Por Zuleyka Franco

Por empoderamiento de las mujeres nos referimos al proceso por el cual las mujeres, en un contexto en el que están en desventaja por las barreras estructurales de género, adquieren o refuerzan sus capacidades, estrategias y protagonismo, tanto en el plano individual como colectivo, para alcanzar una vida autónoma en la que puedan participar, en términos de igualdad, en el acceso a los recursos, al reconocimiento y a la toma de decisiones en toda las esferas de la vida personal y social.

Debe acompañarse por estrategias que potencien la igualdad efectiva en el acceso a los recursos básicos, entre ellos, la educación, la sanidad o el empleo de calidad. Y debe incorporar reconocimiento y revalorización de las mujeres por sus aportaciones en cualquier campo de la actividad humana y por su capacidad para luchar por sus derechos y su emancipación, es decir, una genealogía feminista.

El empoderamiento de las mujeres es tanto un proceso (individual y colectivo) como un objetivo a lograr, por lo que requiere también afrontar estrategias para lograr la igualdad efectiva en todos los ámbitos de la vida. Y, particularmente, impulsar una mayor participación de las mujeres en los escenarios de poder, hasta lograr una participación paritaria.

La Plataforma de Acción de Beijing, resultante de la Conferencia Mundial de las Mujeres de Naciones Unidas en Beijing (1995), estableció que las mujeres tienen igual derecho a participar en la gestión de los asuntos públicos y, mediante esa participación, a contribuir a redefinir las prioridades políticas al incluir en los programas políticos nuevos temas y ofrecer nuevos puntos de vista sobre cuestiones políticas generales, marcó dos objetivos estratégicos:

  • Garantizar a las mujeres igualdad de acceso y la plena participación en las estructuras de poder y en la adopción de decisiones.
  • Aumentar la capacidad de las mujeres de participar en la adopción de decisiones y en los niveles directivos.

Ahora bien, cómo aumentamos esa capacidad en la mujer para querer participar en esa toma de decisiones, ¿cómo empoderamos su nivel de conciencia, en la cual decidan llegar a esos niveles?

Como afirma la ONU Mujeres (Agencia de Naciones Unidas para la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres), en todas las esferas de la vida, ya sea en los órganos políticos o las reuniones empresariales, las mujeres tienen muy poca participación en las decisiones que las afectan.

¿Cómo tomar el control de nuestro género y destacar en la toma de éstas decisiones?

Las cuotas y otras medidas de acción positiva dan lugar a una mayor participación de las mujeres. Y ONU Mujeres también pone en el punto de mira el empoderamiento económico: “En comparación con los varones, las mujeres están muy rezagadas en el acceso a la tierra, el crédito y el empleo decente.

Siguen sufriendo de manera desproporcionada la pobreza, la discriminación y la explotación. La discriminación de género implica que a menudo las mujeres acaban desempeñando trabajos no seguros y mal pagados, y siguen siendo una pequeña minoría en puestos directivos.

Es necesario derribar las múltiples barreras que impiden a las mujeres aprovechar las oportunidades económicas.

Si queremos crear una economía más fuertes, lograr los objetivos de desarrollo y sostenibilidad convenidos internacionalmente y mejorar la calidad de vida de las mujeres, las familias y las comunidades, es fundamental empoderar a las mujeres para que participen plenamente en la vida económica en todos sus sectores.

El sector privado es un socio clave en los esfuerzos de promoción de la igualdad de género y del empoderamiento de la mujer.

Sin embargo, para garantizar la inclusión del talento, las aptitudes y la energía de las mujeres —desde las oficinas ejecutivas hasta las fábricas y la cadena de suministro— es necesario adoptar medidas y políticas específicamente dirigidas al logro de ese objetivo pero, a pesar de la evidencia, las mujeres seguimos quedando atrás y esto impacta no sólo en la desaceleración del crecimiento económico, sino en el avance de los derechos de las mujeres, y por lo tanto en el desarrollo de las naciones.

Cifras disponibles nos permiten señalar que cerca de mil millones de mujeres no son capaces de alcanzar todo su potencial económico, debido a barreras tales como el acceso desigual a las oportunidades y al crédito, falta de suficiente educación y formación, la falta de apoyo de sus comunidades o gobiernos para entrar en la fuerza laboral y la economía.

A pesar de que el enfoque de género es un tema en la agenda pública desde hace más de medio siglo, poco hemos avanzado en el entendimiento de políticas, prácticas y métodos para empoderar a las mujeres rurales. Además del acceso a recursos físicos y financieros que incrementan el “poder hacer” en las mujeres, es importante lograr un empoderamiento social y psicológico.

¿Por dónde empezamos?

El empoderamiento psicológico en nuestras mujeres a mi manera de ver las cosas, es el principal factor a atender para así llevarlas a otro paso y a otro nivel en el camino del empoderamiento. La confianza y el autoestima son elementos psicológicos necesarios para superar condiciones de discriminación o bien, para emprender y concretar las metas que la mujer se proponga.
Estoy de acuerdo en que todavía falta mucho por estudiar a las mujeres rurales y a las organizaciones sociales que trabajan en favor de ellas.

Existe una veta de investigación para comprender la dinámica de la mujer rural y diseñar intervenciones más adaptadas, podría existir también alguna ruta o programa de como amplificar el conocimiento para favorecer y fortalecer a las instituciones que tienen una vocación de trabajo con la mujer rural mexicana.

En esta sociedad que si bien, el machismo aún está presente, el mayor reto como mujer es tener un empoderamiento que sustente un camino difícil y largo hacia el reconocimiento de la mujer actual…

Trabajemos pues para que así sea y desde nuestras células familiares, laborales y de amistad, estemos creando circunstancias en las que la figura femenina no esté enfocada únicamente en la crítica, el machismo, las ideologías culturales de agresión, de nepotismo, de enemistades entre las mismas mujeres; sino trabajar para que desde nuestras familias, padres, hijos, amigos y compañeros, exista una atmósfera de igualdad, reconocimiento y empoderamiento de la figura femenina.

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