• La desigualdad no solo se centra en el tiempo invertido en el transporte público, también en el bolsillo de este sector de la capital.  

Por Angélica Rangel  

Largas filas para tomar un camión, más de dos horas para llegar a su destino, microbuses que no garantizan seguridad del pasajero al ir compitiendo con los otros choferes por pasaje y destinar más dinero del contemplado para pagar el transporte, son algunas de las consecuencias que han surgido entre los habitantes de Tláhuac, Iztapalapa y varios municipios del Estado de México luego del colapso de una trabe en la Estación Olivos de la Línea 12 el pasado 3 de mayo.  

El desplome en el viaducto elevado de la Línea 12 del STC Metro la noche del 3 mayo en la estación Olivos que cobró la vida de 26 personas, tendrá un costo social y económico para una parte de los habitantes de la Ciudad de México que desde hace mucho habían salido de la marginación gracias al Metro.  

“La llegada del Metro a esta zona aumentó exponencialmente el número de oportunidades a las que podían acceder las personas en la zona de influencia, particularmente en el sur-oriente de la ciudad, para ir a trabajar, estudiar o incluso en temas de salud. Es un problema muy grande para las personas que viven ahí, es perder algo que ya tenías”, señaló Gonzalo Peón, director de ITDP México en entrevista para el medio Expansión.  

De acuerdo con un estudio realizado por la organización World Resources Institute (WRI) en el año 2018 en México, el 20% de los habitantes con los ingresos más bajos se concentraron en las alcaldías de Tláhuac, Iztapalapa, Xochimilco y Milpa Alta, demarcaciones en donde corría esta línea de forma continua hasta hace unos días y que se hizo para conectar a esta zona que tiene grandes problemas de movilidad.  

Asimismo, esto coincide con un mapa realizado por Oxfam México, en donde alrededor de las estaciones que van desde Mixcoac a Mexicaltzingo-ubicadas entre la Benito Juárez y una fracción de Iztapalapa-se encuentran los habitantes de los deciles más altos de ingreso. Por otro lado, desde Atlalilco hasta Tláhuac-que atraviesan las alcaldías de Iztapalapa y Tláhuac- se concentran los deciles más bajos de ingreso conforme se va llegando hacia el sur de la ciudad.  

Recordemos que la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, considera la posibilidad de abrir el tramo subterráneo entre Mixcoac y Atlalico, en donde existen más opciones de transporte, las 11 estaciones del tramo elevado hasta la terminal Tláhuac, donde viven cientos de personas con menores ingresos, no tienen una fecha de apertura de la línea, y tendrán que seguir en la precariedad que el transporte público alterno les ofrece.  

Víctor Alvarado, responsable de Movilidad y Cambio Climático en el Poder del Consumidor, consideró que si bien esto no afectará a todos los residentes del sur-oriente, quienes ya destinaban entre el 50% y 60% de sus ingresos para transportarse, son más vulnerables ante el cierre de la Línea 12.  

“Con esta afectación del Metro específicamente a las personas que lamentablemente van a tener que destinar un porcentaje mayor al transporte público, estaríamos hablando en casos desfavorables que hasta el 70% de sus ingresos tendrán que destinarlos al transporte. No es toda la población, son algunos segmentos de personas que viven en esas localidades”, señala el especialista del Poder del Consumidor.  

Este accidente no solo afectará a los ciudadanos de la periferia de la Ciudad de México, pues también afectará a quienes vienen de municipios del Estado de México como Chimalhuacán, Chalco y Nezahualcóyotl.  

Víctor Alvarado considera que además del costo social, el cierre de la Línea 12 podría tener un alto costo a la calidad del aire del Valle de México si las personas optan por la movilidad privada para trasladarse.  

“No sólo son costos monetarios sino también costos sociales y ambientales, es decir con la salida de la Línea 12 muchas de las personas quizás migren a vehículos individuales que hoy sabemos terminan siendo grandes generadores de contaminantes y de gases de efecto invernadero”, indicó.  

Para el especialista, a la par de reparar la infraestructura es necesario que se trabaje en recuperar la confianza de la gente sobre moverse en el Metro.  

“Hay que replantear cómo vamos a comunicar que el transporte público es seguro y lo más eficiente para la ciudad y para las personas”, concluyó Alvarado.  

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