• Lo pido con el corazón en la mano y el alma destrozada: No relajes las medidas de protección. No salgas si no es necesario. ¡Cuídense y cuiden a los suyo!

Socorro Valdez Guerrero

Sin ningún afán alarmista. Sin ningún propósito malsano contra nadie -aunque haya adoradores y obnubilados que todo asumen en contra- Lo pido con el corazón en la mano y el alma destrozada, ¡por favor!, no relajes las medidas de protección; no salgas, si no es necesario. ¡Cuídense, y cuiden a los suyos!

El contagio está latente y en todos lados. Es incierto dónde puedes contraer el virus. No es de “cuando te toca, te toca. Y cuando no, aunque te pongas”. Es más grave, porque está sin control. Hay más muertos y más contagiados que no sabes ni quienes son.

No es de memes ni es un chiste, tampoco es algo creado para espantar, no es ficticio, es ¡real y mata! Sobre todo a hombres, ¿porqué? No se sabe aún. Tampoco es de jóvenes o de ancianos, de enfermos o sanos, está acabando con todo aquel que se pone en riesgo y en contacto público con un enfermo que ni lo sabe.

La prueba para detectar contagio, es costosa. Vale entre dos mil 200 y más de 10 mil pesos. Es decir, trabajar casi ¡20 días para pagar un sólo examen! Dos meses de labor para tres personas, sin gastar nada de tu salario. O vas al ISSSTE, IMSS u hospitales de salud, y a veces mueres antes, sin que los mismos médicos te hayan aplicado la prueba.

Por eso, ¡no es! en México son más o menos muertos que en otros países. Lo importante es que tú no te contagies ni mueras o fallezca alguien de tu familia. La realidad es que además, sea por lo que sea, no hay control real de contagios y mucha irresponsabilidad en acciones contra la pandemia.

Hay liviandad y mucha indolencia. Se politiza lo que es sólo de salud, contagio y muerte. Los fallecimientos para el sector salud son cifras, gasto económico, y lo asumen, cuando se critica, como “golpes políticos”, pero no como una muerte que llorar. Para ti, para mí, para ellos, es perder a un hermano, a un hijo, a un papá, a una madre, a una tía, a una sobrina.

Es que en navidad, ya no va a estar en la mesa con nosotros. No es que deteriore nuestra imagen como para ellos. Es no volver a sentir un abrazo de él o de ella.

Es ese vacío permanente. Es que después que murió, detrás de cada uno, de cada contagiado, hay familias enteras, amigos, conocidos y desconocidos, que estuvieron en contacto con él o con ella, que falleció de ¡COVID19!, y muchos ni lo saben y las autoridades, ¡menos! Desconocen quién o quiénes son.

No hay seguimiento real de aquellos que quedaron después de esa persona que murió. Se los dice a quien le consta cómo se dan las cosas después de un muerto por #COVID19. Nadie te atiende ni nadie vigila con quién o quienes estuvo en contacto o con quienes sigues tratando.

Las acciones que se hagan, para evitar propagación, se dejan sólo a tu propia responsabilidad. ¡Entiendan, por favor!, no importa que no te conozca o no me conozcas, no quiero que sufras lo que nosotros vivimos como familia.

Ese temor de contagiar a los niños, a nuestros hijos o sobrinos, al vecino. Al que le compras alimentos. Al que te trae el agua. ¡A cualquiera! La verdad, las autoridades, no están haciendo nada para evitar contagios. La atención, ya es cuando estás enfermo, y regularmente, en la última etapa. ¡Entiende!, de no ser tú, nadie evitará propagación del virus.

Lo que tú no hagas, ¡nadie lo hará! Ni por ti, ni por tu familia. Te lo dice alguien que hoy no sólo padece un vacío por la muerte de un hermano, por la irresponsabilidad de autoridades, de funcionarios de la Fiscalía General de la República -a la que sirvió 20 años, y no cuidaron, lo contagiaron y después, lo llevaron a la muerte-, hubo negligencia en el ISSSTE, maltrato en el IMSS, y errores en donde envías mensajes de texto para conocer el riesgo, también en Locatel y nadie atiende una urgencia por asfixia. No tienen ni oxígeno Ni capacidad de ambulancias, hospitales y atención en Seguridad Ciudadana.

Hoy hay depresión, y miedo, y en quien esto escribe, dolores intensos físicos, incluso por una posible fractura de mano, y aunque tengo servicio médico particular ni así me atrevo a salir, para atenderme por ¡No contagiar ni contagiarme! Por eso a ti te pido, ¡Cuídate! Del contagio. Después, de verdad, después nada es igual, y el sufrimiento y el miedo, es permanente.

Comentarios

Comentarios