De alfombra roja a tierra árida:
El dilema de Paloma…

Por. – Benjamín Bojórquez Olea.

En la arena política, los verdaderos liderazgos se forjan en la humildad, la congruencia y la cercanía con la gente. No en la prepotencia, la simulación y la soberbia. Y aquí es donde la senadora sinaloense Paloma Sánchez Ramos demuestra que su carrera política no es más que un espejismo, un montaje que, lejos de contribuir al desarrollo político de Sinaloa, refleja el oportunismo que tanto ha dañado a la credibilidad de los partidos.

El ascenso político de Paloma Sánchez ha sido el reflejo de un sistema que premia la sumisión y la lealtad a cúpulas de poder por encima de la verdadera representatividad. Desde sus días en la Secretaría de Comunicación Social en tiempos de Enrique Peña Nieto, hasta su llegada al Senado por primera minoría, su trayectoria ha estado marcada por la imagen sobre el contenido, la imposición sobre el consenso y el escaso arraigo en la entidad a la que dice representar.

Quizás su más grande problema sea su desconexión con la realidad sinaloense. Porque si algo ha dejado claro, es que entiende la política como un trampolín personal, no como una vocación de servicio. Campañas mediáticas carentes de sustancia, estrategias de simulación como subirse a un camión recolector de basura para dar la impresión de compromiso con la gente, y una vida rodeada de lujos en la Ciudad de México contrastan con su intento de proyectar una imagen de sacrificio y trabajo arduo.

No es un ataque personal, es una reflexión sobre el tipo de política que Paloma Sánchez representa. Su falta de humildad y su excesiva prepotencia han sido evidentes, tanto en su desempeño como diputada federal plurinominal como en su actual papel en el Senado. Basta recordar sus palabras: “No voy a ir a buscar el voto, soy pluri bien a gusto”. Hoy presume los más de 300 mil votos que la llevaron al Senado, pero parece olvidar que su soberbia ya ha causado indignación en un electorado que no olvida fácilmente.

El PRI la perfila en el 2027 como una posible candidata a la gubernatura de Sinaloa. Una jugada que, de concretarse, no haría más que evidenciar la crisis de cuadros dentro del partido tricolor. Sinaloa necesita liderazgos sólidos, cercanos y con verdadera vocación de servicio, no figuras que ven la política como un simple escalón más en su carrera personal.

GOTITAS DE AGUA:

La senadora Paloma vive en un mundo de caramelo, donde el glamour y los lujos son su hábitat natural. Se pasea con sus mejores outfits, rodeada de celebridades del espectáculo, degustando exquisitos platillos en los restaurantes más exclusivos de la Ciudad de México. Y eso, a mi juicio, no tiene nada de malo. Lo verdaderamente indignante es su doble cara: cuando pisa Sinaloa, cambia el vestido de diseñador por pantalón de mezclilla y playera polo, se mezcla con “el pueblo de a pie” y come en fondas populares como si fuera una más. Una puesta en escena burda y descarada. Porque la realidad política de Sinaloa no se maquilla con fotos populistas ni con actos de falsa humildad. Si de verdad se tratara de servir, la congruencia sería su primer principio. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos mañana”…

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