María Elena Maldonado
En el mensaje que ahora circula en las redes, sobre el llamado a la paz y a la oración por la invasión a Ucrania, alguien muy consciente apunto en ese mismo texto incluir primordialmente en esas oraciones los Estados que de tiempo atrás en México son centro de secuestros, torturas y ejecuciones cotidianas. Aquí trato en brevedad de responder la pregunta sobre el comportamiento violento del ser humano, de lo que sucede en México y por qué en vez de disminuir se han disparado las cifras.
El reportaje de Carmen Morán Breña para el País apunta que “Las seis ciudades más violentas del mundo están en México, es decir, las que registran más homicidios por cada 100.000 habitantes. Celaya, Tijuana, Juárez, Ciudad Obregón, Irapuato y Ensenada. Y ahí no acaba el récord. Entre las 10 primeras, en el puesto número 8, se cuela otra, Uruapan. Y entre las 50 que más ciudadanos entierran por homicidios dolosos o intencionados, México sitúa 18 urbes de más de 300.000 habitantes. No es algo nuevo, eso es lo peor, que algunas se mantienen en lo alto de la tabla sin mejora alguna, como Celaya o Tijuana. “México se ha convertido en el epicentro de la violencia mundial homicida”, dice sin dudar José Antonio Ortega, -presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal- que desde 2008 vienen efectuando este mortífero listado mundial. …Él opina que en sexenios anteriores, cuando se enfrentó “a las milicias privadas de grupos criminales”, se embridaron las cifras de homicidios. “El problema”, añade, “es que con Calderón, se descabezaba a la milicia, pero no se les desmembraba por completo”.
Marylène Patou-Mathis Especialista en estudios prehistóricos y el hombre de Neardental, directora en el Centro Nacional de Investigaciones (CNRS) en Francia nos dice que existen dos hipótesis radicalmente opuestas sobre la cuestión de la violencia del ser humano. El filósofo inglés del siglo XVII Thomas Hobbes pensaba que la “guerra de todos contra todos” existía desde el principio de los tiempos (Leviatán, 1651). Para Jean-Jacques Rousseau, el hombre salvaje estaba poco sujeto a las pasiones y fue empujado al “estado de guerra más horrible” por la “sociedad naciente” (Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres, 1755).
Las investigaciones arqueológicas nos muestran que la violencia colectiva surge en realidad con la sedentarización de las comunidades humanas y la transición de una economía predatoria de la naturaleza a una economía de producción.
La violencia no está inscrita, por lo tanto, en los genes del ser humano y su aparición obedece a causas históricas y sociales. La noción de “violencia primigenia” es un mito. Los estudios sobre los primeros grupos sociales humanos nos muestran que las comunidades de cazadores-recolectores superaban mejor las crisis cuando sus relaciones descansaban en la cooperación y ayuda mutuas. Con respecto a la vida real de nuestros remotos antepasados cabe decir, por último, que probablemente se situaba en un lugar intermedio entre la visión mítica de unos “cruentos albores” de la humanidad y la hipótesis quimérica de una “edad de oro” feliz, sostenidas respectivamente por los seguidores de Hobbes y Rousseau
En 2013 Luis Herrera-Lasso, quien fue director de la Escuela de Inteligencia para la Seguridad Nacional, entre muchos importantes estudios y cargos públicos y privados, hace una investigación sobre los Factores que propician la violencia y la inseguridad y elabora unos apuntes para crear una estrategia integral de seguridad publica en México, de ahí extraje está parte: “Para este análisis invertimos la pregunta. En lugar de apuntar las formas para combatir la inseguridad nos concentramos en las condiciones para generar sistemas de seguridad. Para ello construimos un modelo que contempla once variables que inciden en la propensión a la violencia y la inseguridad: (1) pobreza y marginación; (2) infraestructura física precaria; (3) violencia intrafamiliar; (4) presencia de pandillas juveniles; (5) presencia de delincuencia organizada; (6) presencia de armas, drogas y alcohol; (7) presencia precaria de autoridad; (8) ambiente de impunidad y procuración de justicia precaria; (9) bajos niveles de organización comunitaria y de cohesión social; (10) ausencia de cultura de la legalidad e, (11) impactos transnacionales de la criminalidad.
Del modelo anterior derivamos algunas conclusiones importantes para la reformulación de la estrategia nacional de seguridad pública: a) la estrategia de seguridad pública debe incluir todas las variables que generan la violencia y la inseguridad; b) las condiciones de seguridad deben fortalecerse en estados y municipios y no solo en la federación; c) el combate a delitos federales debe estar a cargo de agencias especializadas, con esquemas de coordinación eficientes, entre dependencias y con el exterior; d) la participación de los militares en la seguridad pública debe acotarse a tareas específicas y en apoyo al fortalecimiento de la seguridad pública civil; e) el plan de construcción de condiciones de seguridad pública debe incluir acciones y programas de carácter social: atención a jóvenes con escasas oportunidades, violencia intrafamiliar, programas de adicciones, acercamiento entre policías y sus comunidades, construcción de espacios comunitarios, fomento de la cohesión comunitaria y acciones para fomentar la cultura de la legalidad; d) las acciones sociales en materia de seguridad deben contar con atención y presupuestos similares a las acciones policiales y de combate al crimen organizado; f) la construcción de un esquema de seguridad pública lleva aparejado el ajuste estructural del sistema de procuración de justicia; g) sólo con un esquema que no disocie las políticas sociales de las políticas de seguridad, será posible construir esquemas democráticos de seguridad acordes con las condiciones y las necesidades socio-económicas del país.”
El problema en México no es que no exista inteligencia para estudiar, investigar y realizar estrategias que mejoren estas condiciones; es que los gobiernos no las aplican y los trágicos números que en este régimen de la 4T se presentan, son reflejo, no solo de no llevar a los hechos estás formulas, si no de relajarlas hasta anularlas con el absurdo de “abrazos no balazos”, la impunidad total. No fortalecer la economía, abrir la puerta al desempleo, a la inflación, del abandono total de la educación en manos de ignorantes y corruptos, retirar a la mujer los apoyos de guarderías y refugios para mujeres violentadas, estas son sólo algunas de las precariedades y omisiones que sufre nuestro país y los que aquí habitamos.
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