María Elena Maldonado

Este reciente domingo 11, en su columna Templo Mayor, F. Bartolomé  que seguramente o está en todos lados o tiene numerosos espías en los ámbitos políticos, ya que sus comentarios abarcan de aquí, allá y acullá comentó: “HOY SERÁ el trámite, perdón, la elección de Alejandro “Alito” Moreno como nuevo dirigente nacional del PRI; se espera que en las 6 mil 150 casillas haya suficientes dosis de valeriana para que los priistas calmen sus ganas de robarse las urnas.


HAY QUIENES creen que el ex partidazo tiene que cambiar ¡hasta de nombre! Algunas propuestas son PMM (Partido Morenista de México), PSCP (Partido Siempre Caemos Parados), Pri-Mor (Primero Morenos que Muertos) y algunos, más a tono con los comicios de este domingo, sugieren que se llame Dino (Democracia Interna No).

Antes de continuar hagamos un poco de historia, dicen que conocerla nos salva de volver a cometer los mismos errores, pero parece que la vida camina entre ignorantes de ella, pues los seres humanos –esos somos todos nosotros- volvemos a cometer los mismos errores una y otra vez.

Muerto Álvaro Obregón en 1928, se veía venir una dispersión política, por ello el ex presidente Plutarco Elías Calles, que continuaba políticamente activo, fundo El Partido Nacional Revolucionario –antecedente del PRI-  el 4 de marzo de 1929, su ideología pregonaba: Nacionalismo revolucionario. Se dice que fue el transito de un «gobierno de caudillos» a un «régimen de instituciones». No obstante, en la práctica la institucionalización política fue solamente de forma y de fondo se trató de un caudillismo orientado hacia su artífice.  

Nueve años más tarde, después de la ruptura entre el general Plutarco Elías Calles y el entonces presidente Lázaro Cárdenas, se realizó un cambio en las directivas del partido a nivel nacional, en sus filas se incluyó a varias centrales obreras del país y se cambió el nombre por el de Partido de la Revolución Mexicana (PRM). Finalmente, en 1946 el PRM se convirtió en lo que hoy conocemos como el PRI con dos objetivos fijos: conservar la hegemonía gubernamental y la creación de un nuevo modelo económico abiertamente capitalista que le permitiera a México industrializarse, y en el contexto del fin de la Segunda Guerra Mundial y los inicios de la Guerra Fría, optar por una posición en la política internacional a lado de las “democracias”, es decir, de conformidad con los Estados Unidos.

Durante las primeras cuatro décadas de gobiernos emanados de los Partidos Nacional Revolucionario, de la Revolución Mexicana y Revolucionario Institucional, el país logró altas tasas de crecimiento económico. La forzada estabilidad política y económica fue el origen del término milagro mexicano. Por estas razones y por una débil oposición, el dominio del PRI, llamado también partido oficial fue casi absoluto durante 70 años tanto en el ámbito federal como en los ámbitos estatal y municipal en toda la nación.

A partir de las cuestionables elecciones de 1988 en las que gano Salinas de Gortari el PRI enfrentó comicios cada vez más competidos frente a un PAN fortalecido no sólo por ser una oposición creíble sino porque la misma tecnocracia se había encargado de legitimarlo y revalorarlo con sus medidas económicas contra el papel histórico del Estado” Las tensiones con los militantes históricos del PRI aumentaron, ya que Salinas responsabilizó de las crisis económicas y políticas de los años setenta.

Ernesto Zedillo fue mucho menos autoritario que su predecesor, continuó desmantelando el corporativismo. Caracterizado por su “pragmatismo exagerado” y “rígido legalismo”, redujo el Poder Ejecutivo al grado de anular el papel de arbitraje del que tanto había gozado el presidente del país. Esto no significó la desaparición completa de la maquinaria electoral. Ésta se mantuvo robusta a lo largo y ancho del país y con Enrique Peña Nieto volvió a poner al PRI al frente del Estado, presidio el sexenio con mayor corrupción y atemorizado por estos hechos le allano la victoria a López Obrador, ante las amenazas de Ricardo Anaya de llevarlo a la cárcel.

Además de la poca participación, en las elecciones de este 11 de agosto se acusan acarreos, robo de urnas, urnas embarazadas, compra de votos y hasta padrones rasurados que no permitieron votar entre muchos al hijo del ex gobernador mexiquense Ignacio Pichardo. Aunque se entregan los resultados oficiales el 14 de esta semana, todo indica que ganó Alejandro Moreno con el 83.04 % de la votación, Ivonne Ortega obtuvo un 9.1 % y Lorena Piñon el 2.9%. Lo triste para México es que Carlos Moreno, “Alito” –hoy mejor conocido como Amlito- es un lacayo del pejeganso.

Durante la reunión del miércoles 5 de junio en Palacio Nacional, AMLO les dijo directamente, sin rodeos: – Quiero que apoyen a Alito (Alejandro Moreno), para la presidencia del partido y  les advirtió también que aquel Gobernador del PRI que no lo apoyara, se atendría a las consecuencias, que de darse un rechazo, no les extrañara que tuvieran una repercusión negativa en sus respectivos presupuestos estatales”

Como metáfora las sedes del PRI están vacías, las grietas y las  hipotecas imperan en los cascarones del otrora partido hegemónico, mientras su nuevo presidente se vende con las ruinas al mejor postor.

emaldonadoballesteros@yahoo.es

Comentarios

Comentarios