Por Socorro Valdez Guerrero

El apoyo de México a la isla, constante, igual ayer que ahora. Acciones y decisiones símil entre Cuba y Venezuela, con amenaza de replicar en Mexico.

Un Fidel Castro, igual que un Andrés Manuel López Obrador. Ambos compartieron con los que ahora el mexicano quiere enjuiciar. Él y Fidel estuvieron cerca de aquellos, a los que ahora grita ¡Corruptos!

En su momento, Castro tuvo acercamiento con Carlos Salinas de Gortari. Aún recuerdo su imponente figura y la de sus escoltas, cuando llegó al Congreso para acompañar en su toma de protesta como presidente a Salinas de Gortari.
Lo recuerdo bien, porque forma parte de mis memorias urbanas.

Un Fidel que estrechó la mano priísta, igual que lo hizo en su momento un López Obrador, cuando orgulloso portaba las siglas del tricolor. Antes, también con acuerdo de gobiernos priistas, Fidel llegó al Estado de México, entidad gobernada por el tricolor.

Castro y el “Che Guevara”, entrenaban en México, en Chalco, parte de la entidad mexiquense. Justo cuando sus ideales, como los de muchos otros, que incluyen al mexicano, eran de verdadera izquierda. Nunca de abuso contra sus pueblos. Nunca de promoverles la pobreza y el hambre.

¿Qué pasó? Lo mismo que sucede en México, la población de esperanza y creencias. De seguir líderes.
En la isla y en nuestro país, ya no los hay. Los luchadores sociales, ahora gobiernan con perfil distinto. Con similitudes, que son amenaza para los mexicanos, y tú, yo ni nadie queremos vivir igual a los cubanos.

Ellos tienen nivel educativo, buen sistema de salud, muy diferente al nuestros y ellos, nos envidian lo que conservamos la ¡Libertad! Allá todo cambió, aquí está la sombra del amago, nos quieren ¡Acotar! ¡Cercar! Y convencer a no crecer ni mejorar.

Los ideales los perdieron para dar paso al abuso y sumir a su población en el conformismo. El embeleso del poder, ¡también corrompe! En México empujan para estar igual que Cuba.

Una población de pobres, con gobernantes y sus familia, nada austeros. Son similitudes que padecen los hermanos cubanos y los mexicanos. Unos ya en la pobreza extrema y otros, con la amenaza de arrojarlos a creer que tener poco, es un ideal.

Hay humillación gubernamental hacia diversos sectores, sobre todo contra el profesionista y los productivos.
En Cuba un amenazante e impuesto ¡Embargo! Que aquí se disfraza de austeridad para unos, y opulencia, en lo oscuro, para otros.

Acciones parecidas con términos diferentes. Mexico ¡Austeridad! Cuba, ¡embargo! Que raciona hasta los alimentos. Aquí, esa política, no sólo arroja desempleo y pobreza, lo peor, víctimas al menos en salud. Aumento de muertes, incluso de niños, contagios y destartalado sistema de salud.

Carencia evidente, no sólo de medicinas, también de equipamiento médico, de espacio para atender enfermos. Un presidente mediático y manipulador para “inyectar” frustraciones y odio contra quienes mejoran. “Si ya tenemos zapatos, ¿para qué más?”, sembró en las conciencias.

Promovió el uso de carro modesto, y él, dejó el Tsuru, por una camioneta. Dice no lujos y sus hijos en yate. Es la incongruencia de un pensamiento, como lo hizo Castro, y ahora lo pretende, en lo burdo el presidente mexicano.
¿Tu quieres eso?, ¡yo no!

No quiero prostituirme ni que mis hijas lo hagan como mis pares cubanas para llevar alimentos a mi casa. Quiero avanzar con el producto de mi esfuerzo profesional y ético. Quiero un mandatario, congruente.

Un o una administradora de gobierno y del Poder Legislativos, sin sumisión ni subordinados a caprichos partidistas. Que el decir y el hacer, sean de evidente coherencia.

Quiero ¡libertad y respeto a mis derechos! Decidir qué y cuánto tener, hacer y vivir sin ataduras. Y tú, ¿quieres una vida a la cubana?, ¡yo no!

Que decepción de familia Castro, que decepción de presidente mexicano.
Les diría el Che Guevara: “No podemos crear asalariados dóciles al pensamiento oficial ni becarios que vivan al amparo del presupuesto con libertad entre comillas” .

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