María Elena Maldonado
Son muchas las mujeres que exigen en protestas de todo tipo el derecho a decidir sobre su cuerpo, demandan tener acceso a un aborto legal, seguro y gratuito. ¿Quién deja en manos de otros lo que puede evitar ella misma, al prevenir un embarazo? El tema se volvió una tendencia pues el pasado viernes 24 de junio, la Corte Suprema de Estados Unidos anuló el derecho constitucional al aborto, ellas argumentan que tiene consecuencias concretas para miles de mujeres, obligando a niñas a ser madres, a viajar miles de kilómetros para poder abortar y otras a practicar peligrosos procedimientos clandestinos. A favor y en contra, ambos bandos empezaron una batalla, unos esperando prohibir el derecho al aborto al nivel federal y otros trabajando para restablecerlo. Una lucha que promete ser larga y complicada.
En este párrafo es importante una nota en “obligando a niñas a ser madres” obvio que las niñas no deben ser madres y tampoco deben tener relaciones sexuales, por lo tanto hay que educar, cuidar, estar atentas para evitar que esto suceda.
En México Denise Dresser escribió en mi opinión una muy exagerada postura en su artículo del lunes 27 de junio, titulado “Cuentos de criadas” Y dice “Ser mujer implica que, en cualquier momento, en cualquier país, alguien más puede decidir sobre tu propio cuerpo. Ser mujer significa que otros -jueces, sacerdotes, esposos, hombres- todavía puedan decidir tu destino. Ser mujer entraña todavía tener que pelear por el derecho a serlo plenamente, porque te lo pueden arrebatar”
Desgraciadamente esto sucede en países donde gobiernan seres como los talibanes, en donde una mujer, no tiene derecho a la educación, ni a elegir libremente la dirección de su vida, en donde es obligada a un matrimonio precoz, no tiene acceso al uso de anticonceptivos entre otras insuficiencias de los sistemas de salud para ellas. La ONU informa que la mitad de las mujeres en 57 países no puede decidir sobre su propio cuerpo.
Y sucede en México en comunidades en Chiapas, Oaxaca, Guerrero, donde la mirada distraída de las autoridades permite que estos usos y costumbres, conviertan a muchas niñas en esclavas.
Pero Denise no habla de ellas; habla de mujeres autónomas, con acceso a la educación, cuyos cuerpos libres salen a la calle con grandes letreros en los que exigen poder “Decidir sobre sus cuerpos” yo me pregunto quién carambas no les permite decidir a no a tener relacione sexuales, o no tenerlas en sus días reproductivos, o a prevenirse y tomar pastillas, usar parches anticonceptivas; colocarse un dispositivo intrauterino, ir a una farmacia a comprar un preservativo, un espermaticida. Y si les ganaron las ganas, tenemos para ustedes la píldora del día después. Veinte formas de no embarazarse. En los centros de salud se accede a varios de ellos en forma gratuita, aquí una lista. 1- Anticonceptivos de barrera: preservativo, espermicida, preservativo femenino, diafragma, esponja vaginal. 2- Anticonceptivos hormonales: píldora, minipíldora (progestágeno), píldora del día después (PDS) adhesivo anticonceptivo, anillo vaginal, anticonceptivo inyectable, implante anticonceptivo 3- Anticonceptivos permanentes: dispositivo intrauterino (DIU), vasectomía, ligadura de trompas. 4- Métodos alternativos naturales: calendario menstrual, coito interrumpido, moco cervical.
Sobra decir que es más sencillo ir a la clínica de salud, al ginecólogo, a la farmacia que a someterse físicamente a una intervención quirúrgica y aunque se estima que sólo el 8% de los abortos presentan algún tipo de complicación físicas,
La Interrupción Legal del Embarazo (ILE) es legal en la Ciudad de México desde el año 2007 hasta las 12 semanas de gestación. Desde entonces, una gran variedad de clínicas ofrecen sus servicios con una amplia oferta en cuanto a los costos, que van de los $1,000 a $3,500 pesos en el caso de ILE por Medicamentos y de los $2,000 hasta los $10,000 en el caso de ILE por Aspiración (AMEU), este precio depender si el procedimiento es con anestesia general o anestesia local.
Para las que no decidieron sobre su cuerpo. En la Ciudad de Mèxico, hay 13 clinicas y hospitales de la Secretaría de Salud en las que todas las mujeres pueden abortar gratis sin importar si son o no residentes o derechohabientes de algún sistema de seguridad social.
Hasta este momento no hemos tocado la parte sensible sobre la interrupción de la gestación y expulsar la vida humana que ahí se desarrolla. No vamos a entrar en lo que sería una larga exposición de argumentos. Cuestión de conciencia, cada una sabrá lo que le dicta hacer, y enfrentara de tener, las consecuencias psicológicas de esa decisión.
Obvio no estoy a favor, sí en casos de violación incesto, en temas especiales de mujeres sin acceso a centros de salud, pobreza extrema. También cuando se detecta en el feto algún síndrome o capacidad diferente, una decisión personal o colectiva, ya que involucra además de la vida en ciernes, el futuro de la madre, el padre –si está presente- y sus familiares que forman parte del núcleo que se verá afectado. Personalmente no estoy de acuerdo en que algo que se puede prevenir lo tengamos que pagar los contribuyentes por indolencia.
Si sólo el aborto fuera la forma de evitar la concepción estaría de acuerdo con la melodramática arenga de la Dresser que finaliza su artículo: “Y para poder ser, para poder educarse, para poder aspirar a más, una mujer necesita determinar si y cuándo quiere tener hijos. Los ávidos de arrancarle esa capacidad quieren colocarla en un lugar tradicional para que los políticos, y los jueces, y los curas, y los machos, y los supremacistas blancos puedan dormir tranquilos. Para que puedan imponer la manera “correcta” de ser mujer, y tener hijos en cualquier circunstancia -incluyendo la violación o el incesto- forma parte de esa definición. Una mujer “buena” es modesta, casta, devota, sumisa, maternal, como quienes son obligadas a serlo en El cuento de la criada de Margaret Atwood. Pero Atwood escribió una novela situada en Gilead, donde los órganos reproductivos de una mujer no le pertenecen a las mujeres; le pertenecen al Estado. Y jamás pensó que su texto distópico terminaría siendo profético”.
Debemos exigir sin cansancio una educación sexual adecuada para los niños y jóvenes, sus padres y maestros, acercar a todos el acceso a los métodos anticonceptivos existentes. Leyes que se apliquen, acabar con la impunidad que disfrutan los abusivos y violadores. Y sobre todo con la ignorancia para evitar los panfletos de mujeres que al parecer no ven más allá de sus narices.