Por. – Benjamín Bojórquez Olea.

PAN dulce y veneno político…

La derecha en Sinaloa vive una lenta agonía, y lo más grave es que todavía no se da cuenta. En su ceguera, los dirigentes locales siguen esperando instrucciones desde las alturas de la Ciudad de México, como si allá todavía existiera una brújula moral o política capaz de guiarlos. Pero lo que llega desde la capital no es rumbo, sino una confusión disfrazada de estrategia: decisiones tomadas en escritorios que no conocen la realidad de los estados, ni el hartazgo ciudadano que hierve a ras de tierra. En fin: el no hacer alianzas con el PRI es por el mismo desgaste, consideran que afecta a ambos partidos, finalmente el tiempo le dio la razón a AMLO, cuando decía que el PRI y PAN eran lo mismo.

El Partido Acción Nacional, que alguna vez se presentó como reserva ética y alternativa democrática, hoy parece un fantasma que vaga entre pactos rotos y alianzas de conveniencia. En Sinaloa, su crisis se traduce en algo más que la pérdida de votos: se ha convertido en una maquinaria de simulación, una cueva de acuerdos pequeños donde la ideología se vende al peso y los principios se cambian por posiciones plurinominales.

El PAN local se aleja de las alianzas, pero también de la posibilidad de reconstruirse. En su soberbia, ha decidido aislarse, creyendo que jugar solo lo hace más digno, cuando en realidad lo exhibe más débil. Pretenden ser oposición, pero en cada elección terminan dividiendo el voto, favoreciendo a sus supuestos adversarios y dejando claro que ya ni siquiera saben para qué existen. En pocas palabras, se alejan, pero están más cerca que nunca de Morena.

Las decisiones erráticas que se toman en la cúpula panista —y que se obedecen sin chistar en los comités estatales— son el reflejo de un partido que perdió contacto con la realidad. En Sinaloa, los pocos activos políticos que les quedan se mueven entre el oportunismo y la nostalgia. Muchos ya migraron a Movimiento Ciudadano o al Verde, buscando nuevas plataformas para seguir colgados del presupuesto público. No importa el color: lo que importa es seguir respirando, aunque sea con oxígeno prestado.

Esa derecha que antes se llenaba la boca hablando de “valores” hoy vive de la simulación. Se disfrazan de ciudadanos, se presentan como “nueva política” y venden la ilusión de renovación, pero los apellidos, los intereses y las ambiciones son los mismos de siempre. Son los mismos clanes que durante años gobernaron para sí mismos y que ahora, al verse sin rumbo, buscan refugio en cualquier estructura que les permita seguir saqueando, ahora con otro nombre, otra bandera, otra pose.

Lo que ocurre en Sinaloa no es un hecho aislado: es el retrato más nítido del naufragio moral de la derecha mexicana. Las decisiones centralizadas del PAN y del PRI, tomadas desde la comodidad del Valle de México, están hundiendo lo poco que queda de credibilidad en los estados. No entienden que desde el norte del país se observa con creciente desprecio la soberbia con la que pretenden dictar estrategias desde un escritorio. Cada “lineazo” nacional que se impone en Sinaloa solo profundiza la desconexión con la gente y acelera el desgaste de sus propias estructuras locales.

Y mientras la militancia se marchita, los mismos de siempre se reparten las posiciones pluris, los contratos, los discursos invisibles. Hablan de democracia interna, pero operan con la lógica del feudo. Hablan de oposición, pero se sientan a negociar con el poder en turno. Hablan de ética, pero viven del doble discurso.

El resultado es un partido que ya no inspira respeto, ni miedo, ni esperanza. Solo indiferencia. Y en política, la indiferencia es la antesala de la muerte.

La derecha sinaloense se sigue hundiendo porque no sabe escucharse ni verse en el espejo. No entiende que el problema no está en el enemigo externo, sino en su propio reflejo: en su soberbia, en su desconexión, en su incapacidad para asumir que el país cambió y que ellos se quedaron varados en el pasado.

GOTITAS DE AGUA:

Quizá pronto veremos nuevos logotipos, nuevas alianzas, nuevas caras. Pero mientras el pensamiento y las prácticas sigan siendo las mismas, no habrá resurrección posible. Porque lo que se ha perdido no es el poder: es la vergüenza. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos mañana”…

Mi columna disponible en los siguientes portales:

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Síntesis de Prensa del Doctor Héctor Muñoz: http://www.sintesisdeprensadrhectormunoz.com/newpreview.php?id=647&tipo=3

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Primero Editores: https://primeroeditores.com.mx/opinion/sobre-el-camino-210/

Yo Digo Yo Pregunto: https://yodigoyopregunto.com/2025/03/25/sobre-el-camino-37/

Tamayo Informa: https://tamayoinforma.com/2025/01/09/sobre-el-camino-2/

Revista POLITEIA: https://revistapoliteia.com

Voces Nacionales (Alvaro Aragón Ayala): https://vocesnacionales.com/2025/01/17/culiacan-ya-no-es-lo-que-fue/

OV El Analista: https://ovelanalista.com/columna-sobre-el-camino/

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