Latitud Megalópolis | Enrique Rodríguez Martínez

Todo resultado electoral que no complazca la soberbia desmedida del poder presidencial, será desconocido. Posterior a la elección intermedia, se vislumbra una embestida final para descalificar cualquier resultado adverso para el régimen.

Ningún conteo, revisión o decisión del Instituto Nacional Electoral (INE) tendrá validez para Andrés Manuel López Obrador si no le satisface.

Conociendo con certeza, las reacciones por venir. La efectividad del voto ciudadano estará amenazada y en consecuencia también la democracia.

La evitable tragedia del Metro en la Ciudad de México impactó en el corazón de Morena.

Ante la indignación social y una insensibilidad sin precedente para atender la ola expansiva del percance que cobró 26 vidas, López Obrador decidió no acercarse a la zona cero, prefirió tomarse la foto comiendo tlayudas para proyectar una imagen de normalidad y cometer otro error que lo marcará para siempre.

El presidente elimina de su ecuación política todo aquello que le estorba, solo suma la soberbia y la descalificación, calcula con enorme frialdad su estrategia de imposiciones.

El colapso del Metro exhibió de qué están hechos ante una situación crítica.

El manejo a voluntad de la desprestigiada Fiscalía General de la República para presionar a los candidatos punteros en Nuevo León, en el escenario de una gubernatura perdida para su partido, muestra el uso de las instituciones que ofreció combatir en tres campañas políticas.

Pisotear la Constitución con un artículo transitorio y experimentar sobre la ampliación de un periodo delimitado claramente para el Presidente de la Suprema Corte, es una forma de medir reacciones para llevarnos a un peligroso terreno, en el que ya nada es imposible.

La más amplia legitimidad electoral de las últimas décadas lograda en 2018, ha sido tirada a la basura durante la primera mitad del sexenio. ¿Qué sigue? La respuesta lleva implícita la pérdida inaudita de la capacidad de asombro, ante cualquier ocurrencia que nos pone al borde de los excesos propios de una dictadura.

Si Morena pierde la mayoría en la Cámara de Diputados, tendrá a sus bizarros partidos satélites para recuperarla, si es que les alcanzan los votos.

El INE tiene declarada una sentencia de muerte como órgano autónomo, el discurso presidencial es capaz de desconocer la verdad más evidente.

La política lopezobradorista muestra una peculiar lógica que cambia cualquier resultado comprobable por la ciencia y la razón con un afán de confrontación que los evade de la realidad.

Nos dirigimos a terrenos peligrosos y a los ciudadanos sólo nos queda votar, cuando es latente el riesgo de que ya ni esa herramienta garantice correcciones al camino equivocado de la regresión.

Mientras, la marcha del país sufre descalabros dramáticos con una inflación creciente, la caída libre de la competitividad y el dominio del crimen que controla a placer capitales, regiones y corporaciones.

Se ha preguntado usted ¿cuándo fue la última detención de un gran capo de la droga? El Estado mexicano sufre una debilidad crítica y se encuentra a merced del populismo más insultante que se recuerde.

El presidente López Obrador ha perdido la oportunidad de asumir un liderazgo positivo e incluyente, ha optado por la insensibilidad de abandonar a los más desprotegidos.

Su pasión por ubicar a los pobres a la cabeza de su estrategia de gobierno ha fallado.

México tiene hoy más población vulnerable que al inicio de su gobierno, la inseguridad es ahora más grave que en diciembre de 2018.

La maltratada clase media se siente mayoritariamente defraudada con el desvanecimiento de una esperanza que sólo existió en los discursos para contrastarse con el hartazgo que nos trajo a este callejón sin salida.

El poder adquisitivo de los mexicanos ha ido en picada, la inflación crece, los combustibles son más caros, la corrupción no se terminó y su persecución es selectiva.

La clase política continúa en una burbuja de privilegios, familiares muy cercanos al presidente se benefician de los negocios al amparo del poder a causa del tráfico de influencias que sigue enquistado en el aparato gubernamental.

Además de una relación desgastada de inicio con el gobierno que encabeza Joe BidenEstados Unidos observan y analizan el desempeño de su vecino del sur con los recelos propios de los  demócratas que detestan todo lo que se aproxime al populismo irresponsable de Donald Trump.

Funcionarios incapaces y deshonestos que son exonerados de cuanta barbaridad podamos imaginar, gozan de una milagrosa purificación verbal para ampliar la impunidad que carcome a  las estructuras públicas.

Los dos delfines más perfilados en el radar de la sucesión, lastimados por los efectos del trancazo mediático que les propinó la tragedia de Tláhuac y los sondeos de derrotas cantadas en al menos seis gubernaturas, cierres de fotografía en cinco, aderezados por una creciente percepción desfavorable en el momento menos pensado, es el panorama previo de la prueba intermedia en las urnas para López Obrador, cuya reacción previsible será el endurecimiento de posturas con un discurso recargado de encono para invocar fraude si los resultados no son como idealiza.

¡Así mueren las democracias!

Faltan 25 días para las elecciones.

EDICTOS

Porfirio Muñoz Ledo ha sido durante su trayectoria política un consistente defensor del orden constitucional.

Desde su legendaria disidencia partidaria invita a crear un movimiento que suma convicciones de diversos actores de la vida nacional para defender a las instituciones.

La amplísima experiencia de Porfirio, y su participación en la Corriente Democrática de 1988, nos hace recordar que sus convocatorias encienden alertas en momentos determinantes.

La conjunción de Porfirio con Cuauhtémoc Cárdenas e Ifigenia Martinez, artífices de la transición que propició la alternancia en México, es sumamente valiosa e inversamente proporcional al disgusto que provoca en Palacio Nacional, la convocatoria que llama a la creación de un Frente Amplio en Defensa de la Constitución.

La agenda trazada para después de las elecciones iniciará con el INE y el seguimiento de la llamada ley Zaldívar, para acompañar su desenlace en la Suprema Corte, que se jugará en esa Acción de Inconstitucionalidad su credibilidad en el arranque de la Undécima Época, marcada por nubarrones que presagian tormentas.

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