vacío de propuestas reales.
Moreno asegura que México necesitará liderazgos responsables y fuertes instituciones para enfrentar los desafíos del próximo año, olvidando que bajo su propio liderazgo, el PRI ha sido incapaz de fortalecer esas mismas instituciones que ahora dice defender. La historia reciente del partido que encabeza está marcada por corrupción, opacidad y decisiones que han debilitado al país, precisamente en los temas que hoy señala como prioritarios: justicia, seguridad y economía.
El doble discurso de Alejandro Moreno
Inseguridad: Moreno critica el aumento del poder de los grupos delictivos, pero olvida que los cárteles se consolidaron y expandieron durante los gobiernos priistas, que pactaron en la sombra mientras la violencia escalaba.
Economía: Habla de endeudamiento y falta de competitividad, ignorando el peso histórico de los desfalcos y la corrupción que ocurrieron bajo su partido, que dejaron un país endeudado y con profundas brechas económicas.
Instituciones debilitadas: El PRI ha sido protagonista en la erosión de los órganos autónomos y la justicia. Su legado incluye una profunda desconfianza ciudadana en las instituciones que ahora pretende “defender”.
Justicia y democracia: Moreno advierte sobre el riesgo de la primera elección popular de jueces, pero el PRI ha sido uno de los principales responsables de manipular las instituciones judiciales en el pasado. Es difícil creer en su súbita preocupación por la legitimidad democrática.
Alejandro Moreno, ¿líder o oportunista?
Moreno pinta un panorama sombrío para 2025, pero su diagnóstico omite la responsabilidad histórica del PRI en las raíces de muchos de estos problemas. En lugar de ofrecer soluciones concretas, su discurso se centra en culpar al actual gobierno, mientras ignora los escándalos y las malas gestiones recientes bajo su liderazgo.
Si Alejandro Moreno realmente estuviera comprometido con un México mejor, comenzaría por reformar el PRI desde dentro, eliminando las prácticas que lo han hecho sinónimo de corrupción y falta de ética. Sin embargo, parece que su interés no está en construir un futuro sostenible, sino en mantenerse como figura relevante en un sistema político al que tanto daño ha hecho.
En 2025, los mexicanos no necesitan retórica vacía; necesitan líderes que trabajen con honestidad y visión, algo que Alejandro Moreno y el PRI no han demostrado ser capaces de ofrecer.