Por Alejandro Orihuela J.

Muchos periodistas y figuras públicas han sido señalados desde que inició el sexenio, aun cuando el presidente ha dicho mil y un veces que este es el sexenio de la libertad de expresión, pero en su lugar pareciera que haber una enorme e inacabable pira, lista para arder por cualquiera que no esté de acuerdo con lo que diga o haga el presidente.

No puedo recordar desde cuando inició esta fiebre desbordante que lleva a los hombres a convertirse en jueces de la rectitud de terceros, pero sí recuerdo la primera vez que vi ser juzgado a un periodista respetado, por cuestionar a Andrés Manuel, además de las primeras desacreditaciones de AMLO a la llamada prensa fifí .

El 12 de abril, Jorge Ramos, se presentó en la mañanera para hacer una suerte de entrevista aprovechando la conferencia matutina, una presentación típica de su trabajo, pero inmediatamente las redes se volcaron para atacar su trayectoria, aparecieron muchos videos con la leyenda, de “no te creo”, basadas en su relación laboral con el periódico reforma, e incluso publicaciones que decían que se había puesto al servicio de la mafia del poder.

Para el 15 de abril AMLO dijo; “vino un columnista diciendo que los que vienen aquí no eran buenos periodistas, que Jorge Ramos, sí ,pero con todo respeto, pienso que ustedes no solo son buenos periodistas, también son prudentes, porque aquí les están viendo. Y si ustedes se pasan, pues ya saben lo que sucede, ¿no?, lo que les pasa ¿no?, pero no soy yo, es la gente”.

Efectivamente, ha sido la gente quien se ha encargado de intentar censurar las opiniones de muchos comunicadores desde entonces, e inclusive de pedir su renuncia. Recientemente fue el turno de Víctor Trujillo, el payaso tenebroso, Brozo, quien criticó duramente la conferencia mañanera de Obrador, llamándola un programa con elenco y producción de poca monta.

Tras esto, Brozo se convirtió en tendencia. Críticas muy severas, desacreditaciones basadas en su vida personal, ser  tachado de golpista, insultos, videos y hasta blogs dedicados a su vida privada y relaciones sentimentales aparecieron en un solo fin de semana, con la mera finalidad de descartar su trayectoria e invalidar su carrera.

Entre los peores intentos de ataque hacia él, esta una risible investigación de un tal chapucero, que concluyó en que Victor Trujillo, odia a López Obrador por que esta “celoso” de la atención que le da Denise Dresser.

La verdad es que en política no existen coincidencias, y jamás en la historia de nuestra nación había existido un líder social y político con tal habilidad para manejar y recibir el sentir ciudadano. Todo político debe ser un experto en la persuasión para así modificar intenciones y probablemente, nunca existió en el país alguien capaz de mover a la sociedad, como Andrés Manuel, la prueba es (en términos de brozo) “la guardia pretoriana” que defiende y respalda todo lo que dice.

La gran problemática con ésto, es que en muchos casos parece haberse valido de esta habilidad para desacreditar a quien se le opone, o lo critica y que ha señalado de forma sutil, “hay que ser prudente a la hora de ejercer el periodismo”, ocasionando que su círculo político y seguidores hagan lo mismo.

Recientemente fue publicada por el diario reforma una lista entregada por palacio nacional, que incluía el nombre de 36 periodistas, que de acuerdo al lenguaje usado por nuestro presidente, fueron maiceados. En otras palabras, sobornados con recursos públicos, para emitir o modular opiniones y ser favorable respecto al antiguo gobierno.

Ricardo Rocha, Joaquin Lopez Doriga, Enrique Krauze, Adela Micha, Animal Político, Beatriz Pagés, Beto de Tavira, José Ureña, Ricardo Alemán y Callo de Hacha, son algunos de los mencionados en esta lista, calificada como el hampa del periodismo. Pero existen, dos grandes problemas con ella, de acuerdo al mismo Obrador, esta lista no esta completa, ademas no se han aportado pruebas que sustenten la acusación implícita en ella, su único sustento, es el alegato de superioridad moral.

Hace algunos días, Ricardo Rocha presentó su queja y sus pruebas para señalar que la información cotejada en la lista respecto a su persona no son correctas, diciéndole frente a frente a Obrador  que, o bien algunos de sus colaboradores no saben leer o mienten maliciosamente.

El periodista expresó con elocuencia otro grave problema de la lista, al presentar pruebas de que la mitad del capital que recibió del gobierno según la llamada “chayolista” fueron pagados a la empresa de sus vástagos y no a su persona, exhibiendo la falta de criterios con que se diseñó la lista.

Por ejemplo, hay un mundo de diferencia entre los más de 200 millones que recibió el periodista Joaquín López Dóriga y los siete millones de Animal Político.

Rocha agregó una denuncia puntual, que permite visibilizar uno de los matices del problema. Él señaló que el desprestigio al que es sometido se debe a intereses de terceros, pues de acuerdo a su planteamiento, hay un intento por parte del gobierno de la Dra. Claudia Sheinbaum, por desaparecer y unificar el canal televisivo que él dirige, para posicionar a uno de sus colaboradores.

Hoy la nación se ha dividido y el debate  empezado, hay quienes golpean y hay quienes aplauden, hay quienes son críticos y quienes no. El conflicto, es que han sido señalados como chayoteros, muchos sin prueba alguna, y que se ataca y se desprestigia a quien critica bajo el alegato de superioridad moral.

Es cierto que periodistas hay de muchos tipos, expertos y novatos, de izquierda y de derecha, opositores y allegados, rectos y mañosos, respetuosos e irreverentes. Pero sin duda todos cumplen una función primordial; transmitir información. Las líneas son diversas, algunas convergen y otras son paralelas, cada periodista las traza guiado por su propia subjetividad y senda editorial.

Quizá jamás se había dado una libertad de prensa tan amplia como la que ahora AMLO permite, también es cierto la mañanera es un ejercicio sin precedentes, pero ahora el presidente tiene en sus manos una nueva herramienta, que le permite censurar sin hacerlo, atacar sin decir nada, solo debe apuntar con el dedo, atando nuevamente al periodismo.

Por eso culminó este artículo con lo señalado esta semana por Ricardo Rocha. Es tiempo de que nuestro presidente se ponga a pensar si quiere una crítica inteligente, de buena fe y constructiva o un grupo de lacayos que cuando se les pregunte, respondan, “a la hora que usted quiera señor presidente”.

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