Latitud Megalópolis | Jafet Rodrigo Cortés Sosa

La pandemia por COVID-19, por decir lo menos, nos sorprendió a todos, desde hace más de un año. Muchas personas la visualizaron -haciendo alusión a uno de los relatos cortos de Stephen King- como un manto espeso de incertidumbre, una niebla repleta de monstruos de todo tipo; monstruos con colores y texturas distintas; que volaban, corrían y se arrastraban por todos lados; monstruos ocultos dentro de un blanco profundo, que se llevaba al contacto toda esperanza de salir adelante.

Buscando una explicación, se generaron leyendas domésticas sobre el monstruo: formas de evitar la caída en sus peligrosos tentáculos; maneras de combatirlo y destruirlo.

Las redes sociales se cubrieron de información imprecisa, y el miedo creaba una difusión masiva de cómo la gente percibía el virus que sigue sin tener un tratamiento preciso, sólo distintas formas de lidiar con él.

La viva imagen del mito de la caverna que escribió Platón, pero desde el confinamiento en nuestros hogares, donde las proyecciones de sombras en la pared, en vez de calmarnos, sólo causaban una mayor controversia.

Los contagios aumentaron exponencialmente, poco a poco el virus fue acercándose a nosotros y a nuestras familias.

La muerte invisible fue rompiendo todo a su paso, llevándose personas sin distinción alguna: funcionarios públicos, empresarios; personas de todas las clases sociales, estratos y gustos; gente que acudió a reuniones, así como a quienes nunca se permitieron salir.

La pandemia separó a familias enteras y les negó el mínimo contacto. Se llevó toda demostración física de afecto y trajo en su lugar el miedo.

El encierro desesperó a más de uno, e hizo flaquear hasta el que se veía más seguro del discurso de quedarnos en casa.

Entre la gente que no siguió las indicaciones de gobierno, como las múltiples personas que se quedaron sin trabajo -asfixiados por la crisis, la necesidad de sacar a sus familias adelante- la sociedad se fue sumiendo en un ambiente de incertidumbre, y en algunos casos, profunda tristeza.

La gente, invariablemente, debía de enloquecer de alguna u otra forma. Suicidios; violencia familiar disparada por la convivencia prolongada, donde las niñas y niños fueron los más afectados, como siempre; trastornos psicológicos multiplicados exponencialmente; adicciones al alza, ante una sociedad golpeada y molida en miles de casos; seres queridos que perdieron la batalla contra el COVID-19.

Personal médico, que estaba al frente de la lucha, como en el ejercicio de su labor, sufrieron entre la espada y la pared: entre el acoso cotidiano de la gente, que por ignorancia y miedo les señalaban como portadores de muerte, agrediéndoles física y psicológicamente; las jornadas prolongadas cargando el equipo de seguridad sanitaria en el área COVID-19; así como el no poder ver a sus familiares, por el riesgo inminente de contagio.

Este año lo comenzamos de una manera diferente a todas las anteriores. Aún con la existencia de la vacuna, que va surtiéndose paulatinamente en los países del mundo, muchas señales indican que tenemos que seguir alerta, ante el terror invisible que sigue latente, observándonos.

Esta sacudida fortísima, hizo ver todos y cada uno de los puntos débiles que tenían nuestras estructuras como sociedad, y está despertando poco a poco movimientos de todos tipos, en las distintas latitudes del mundo. Se formarán rebeliones, caerán y se levantarán regímenes; concretarán reformas legales y cambios estructurales; entre otras cuestiones, resultado de la inestabilidad social, el descontento y la crisis.

Se avecina un cambio muy importante de paradigmas sobre todo lo que conocemos, acelerados por la volátil situación en la que nos encontramos.

No sabemos qué tanto va a cambiar el mundo, pero lo va a hacer. Lo que sí es una certeza es que esta pandemia nos hizo ver que hay monstruos peores dentro de la niebla, el miedo combinado con la ignorancia, por ejemplo, puede resultar más aterrador y destructivo que todo.

El artículo es cortesía de Latitud MEGALÓPOLIS. Consulte su página web para mayor información:
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