Por Socorro Valdés
Difícil condición lleva a ¡Caos interno!
¿Quién no siente miedo, incertidumbre, melancolía de emprender de nuevo y tener conflicto ideológico?
¿Drama?, ¡no! Firmeza de convicciones y sentimientos encontrados.
Época que ya no permite anteponer sueños, utopías, creencias personales.
Momento que obliga a conciliar ideología con necesidad.
Creencias y anhelos con ¡Necesidad!
Convicciones firmes con necesidad.
Realidad superior a sueños e ideales. Tortura y melancolía.
Es momento de analizar, de observar y pensar con los pies en la tierra.
De anteponer, buscar y alcanzar estabilidad.
Esa estabilidad que exige producir, no sólo soñar ni idealizar.
Aunque quede la añoranza de época juvenil, en la que todo podía.
Que permitía decidir y rechazar.
Que anteponía sueños, ideales, batallas para ir por lo que se cree, sin tener nada.
Hoy también se cree, se empuja y no se tiene ¡Nada!, se necesita todo.
Bienestar, estabilidad y ¡Aportar! Sin sesgo y con ética.
Es poner en pausa ideología para no contraponer con la realidad.
Es tener, los sueños y reflexionar, que por fuera se puede empujar y cambiar.
Y ese impulso se hace efectivo para modificar conductas.
Oh, época de adulto, aquella de realidad con sueños sólo en la cabeza.
Con necesidades reales, a veces no sólo de libertad, de ideologías, de convicciones.
Simplemente de ¡Necesidad!
Aquella que obliga a la pausa ideológica con la convicción de dar lo mejor.
Esa que no deja de ser entrega y pasión.
Ni por colores ni con sesgos y sí con ética.
Con el compromiso de dar lo mejor, de cumplir, de entregar todo aunque no coincida con el ideal, con los sueños.
Es labrar y entender todos, que debemos trabajar para esa, no tan lejana vejez.