Un sismo de magnitud 7.7 se registró la tarde del pasado viernes cerca de Mandalay, seguido de una réplica de magnitud 6.7.
Ambos temblores provocaron el colapso de varios edificios, derribando también puentes y ocasionando bloqueos en diversas carreteras en el centro de Birmania.
El balance por el terremoto en Birmania subió a más de 2,000 muertos, informó el lunes la junta militar gobernante de este país, y las esperanzas de encontrar sobrevivientes entre los escombros se desvanecen tres días después del sismo que se sintió hasta en la vecina Tailandia.
Las autoridades birmanas declararon una semana de luto nacional y sus banderas ondearán a media asta “en señal de compasión por la pérdida de vidas y los daños causados por el violentísimo terremoto”.
Los expertos temen que haya muchos más muertos, a pesar de la movilización de la comunidad internacional para acudir en ayuda de este país diezmado por la guerra civil que carece de recursos para hacer frente a la magnitud de los daños.
Además de los 2,056 fallecidos confirmados, hay más de 3,900 heridos y 270 personas siguen desaparecidas tras el sismo de 7.7 grados.
El terremoto, el más fuerte en décadas en Birmania, provocó escenas de caos a 1.000 kilómetros del epicentro, como en Bangkok, la capital tailandesa, donde al menos 19 personas perdieron la vida, principalmente en el derrumbe de una torre de 30 plantas en construcción.
En Mandalay, la segunda ciudad de Birmania, situada cerca del epicentro, algunos habitantes pasaron una tercera noche bajo a la intemperie. Muchos durmieron en medio de las carreteras, lo más lejos posible de los edificios.
Los esfuerzos de rescate bajaron de intensidad en esa ciudad central de Birmania con más de 1.7 millones de habitantes, en medio de condiciones difíciles y con temperaturas cercanas a los 40 ºC.
El fuerte calor acelera la descomposición de cuerpos, lo cual podría complicar su identificación.