Una balacera en Día de Muertos que detonó la indignación

Uruapan, Mich.- El 1 de noviembre de 2025, durante el tradicional Festival de las Velas en la plaza central de Uruapan, Michoacán, el presidente municipal Carlos Manzo Rodríguez fue atacado a balazos ante decenas de personas. Según las investigaciones oficiales, recibió siete impactos de bala antes de ser trasladado a un hospital, donde falleció. El agresor, identificado posteriormente como el joven de 17 años Víctor Manuel Ubaldo Vidales, fue abatido en el lugar.
El ataque ocurrió a plena luz del día, en un evento público de convivencia, lo que puso en evidencia la fragilidad de la seguridad en la región, a pesar de que el alcalde contaba con escoltas y elementos de la Guardia Nacional.

¿Quién era Carlos Manzo?

Carlos Alberto Manzo Rodríguez, de 40 años, asumió la alcaldía de Uruapan en septiembre de 2024 luego de una campaña independiente en la cual criticó abiertamente los pactos entre autoridades y grupos criminales. Durante su gestión había hecho de la seguridad una prioridad: patrullajes públicos, renovación de policía municipal, denuncias contra la delincuencia organizada y exigencia de mayor presencia federal en el estado.
Su perfil progresista y combativo le otorgó simpatía entre los jóvenes y sectores que demandan justicia. Pero también lo puso en el blanco.
En los meses previos al ataque, había solicitado públicamente a la presidenta Claudia Sheinbaum apoyo federal para contener al crimen, denunciando la presencia y control de grupos como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en la zona aguacatera de Uruapan.

Declaraciones que estremecieron

  • Su esposa, Grecia Itzel Quiroz García, asumió la alcaldía interina el 5 de noviembre con la voz entrecortada: “Vengo con el corazón destrozado porque me arrancaron a mi compañero de lucha, al padre de mis hijos”. Prometió “no permitir que el crimen imponga silencio”.
  • Su hermano, Juan Daniel Manzo, exigió transparencia total en la investigación y justicia sin impunidad: “No puede quedar en letra muerta lo que ellos le arrebataron a Carlos”.
  • Jóvenes y estudiantes del municipio organizaron vigilias y marchas espontáneas con velas, clamando “¡Justicia para Carlos!” y mostrando su temor de que el crimen organizado termine de consumir sus comunidades.

Movilización social y político de ruptura

El asesinato detonó movilizaciones en Uruapan, Morelia y otros municipios de Michoacán. Miles de habitantes, muchos jóvenes, marcharon el 2 y 3 de noviembre recorriendo las calles con ofrendas, flores de cempasúchil y fotografías del alcalde muerto. En la capital estatal, los participantes coreaban consignas como “Impunidad nunca más” y “Renuncia Bedolla”, en alusión al gobernador del estado.
La indignación superó los ámbitos locales: a nivel nacional se encendió el debate sobre la seguridad pública, el papel de las autoridades y la vulnerabilidad de servidores públicos ante la violencia.

Línea de investigación y vínculos criminales

La Fiscalía de Michoacán señaló que el arma utilizada en el crimen tenía relación con enfrentamientos previos entre grupos delictivos en la zona. Analistas vinculaban al ataque con la disputa territorial por la producción de aguacate y la extorsión agrícola en el occidente del país.
Además, se abrió una indagatoria sobre el círculo de seguridad del alcalde, pues tenía escoltas directos y apoyo de la Guardia Nacional, lo cual profundiza las dudas sobre cómo el agresor logró acercarse. La posibilidad de que exista participación de una célula criminal organizada no está descartada.

Impacto político y simbólico

El homicidio de Carlos Manzo se convirtió en un punto de inflexión:

  • Refleja la persistente vulnerabilidad de los alcaldes y líderes locales en zonas controladas por el crimen.
  • Evidencia que las estrategias de seguridad actuales están bajo presión y pierden legitimidad ante la opinión pública.
  • Despertó en los jóvenes un nuevo activismo, resignificando la figura de los servidores públicos como víctimas y al mismo tiempo promotores de cambio social.
  • Impulsó una crisis de confianza hacia los partidos tradicionales y exacerba el descrédito de los gobiernos locales y estatales en zonas de alta violencia.

El camino por delante

  • La investigación debe dar resultados claros: autores materiales, intelectuales, mecanismo del ataque y sanciones ejemplares.
  • El apoyo a la familia del alcalde, protección a testigos e impulso a la gobernabilidad en Uruapan son urgencias inmediatas.
  • Las movilizaciones ciudadanas podrían consolidarse como un referente de exigencia de paz y justicia en México.
  • En el caso de Michoacán, la muerte de Manzo pone a prueba el nuevo “Plan Michoacán por la Paz y la Justicia” anunciado por la Federación: si no genera cambio, la credibilidad del Estado estará en riesgo.

Este homicidio no es solo otro caso de violencia —es la señal más clara de que algo no funciona en el corazón de la gobernabilidad local. Carlos Manzo no murió en el anonimato; murió porque decidió alzar la voz. Hoy, su muerte exige que otros la amplifiquen.

Comentarios

Comentarios