Las filósofas han existido siempre, pero por ese sesgo, muy común todavía, de que las mujeres no son tan capaces como los hombres para el pensamiento abstracto, no aparecen en la historia de la filosofía. O “no valía la pena historiar su pensamiento” o figuran sólo como apéndices de los grandes filósofos.

Mujeres filósofas siempre han estado presentes en la filosofía antigua, en la medieval, en la moderna y en la “reciente”, agrega Teresa Rodríguez, doctora en filosofía por la UNAM. Sin embargo, no fue hasta hace un par de décadas que las feministas se dieron cuenta la historia de la filosofia estaba sesgada y dejaba fuera a muchas por ser mujeres

Para Rodríguez, del Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIFs), recuperar el pensamiento filosófico de las mujeres en distintas épocas no es una labor de anticuario, de coleccionar sus nombres e ideas, sino de reivindicar el papel de las mujeres en las prácticas filosóficas, no sólo del pasado sino también del presente.

Existen filosofas del siglo XX quienes fueron fundamentales para diferentes pensamientos actuales como Simone de Beauvoir” en el pensamiento feminista” ; Hannah Arendt, “en el pensamiento político”, así como Elizabeth Margaret Anscombe, “en la corriente analítica”.

En filosofía, señala la filósofa Rodríguez, hablar de escuelas (existencialismo, idealismo…) es ordenar su historia con parámetros sesgados hacia la actividad de los varones y el protagonismo de un maestro que normalmente es un varón que detenta la autoridad.

Por ejemplo, Simone de Beauvoir con su pensamiento feminista abre toda una discusión en la que filósofas de épocas posteriores se suman a preguntas sobre “el segundo sexo” y la condición de la mujer como sujeto inmerso en procesos sociales.

—¿El machismo y el patriarcado han sido trabas para la visibilización, la publicación y la difusión de las obras de las filósofas?

La visión de que sólo los varones pueden realizar un ejercicio especulativo de calidad y que las mujeres tendrían otras habilidades que no corresponden con las propiamente filosóficas ha complicado la inclusión de las filósofas en la historia de la filosofía.

Otro sesgo, agrega la filósofa universitaria, es la percepción automática de que la obra de una filósofa es de menor calidad que la de un filósofo, sin detenernos en una lectura cuidadosa.

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