LOS MUNICIPIOS Y LA NECE(SI)DAD DE RECAUDACIÓN
“Las deudas de hoy, son los impuestos de mañana…… El populismo subsistirá aun en democracia, cuando pueda gastar más de lo que ingresa impunemente y el electorado no lo entienda”. Felipe Calderón, ex presidente de México
Por Luis Felipe Garcla Chávez
Los municipios de México enfrentan una grave falta de recursos, lo que se refleja en servicios públicos cada vez más deficientes para las y los ciudadanos.
Una de las principales causas es la excesiva centralización del gasto público por parte de la Federación, que debilita la capacidad de gestión local y deja a los gobiernos municipales con escaso margen de acción a esto se suma el incremento de la deuda pública, que desde 2018 ha crecido de manera alarmante. El sexenio de López Obrador cerró con 17.6 billones de pesos, y en el primer año de la presidenta Claudia Sheinbaum se proyecta un aumento a 20.3 billones. Es decir, la deuda prácticamente se ha duplicado, lo que equivale a aproximadamente 151 mil pesos por mexicano per capita.
Ante este panorama, los gobiernos estatales y municipales han recurrido a medidas meramente recaudatorias: incrementos en el importe del transporte público (“tarifazo”), multas de tránsito y programas como el “No Circula” en el Valle de Toluca, además de nuevos derechos y cobros antes inexistentes, rescatados de los códigos financieros a conveniencia.
Uno de los golpes más duros para el bolsillo de la ciudadanía es el aumento proyectado al impuesto predial, disfrazado de una “actualización del valor catastral”. Se pretende equiparar el valor de los inmuebles al comercial, bajo el argumento de que eso “beneficia” al propietario al elevar el valor de su patrimonio.
En realidad, esta medida afectará la economía familiar y la industria inmobiliaria, pues encarecerá avalúos, escrituras y el impuesto por traslado de dominio.
A esto se suman los incrementos en las tarifas del agua, las multas por verificación vehicular y otros cobros administrativos, todo baio el falso discurso de que “hay menos pobres”. Las cifras oficiales se sustentan únicamente en los ingresos mensuales -incluvendo los apoyos económicos que entrega el propio gobierno pero la realidad es que ese dinero ya no alcanza ni para sostener las políticas asistencialistas que se presumen como logros.
Es momento de decir las cosas como son: el gobierno que se jacta de poner “primero a los pobres” actúa como un recaudador medieval, ocultando una crisis financiera producto de la corrupción y del despilfarro.
Tan solo por el huachicol fiscal se estima una pérdida de más de 600 mil millones de pesos, a lo que se suma una deuda cada vez más impagable, resultado de políticas públicas diseñadas no para servir, sino para controlar políticamente a la población.
Porque al final, los números no mienten, pero los discursos sí. Y mientras el gobierno insiste en pintar un país que no existe, la realidad cotidiana -la del bolsillo, la del transporte, la del recibo del agua y del predial- nos recuerda que la pobreza no se combate con propaganda, sino con verdadera responsabilidad. Y si no, que digan lo contrario.


