Ciudad de México.- Luego de escuchar malas experiencias de familiares sobre los servicios de salud recibidos, Mariana Murillo Hernández eligió tener a sus hijos en un espacio con enfoque humanizado-respetado. “Era importante que mi pareja entrara conmigo. Tuve a mi bebé en la posición que quise, en cuclillas. Al nacer no lo separaron de mí y pude cortar el cordón umbilical”.
El parto debe vivirse de forma satisfactoria, segura y alegre. Sin embargo, en México tres de cada 10 mujeres han sido maltratadas obstétricamente, según el INEGI. Por ello, la Facultad de Enfermería y Obstetricia (FENO) de la UNAM forma profesionales para brindar atención desde el modelo humanizado-respetado.
“Se trata de una actividad, filosofía y propuesta tanto teórica como conceptual que apela al respeto de las opiniones y decisiones de la mujer en su proceso de gestación, parto y puerperio, en vez de limitarse a las indicaciones sobre cómo debe proceder el personal de salud”, explica Rosa Amarilis Zárate Grajales, directora de la FENO.
Este enfoque implica seguir las recomendaciones de la OMS “para proteger los derechos de las madres e hijos en términos de cómo brindar servicios de calidad que representen una experiencia feliz. A pesar de eso, el modelo es poco empleado en el país,” refiere Gustavo Nigenda, profesor e investigador de la facultad.
Autonomía para decidir sobre el parto
El parto humanizado lo llevan a cabo licenciadas en Enfermería y Obstetricia, con frecuencia supervisadas por enfermeras con especialidad perinatal, para la atención de embarazos de bajo riesgo (los más comunes). Aunque no requiere intervención médica a menos que sea necesario un procedimiento quirúrgico, se enfatiza la posibilidad de lograr un trabajo interprofesional en busca de una atención integral en la que puedan participar áreas como nutriología, ginecología o psicología.
Una de las diferencias con el modelo estandarizado en México: el medicalizado-institucional, es que en este último no se toma en cuenta la opinión de las pacientes y se les pone en situaciones incómodas por la frecuente ejecución de prácticas innecesarias o riesgosas.
“En el hospital muchas veces tardan en revisarlas. Al hacerlo son separadas de su acompañante, las acuestan, no les permiten deambular y las medican, generalmente con oxitócicos para regularizar las contracciones. El personal de salud actúa como si ellas no tuvieran capacidad de decidir sobre su cuerpo, su hijo y las condiciones en que nacerá”, señala Rosa Zárate.
“El modelo medicalizado-institucional se concentra mucho en la fisiología, pero con un enfoque intervencionista. Les hacen cesáreas, episiotomías, las canalizan y en ocasiones realizan tracción del cordón umbilical, prácticas consideradas riesgosas y que la propia OMS no recomienda emplear de forma rutinaria”, agrega el profesor Nigenda.
Esto cambia cuando se habla de un parto humanizado, el cual tiene como objetivo el que la mujer sea protagonista del nacimiento, lo viva con satisfacción y que, de manera informada, consciente y autónoma, tome decisiones en torno a éste.
Mariana tuvo a su primer niño en 2014 y en mayo de 2024 dio a luz al segundo. En ambas ocasiones acudió al Centro de Investigación Materno Infantil (Cimigen), que en convenio con la FENO permite a sus pasantes hacer el servicio social participando directamente en la atención del parto.
El enfoque de los servicios brindados a Mariana le dio tranquilidad y seguridad en su gestación y a la conclusión de ésta. “Desde el principio te preguntan cómo te sientes, te hacen todos los exámenes pertinentes y te explican e informan bien para planear cómo quieres el alumbramiento”.
En su segundo embarazo, Mariana se preparó con cursos psicoprofilácticos. Ahí aprendió movimientos de cadera y cómo respirar para el momento de dar a luz. “Se busca el acompañamiento de una doula, personaje surgido hace algunos años con el que enfermeras, parteras u obstétricas apoyan a la mujer mediante ejercicios respiratorios, psicoprofilácticos, le enseñan cómo amamantar, los signos y síntomas de alarma y cómo preparar el periné para el parto”, menciona la directora.
También se procura prescindir de prácticas como la episiotomía (corte en los tejidos que abre el espacio vaginal y permite al bebé salir rápido), pues además de no requerirse la mayoría de las veces porque el proceso natural prepara al cuerpo para expulsarlo, en muchos casos, tras la sutura, se presentan problemas fisiológicos para orinar, dolor o sangrado.
La cesárea es otra intervención innecesaria cuando los embarazos no son de alto riesgo. La tasa anual de este procedimiento, recomendada desde 1985 por la OMS, es de 10 y 15 por ciento. Sin embargo, en México a 46 de cada 100 mujeres se les practica, de acuerdo con datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas.
“Si los partos de bajo riesgo se realizan en el primer nivel de atención no se requeriría trasladarlas a hospitales y se evitarían situaciones como la aceleración artificial de los procesos para provocar un alumbramiento más rápido; además, tendríamos más camas disponibles para atender personas con problemas de salud”, apunta Gustavo Nigenda.
Es importante que ellas tomen decisiones sobre si quieren deambular, comer, tomar agua, bañarse y la posición para parir (acostadas, vertical, en cuclillas o en cuatro puntos), o si las acompañará su pareja, familiares o la partera tradicional, como sucede en muchas comunidades rurales. Cabe señalar que la felicidad, confianza y comodidad favorece la liberación endógena de hormonas que generan un parto más adecuado.
Este modelo tiene gran interés por la salud emocional, “un aspecto que, en el medicalizado, es secundario. Lo relevante es concluir el proceso dentro de los parámetros fisiológicos y que el recién nacido esté sano”, comenta el académico.
“Mi pareja estuvo conmigo todo el tiempo, me sentí segura porque es un momento en el que te pierdes. Pude caminar y escuchar música, así todo pasó más rápido y no sentí tanto dolor. Elegí evitar la cesárea, lo tuve en cuclillas”, narra con alegría Mariana al recordar aquel episodio de su vida.
Relata también la importancia de que hayan respetado su postura sobre no separarla de su bebé en cuanto nació, así pudo pegarlo a su pecho y abrazarlo. Aunque hubo momentos donde se sentía nerviosa por no recordar los cuidados que dio a su primer hijo, 10 años atrás, la matrona de la clínica le ayudó a prepararse en temas como dar pecho, calmar al menor y sacarle los gases.
Combatir el maltrato obstétrico
“Si te tratan de esta forma llegas al parto tranquila y sin estrés. Estoy satisfecha, sana y contenta por las decisiones tomadas; he escuchado experiencias muy feas derivadas de un mal servicio”, comparte Mariana.
La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2021 señala que la prevalencia de maltrato obstétrico en México, entre mujeres de 15 a 49 años es de 31.4 por ciento, con San Luis Potosí (38.9), Tlaxcala (38.5) y CDMX (38.5 por ciento) en los primeros lugares.
Recibir gritos y regaños, presión para colocarse un dispositivo, practicarse una operación para no quedar embarazadas o ser ignoradas al preguntar sobre su parto o bebé, son las situaciones más comunes. Realizarles cesáreas sin autorización, no informarles de forma adecuada la razón de llevar a cabo tal procedimiento, tardar en atenderlas bajo el argumento de que gritan o se quejan mucho u obligarlas a permanecer en una posición incómoda, también son parte de las violencias vividas.
“Se vulnera lo relacionado a opinar, porque la decisión de todo está del lado de los prestadores de servicios. En el humanizado se busca garantizar su capacidad de elegir, lo cual se liga a la necesidad de reconocerlas como sujetos de derechos. Ello nos permite asegurar una atención de la más alta calidad”, menciona Gustavo Nigenda.
La expansión del modelo humanizado es posible si se considera que, de la FENO, cada año egresan más de 300 profesionales de la licenciatura de Enfermería y Obstetricia capaces de replicarlo. Así, contribuyen en hacer frente al maltrato obstétrico padecido por las mujeres.
“Cursan actividades teóricas: procesos fisiológicos y fisiopatológicos del embarazo, parto y puerperio; farmacología obstétrica, y educación para la salud. Toman materias sobre ética, bioética, derechos humanos y género. Ningún estudiante sale sin saber cómo realizar reanimación cardiopulmonar acreditada o controlar una hemorragia”, expresa Zárate.
Además, asisten a escenarios clínicos, hospitales generales o de alta especialidad donde atienden mujeres y recién nacidos, así como a centros comunitarios. “Esta facultad siempre ha tenido interés en la educación holística, por ello se plantea que entiendan a las personas de forma integral, desde lo biológico hasta lo emocional, e incluso espiritual”, apunta el profesor Nigenda.
Mariana fue atendida por Barush Alejandro San Juan Díaz, quien concluyó la licenciatura en la FENO y realizó su servicio social en el área de enseñanza de Cimigen, donde actualmente labora. “Hacemos un plan de parto y tenemos una plática para explicar los cambios corporales que tendrán, cómo los notarán y de qué manera las guiaremos. Les enseñamos las medidas no farmacológicas para aliviar el dolor, como la masoterapia, aromaterapia y musicoterapia”.
Barush confía en que el modelo se replicará en más espacios: “Puede haber un cambio verdadero, pero se necesitan profesionales capacitados para ser un parteaguas en el futuro de los nacimientos”.
Los convenios entre la facultad y espacios de salud en Chiapas, Tlaxcala, Colima y CDMX han permitido al estudiantado realizar su servicio social con resultados positivos. Así ocurre con Areli Denisse Antonio Aguirre y Dulce María Balderas Alegría, quienes también han atendido a Mariana.
“Individualizamos los cuidados de cada paciente. Les damos información basada en evidencia, actualizada y completa para que tome decisiones o para que, ante cualquier complicación, sepa previamente a qué nos estamos refiriendo y por qué se hacen ciertas cosas”, menciona Areli.
Su experiencia en algunos partos la ha convencido de continuar su carrera profesional en ese sentido, igual que a su compañera Dulce, quien después de estar en hospitales de segundo y tercer nivel conoció un panorama diferente en Cimigen.
“La esencia de la enfermería obstétrica es cuidar a la mujer embarazada y en el alumbramiento, tomar todas sus atmósferas (biológica, psicológica y social) para que dicho momento se adecue a lo que quiere y necesita”.
FENO impulsa parto humanizado
Los esfuerzos de la FENO ven frutos en las vivencias que han tenido en espacios de salud y las dan a conocer en el libro Experiencias de parto humanizado en México. Trazando el futuro. Con estos aportes siguen contribuyendo a que el modelo se aplique en todo el país.
“La Universidad forma muy bien a sus especialistas, pero se requieren normas oficiales que permitan el ejercicio profesional. Ya hemos avanzado, por ejemplo, en que la enfermera recete a través de un cuadro básico; no obstante, faltan otros aspectos”, concluye Rosa Zárate. Por su parte, Gustavo Nigenda finaliza remarcando la relevancia de que el alumnado tenga “una idea clara sobre el tipo de cambios necesarios en el sistema de salud para mejorar los servicios. Una gran responsabilidad es instruirlos para que sean propositivos en términos de modificar prácticas y potencializar capacidades de atención”.