Ciudad de México.- En una reciente conferencia de prensa, los senadores del Grupo Parlamentario del PRI, encabezados por su líder Alejandro Moreno Cárdenas, expusieron su oposición a la iniciativa de Morena que busca restringir la impugnación de reformas constitucionales mediante amparos y acciones de inconstitucionalidad. Sin embargo, es crucial preguntarse: ¿realmente están defendiendo la democracia, o simplemente buscan mantener su poder en un sistema que les ha beneficiado?
Moreno Cárdenas argumentó que la propuesta de Morena representa un “retroceso” y un debilitamiento del estado de derecho. Sin embargo, su defensa parece más un intento desesperado por mantener el statu quo que un genuino interés por el bienestar de los ciudadanos. En un país donde la corrupción y la impunidad han sido sellos distintivos de gobiernos pasados, el PRI debería ser el último en levantarse como defensor de los derechos ciudadanos.
Al lanzar un llamado a la oposición, el senador no hace más que intentar cohesionar un bloque que, durante años, ha sido cómplice de prácticas que han socavado la democracia en México. ¿Qué credibilidad tiene un partido que ha gobernado durante décadas y ha dejado un legado de corrupción y desconfianza? La retórica de la lucha por las libertades suena vacía cuando proviene de quienes han sido parte del sistema que tanto critican.
Moreno Cárdenas también mencionó la importancia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en la resolución de reformas constitucionales. Sin embargo, su insistencia en que la Corte debe tener el poder de decidir sobre estas reformas refleja un entendimiento distorsionado del papel del poder judicial, que debería ser independiente de los intereses políticos y de los partidos que han abusado de su influencia.
La realidad es que el PRI, al igual que otros partidos tradicionales, teme perder el control sobre un sistema que ha servido a sus intereses. La iniciativa de Morena puede ser vista como un intento de modernizar y democratizar el proceso legislativo, mientras que el PRI se aferra a viejas prácticas que han demostrado ser ineficaces y perjudiciales para la nación.
En este sentido, es urgente cuestionar la verdadera motivación detrás de las acciones del PRI. La defensa de los derechos ciudadanos no puede ser una bandera utilizada para ocultar un pasado lleno de abusos y complicidades. En lugar de llamarse a la unión para combatir lo que ellos consideran un riesgo de autoritarismo, deberían reflexionar sobre su propio papel en el fomento de un sistema que ha dejado a tantos mexicanos en la marginación.
El llamado de Moreno Cárdenas a la oposición puede sonar como un grito de guerra por la democracia, pero es, en esencia, un intento por preservar una estructura de poder que ha fallado al país. Es momento de que los mexicanos exijan una verdadera transformación y no se dejen engañar por discursos vacíos de aquellos que, por años, han sido parte del problema. La lucha por una democracia real y participativa debe continuar, pero esta vez, sin las viejas maquinarias que han demostrado ser incapaces de representar los intereses de la ciudadanía.