Por: Soco Valdez Guerrero.

Lo he visto muchas veces, lo llegué a tratar. Su figura impone, aún cuando actualmente casi lo llevan en vilo o lo ayudan en su andar. Es un hombre criticado, pero reconocido. Con diversos cambios de colores partidistas, aspiraciones presidenciales y un buen gusto por la ingesta etílica. Incluso por féminas. Reacio y firme en su actuar y su trato. Gran conocedor y culto.

En su oficina, Pancho Villa y Zapata, lo acompañan. En sus ideales y convicciones, ambos permean sus acciones diarias. Conoce bien el manejo de la política interna y externa. Hombre franco y directo. Sin tapujos “escupe” su criterio y toma decisiones sin arrastre, sin búsqueda de quedar bien, aún contra la crítica.

Tal vez en alguna etapa de su vida inmiscuido en lo descompuesto, en lo corrupto. Su poder y posición da para aquellos proclives a embarrar las manos y ofrecer miel en la boca para favores. Disciplinado, pero con decisión propia a sus ideales.

Admirado por unos, detestado por otros. Beneficiado como muchos, pero político, sí, político ¡Congruente!, como pocos. Sus acciones por migrantes centroamericanos en la Cámara de Diputados fue evidencia ante el silencio de muchos. Ante ojos y oídos cerrados de esa mujer que su mayor gloria, ha sido despedir a una chef.

Sin tener el talante y olvidar esas palabras -por la lucha en favor de los derechos humanos- de su hermana Claudia al ahora presidente, Andrés Manuel López Obrador: “dejo en tus manos la custodia de tan preciado reconocimiento y te pido que me la devuelvas junto con la verdad”. Mujer, que tampoco le valió que su madre viviera abusos y defendiera derechos.

Hoy, él grita esas violaciones, y ella -Rosario Piedra- calla con aquellos, que cierran los ojos ante el calvario de niños, de mujeres, de ¡Hermanos! Esconde la acción de una CNDH ante vejaciones en nuestra tierra. Él, es político, y hace política. Ella, y ellos, no se sabe. Él, ¡congruente! Al actuar y al hablar. Es verdadero representante popular de ese partido que se precia democrático y por “primero los pobres”.

Es simplemente, ¡Porfirio Alejandro Muñoz Ledo!, señor legislador, sí, ¡señor diputado! Sin color partidista a cuestas. Es quien aún con elegancia califica a sus contrapartes -aún de su misma filiación política- como -“obsequiosos, como amigos”-. Esos que no son compañeros ni siquiera amigos, porque lo de usted señor legislador fue ¡Congruencia! Lo de ellos, lo de su bancada, lo de la comisionada ¡Piedra!, una ¡simulación! Un arrastre, una ¡Politiquería! Usted, hace política y ejerce política en un partido.

Por eso no lo amordazaron, tampoco le “clausuraron su pensamiento” ni ellos se “congraciaron con Estados Unidos” -ni los conocen-, tampoco recibieron línea ni a usted lo censuraron o votaron en contra, ellos, ellas, simplemente se exhibieron, se mostraron ¡Politicastros! Que hacen ¡Politiquería! En un partido, que ni es de los pobres ni es democrático.

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