Ciudad de México.- Los tipos de migrantes que transitan por México, casi siempre en ruta a los Estados Unidos, son variados; en algunos se ha aplicado más la política de contención migratoria, es decir, detenerlos. “Son los que vienen principalmente de Centroamérica, particularmente de Honduras, El Salvador y Guatemala”, señala el investigador del Instituto de Geografía de la UNAM, Guillermo Castillo Ramírez.
Con motivo del Día Internacional del Migrante, que se conmemora el 18 de diciembre, el especialista explica: estas políticas de control vienen de manera previa a la pandemia por la COVID-19, prácticamente a partir de inicios de la década pasada.
“La mayoría no busca quedarse en México, sino llegar a Estados Unidos, básicamente por dos razones: allá hay redes, especialmente de salvadoreños y guatemaltecos, desde el principio del siglo XX, cuando hubo conflictos políticos en sus países; y existe una importante brecha salarial, pues en Estados Unidos pueden ganar mucho mejor que en su país de origen”, apunta.
Una persona que trabaja de ocho a diez horas diarias en la unión americana puede ganar de 100 a 120 dólares, es una cantidad de dinero importante, mientras que en México ganarían el salario mínimo, aproximadamente de 100 pesos. Es un escenario que no tiene punto de comparación, por eso nuestra vecina nación del norte es el gran polo de atracción migrante, abunda el universitario.
El caso de Honduras es más reciente, pero es una migración abundante, cargada de violencia, violación a los derechos humanos en su país, incluso por la ocurrencia de huracanes. “Cuando estos centroamericanos salen de sus países están en condiciones muy precarias por la condición socio-económica por la baja escolaridad que tienen, difícilmente pueden tener acceso a una migración documentada en México que les permita solicitar derecho de asilo en Estados Unidos”, acota el especialista.
Esta situación ocasiona que cuando están en México su condición migratoria irregular los vuelva vulnerables y susceptibles ante grupos delincuenciales que los roban, extorsionan y hasta secuestran.
“La migración hay que verla en términos de una estrategia para sobrevivir. Hay que desplazar el debate y no decir que es alguien que migra porque es un delincuente, que no tiene papeles, cuando es al revés: hay condiciones difíciles en los lugares donde viven (pobreza, falta de salarios, escaso empleo, violencia), que hacen que la gente salga para luchar por una vida digna, y la migración se vuelve una estrategia sociopolítica, una forma de mejorar la vida a través de acciones que las personas consideran pertinentes”, explica Castillo Ramírez.
Se trata de un proceso complejo donde intentan, mediante diversas estrategias, mejorar sus condiciones de vida, lo que es perfectamente legítimo. Hay que trascender ese discurso que pone en el mismo nivel de la balanza migración y una transgresión a los marcos jurídicos. La mayoría de las personas migrantes no son delincuentes, intentan tener una vida digna.
De acuerdo con Castillo Ramírez parte de la política migratoria de México tiene que ver con un complejo marco geopolítico. “Ya hemos visto que la agenda migratoria norteamericana pesa demasiado y tiene un impacto”. Hubo un programa para detener y deportar personas en la frontera sur de México. “El argumento es el respeto a los derechos humanos, pero de facto se sabía que lo que no querían es que se viera a niños y adolescentes solos en su país”.
Para el universitario son expresiones de vulnerabilidad social que, más allá de “la llamarada mediática”, nos tenía que hacer pensar que se trata de procesos complicados que deben tener soluciones integrales y regionales.
El alcance
En su página de internet, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoce que existen diversos factores que inciden en los movimientos de población, pueden ser voluntarios o forzosos, son el resultado de desastres, crisis económicas y situaciones de pobreza extrema o conflicto, cuya magnitud y frecuencia no dejan de aumentar.
En 2020, agrega, había aproximadamente 281 millones de migrantes internacionales, lo que corresponde 3.6 por ciento de la población mundial.
La ONU refiere que estos factores tendrán repercusiones de calado en las características y alcance de la migración en el futuro, y determinarán las estrategias y políticas que los países deberán implementar para aprovechar el potencial de la migración, sin dejar de lado la protección de los derechos humanos fundamentales de los migrantes.
Ante el aumento de los flujos de personas en el orbe, en el 2000 la Asamblea General de la ONU proclamó el 18 de diciembre como el Día Internacional del Migrante, con la finalidad de impulsar el intercambio de experiencias y oportunidades de colaboración por parte de los países y regiones, ante las dificultades del fenómeno.
Con la creación de esta efeméride se pretende visibilizar los retos, dificultades y adversidades que deben afrontar, así como efectuar un llamamiento a las naciones del planeta para contribuir a que la migración sea un proceso seguro, regular y digno.