Por Latitud Megalópolis/Aida del Carmen San Vicente

Con mucho respeto escribo esta columna con sentimientos encontrados, el pasado 15 de abril me recibieron con mucho júbilo en la Casa de la Cultura Jurídica de Ciudad Juárez Chihuahua, me brindaron un magnífico espacio para hablar sobre la derogación del juicio de interdicción y discapacidad, el público fue maravilloso porque la gente de Chihuahua es ¡bien riata! Son cálidos y sumamente generosos, a título personal señalo que son héroes y heroínas que han transmutado el dolor de su comunidad en ganas de trabajar, en ganas de recibir con amor.

Las personas que me recibieron eran ciudadanos de a pie que les tocó perder seres queridos en la guerra contra el narcotráfico, que se enteraron de mujeres desaparecidas o las conocían de primera mano, son personas que han convivido con la brutalidad y aun así su corazón es hermoso, debo decir que aprendí mucho de ellos.

Por otra parte, llegué a la Ciudad con sentimientos encontrados, puesto que el delito de feminicidio surgió a propósito de las muertas de Juárez, ya que en Ciudad Juárez desde enero de 1991 a la fecha desaparecieron aproximadamente 1900 mujeres -pueden ser más porque a veces las víctimas no tienen familia y no se hace la denuncia-, de algunas se hallaron sus cuerpos o partes de su cuerpo… de otras nunca más se tuvo noticias, eran niñas, adolescentes y mujeres jóvenes de escasos 20 años en su mayoría de clase trabajadora, algunas sin familia en la Ciudad pues eran trabajadoras de las maquilas que llegaban a trabajar para buscar el sueño americano, puesto que en Ciudad Juárez está la primer frontera que existió entre México y Estados Unidos.

Cabe agregar que el delito de feminicidio se tipifico de esa manera porque los cuerpos hallados presentaban huellas de violación, tortura -brutal- y desmembramiento, los cuerpos eran marcados con un triángulo en la espalda hecho con armas punzocortantes, los senos eran cercenados, quemados, a algunas les arrancaron el cabello, es decir, lo que simbólicamente representaba la feminidad en el cuerpo de la mujer era mutilado y lacerado como parte de un ritual de odio y desprecio hacia la vida de las mujeres y lo que ellas representan. El delito de feminicidio obedece a este patrón de destrucción y violencia ejercido sobre la vida y el cuerpo de mujeres, empero, a pesar del tipo penal y a pesar de las políticas públicas que se han instaurado aún no se erradica. El concepto de feminicidio fue empleado por primera vez por Julia Monárrez y Marcela Lagarde.

La situación de las muertas de Juárez nos debe llamar la atención porque habla de la precariedad y vulnerabilidad en la que viven millones de mujeres en el mundo, nos habla de la violencia sistemática a la que son sometidas las mujeres. Eran mujeres y niñas desde 7 años que desaparecían de camino a su trabajo o de regreso del trabajo hacia su hogar, cubrían jornadas de trabajo hasta muy tarde y estaban expuestas como hasta ahora, pues en Ciudad Juárez el trasporte público es precario, por no decir casi inexistente esta situación expone a las mujeres y a los ciudadanos en general, el alumbrado público en varias vías es escaso, esto también facilita que se perpetren delitos. Las obreras padecen malas condiciones laborales, sufren explotación y sus trabajos son temporales, es decir, su mano de obra se desecha fácilmente… a la fecha no se han esclarecido los delitos, nadie ha dado una explicación derivada de una investigación multidisciplinaria con un método riguroso.

Con amor quiero decir lo siguiente: las muertas de Juárez son nuestras muertas son las muertas de México; mujeres jóvenes, niñas, adolescentes de escasos recursos, cuyas familias eran discriminadas por las autoridades quienes no querían dedicar tiempo a integrar debidamente las carpetas, situación que sumergió en más impunidad a estos crímenes que nos golpean a todos por su brutalidad.

Al contemplar la cruz rosa llena de clavos que está en la frontera, en el Paso Internacional del Norte, a unos metros de El Paso, me llené de miedo y tristeza, me sentí vulnerable, lloré mucho en la noche, por todas eses víctimas, sus familias, sus sueños, el dolor que sintieron. Rezo porque obtengan justicia.

En estas líneas quiero honrar a las niñas, adolescentes y mujeres jóvenes, a las Muertas de Juárez, a nuestras muertas y quiero honrar a sus familias, honrar su dolor, su tristeza, también honrar al activismo y sus luchas, a las organizaciones civiles que dieron voz a las víctimas.

No debemos olvidar a las Muertas de Juárez porque su dolor es nuestro dolor.

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