Por Carlos Z. Cadena  

Con la carrera Presidencial en marcha Sheinbaum con MORENA y Ebrard con el PT y el verde.  

*AMLO debe garantizar que la 4T trascienda y que Morena, el partido que fundó, no se fracture  

En el inicio de su cuarto año de gobierno, a partir de hoy, el desafío que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, tiene ante sí —independientemente de todo lo que contempla la administración pública— será conducir el proceso de sucesión para el sexenio 2024-2030.  

La sucesión tiene al menos dos vertientes: que le garantice al Presidente que su proyecto, la Cuarta Transformación, trascienda más allá de su liderazgo y carisma; además de impedir que Morena, el nuevo partido hegemónico, que él creó, se fracture en su debut como partido en el poder.  

El jefe del Ejecutivo federal abrió el 10 de marzo pasado la carrera para su sucesión. “Estoy contento porque hay relevo, porque es de la generación que sigue, o sea, yo tengo 67 —el 13 de noviembre cumplió 68. De 50 para arriba hay mujeres y hombres. Se van a enojar los adversarios, pero la verdad, la verdad, sí hay relevo de este lado. Ellos tienen problema, nosotros no. Es un abanico”, dijo López Obrador, sin dar nombres.  

A bote pronto, los reflectores pusieron en primer plano a Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, y a Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México.  

Ebrard se sumó a López Obrador en marzo de 2000 cuando declinó como candidato a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, por el Partido del Centro Democrático. Ya para entonces la carrera de Ebrard era larga y su relación con el hoy Presidente de México tenía años. Sheinbaum inició su carrera política al lado de López Obrador, cuando fue jefe de Gobierno de la capital mexicana y ella secretaria de Medio Ambiente, al inicio de este siglo.  

Existen indicios de que tanto Ebrard como Sheinbaum serán candidatos presidenciales, para lo cual operadores políticos del grupo en el poder analizan escenarios para que la alianza Juntos Haremos Historia de Morena-Verde-PT se divida. Sheinbaum iría por Morena y Ebrard con el Verde y el PT. De esa forma habría una suerte de interna constitucional. Ocupando, un mismo proyecto, dos espacios entre las preferencias electorales. Y quien vaya atrás del otro se sumaría al puntero, fortificando así que la Cuarta Transformación sea transexenal.  

El 11 de julio pasado el Presidente no dejó lugar a dudas de que en 2021 había comenzado de la carrera por su sucesión para 2024. Ese día afirmó que no había tapado o tapada —símbolo creado por Abel Quezada, en las páginas de Excélsior—,  

como había sucedido en administraciones pasadas, en referencia a que quizá su predilección estuviera con Sheinbaum.  

“Acá no hay eso, eso ya es historia. ¿Quiénes pueden sustituirme? Bueno, pues primero hay que tomar en cuenta que va a ser el pueblo el que va a decidir. Del flanco progresista, liberal, hay muchísimos, como Claudia (Sheinbaum), como Marcelo (Ebrard), como Juan Ramón de la Fuente (embajador de México en la ONU), Esteban Moctezuma (embajador de México en Estados Unidos), Tatiana Clouthier (secretaria de Economía), Rocío Nahle (secretaria de Energía), bueno, muchísimos, afortunadamente, hay relevo generacional”, volvió a decir el Presidente.  

Hace días el Presidente ofreció su conferencia mañanera en el edificio del Ayuntamiento, la sede del gobierno de la Ciudad de México, y salió del lugar con el brazo derecho sobre la espalda de Sheinbaum y el de ella sobre el de López Obrador. El titular del Ejecutivo Federal no escatimó en halagos y apoyo para la jefa de Gobierno.  

Al único que el Presidente no había mencionado como posible candidato es al senador Ricardo Monreal. Pero él no ha dejado de levantar la mano. El lunes pasado, sin embargo, lo mencionó en el contexto de las encuestas que Monreal rechaza como método de selección, pero nada más.  

Aunque el Presidente tampoco se ha referido al secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, como un potencial sucesor en la Presidencia, su cargo, la forma en que el Presidente anunció su llegada al gabinete hace apenas unos meses, y la cercanía entre el mandatario y su encargado de la política interior, lo hacen un aspirante nato.  

El 13 de julio, Ebrard anunció que buscaría la candidatura presidencial en una comida con sus allegados, entre ellos diputados del Partido Verde. El canciller tiene una liga con la facción del Verde que encabeza el senador Manuel Velasco, por herencia de su mentor, Manuel Camacho Solís.  

El hecho de que el Presidente haya anticipado, como ninguno otro mandatario en la historia del país, que la carrera presidencial había comenzado, provocó que los grupos políticos empezaran a acomodarse; y acomodarse en este tema se traduce en lucha.  

Una lucha, no pública, se configura entre quienes están en el primer círculo de cada uno de los aspirantes. De una y muchas maneras hacen proselitismo por sus jefes, entre las cúpulas políticas y económicas, en la base social, en los medios y también en las redes sociales. Otra lucha, esta sí publica, aunque todavía dentro de los parámetros de la civilidad política, es la presencia de los mencionados en distintos foros.  

Ebrard con el escaparate internacional: las relaciones multilaterales, el recibimiento al expresidente de Bolivia, Evo Morales, la mediación entre venezolanos, entre otros.  

Sheinbaum, a finales de agosto estuvo en San Cristóbal de Las Casas, en el contexto de la reconstrucción por el sismo del 19 de septiembre de 2017.  

Monreal tiene un foro múltiple. Desde el Senado se pronuncia de todos los temas de interés nacional. Igual que de las propuestas de nombramientos que hizo el presidente López Obrador, como de la situación de seguridad, de la derechización de la UNAM, a decir del inquilino de Palacio Nacional, del jaloneo entre el Ejecutivo y el INE, por la revocación de mandato, los salarios o los privilegios del Poder Judicial.  

Los embajadores De la Fuente y Moctezuma, por obvias razones de distancia, tienen menos oportunidades de hacerse presentes en el espectro nacional, aunque por haber pertenecido al grupo de Ernesto Zedillo, cuando fue Presidente, tienen sus respectivos operadores.  

Clouthier y Nahle hasta el momento se mantienen en sus respectivos trabajos; Tatiana en todo lo que tiene que ver con la reactivación económica. Igual que Rocío, que está de lleno en uno de los proyectos insignia, la refinería Dos Bocas.  

López Hernández, por su parte, tiene una posición de privilegio para los fines del Presidente. Puede ser el candidato de Morena, pero también puede ser el operador electoral que necesita el Presidente para garantizar la continuidad de su proyecto.  

Lo que dentro de este proceso sucesorio se vislumbra retador es lo que haga el Presidente para que su partido mantenga la cohesión y la unidad en torno a quien la o las encuestas que se formulen para definir al candidato o candidata —ese es el mecanismo que ha señalado el Presidente utilizará Morena, porque está en sus estatutos—, se mantenga y no se atomicen los grupos políticos de cada uno de los eventuales prospectos. (Con datos de Excélsior y Milenio)  

Conclusión: No descarte que Sheinbaum vaya con MORENA y Ebrard con el PT,  el verde y hasta Movimiento Ciudadano.  Esto se pone bueno…

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