Por Socorro Valdez Guerrero

¡Se termino! Y decayó mi ánimo.
Lo disfruté tanto tiempo y hoy tengo a otro.
Desde que tocaba mis labios era delicioso, él sólo al principio.
Tarde supe que no era lo que esperaba.
No volveré a tenerlo entre mis manos.
Extraño al que cada mañana fría arropaba mi cuerpo con su calor.
Su aroma inundaba mi habitación.
Me despertaba con ese cálido sabor en mi boca, cuando me pesaba levantarme y salir a enfrentar el mundo.
Él amargo, más de lo que hubiera deseado.
El otro, su aroma embelesa, alienta, incluso su amargor.
Me siento triste, desganada, melancólica de saber ¡Se acabó!
Se consumió poco a poco, hasta que no quedó nada.
No previne ni busqué a tiempo para no quedarme sin él.
Siento ausencia, me hace tanta falta.
Reniego de mi suerte, de mi poco tiempo, del encierro y de no saber valorar aquellas tardes cuando lo disfrutaba caliente.
Extraño esos momentos.
Lo necesito, porque se convirtió en mi adicción.
Y se ¡Terminó! ¡No hay más! No da más.
Está aquel que busqué para sustituirle.
Uno que me quedó a la mano, cerca, no como él, lejos y fugaz.
No me quedé con las ganas. Me atreví, y lo probé.
¡Me equivoqué! Escogí mal, no me gustó.
Es más amargo, simple y cuerpo desganado.
¡Se va rápido!
Regresaré al que sabe confundir sentidos con su aroma.
Es tan delicioso y no para gusto de unos cuantos.
¡Me quedo contigo!
El otro, no me da bienestar. Lo sobrevaloré y no volverá a tocar mi boca.
Aunque critiquen, voy a cambiar. Sé a quien y qué quiero.
Probé a tantos, que conozco quien satisface desde que toca mi boca, recorre mi garganta y llega a mi estómago.
Contigo aprendí, si no te gusta, ¡cambia!
Escoge de nuevo. Contigo el olor y el sabor, lo dicen todo.
El otro, aunque embelesa a escritores e intelectuales, es sólo nombre y tradición.
Tú, mi deleite. No sólo embeleso por lugar místico.
La Habana, y su café para históricos personajes, ¡no para mi!
No, aunque Fidel Castro y el “Che” Guevara, disfrutaron esa taza de aquel aromático café.
Yo te prefiero a ti, ¡ahí voy ricura! De café “Equis”, en el Centro, en la calle de Roldán.
Con molido exacto para mi cafetera italiana, que ante está infame pandemia, disfrutaré, sin ti y en casa.

Comentarios

Comentarios