Socorro Valdez Guerrero

Evidencias obvias de politiquería, no de política. De politicastros, no de políticos. Vileza para la transformación, que enquista odios. Sin cambio en métodos y una militancia sólo para votos, triunfos, y después olvido.

Encono que no contribuye. Diferencias, que tampoco ¡Cohesionan! Sin experiencia que una o aliente a principios. Ira no contenida, acusaciones y escupitajos al cielo.

Desorganización, desunión, con sólo ¡Hambre de poder! Convicciones que claudican ante un cargo político y no responden ante una militancia para el ¡Cambio! Ni transforman ni erradican añejas artimaña. Iguales métodos para llegar al mando. Deslealtad a los principios, sin nueva manera de hacer política. Experiencia, que no aplica, contra falsa unidad e inclusión.

Ambos de práctica desleal, con sólo uso de la equidad, con la femenina de juventud, que ni reina ni torre, sólo peón con militancia que se arrebatan. Encontronazo de trenes, cargados de las mismas prácticas de lo que se avecina. Egos que sobrepasan. Liderazgos antepuestos y fraudes que cancelan la esperanza del militante para mantener un fuerza política.

Militancia cansada de división y fracturas con empecinados sólo en liderazgos y no en conducciones políticas que lleve a triunfos electorales. Inicio de un retroceso. Con revés en Hidalgo y Coahuila, mientras ellos falsean de dicho y simulan de hecho. Los del color marrón, que hasta confunden con guinda, como lo hacen con su militancia, son aspirantes a relevo, que sólo evidencian a tan necio uno, como al otro. Tan reducidos a un botín de “buenos”, “puros”, contra malos y corruptos.

Es la evidencia vil de la ambición de unos y otros. Es la experiencia que claudica y lleva al encono interno, como lo empujan al externo. Es además, ese que hoy escupe: ¡Pónganse de acuerdo! Aunque desde el anonimato atiza el fuego, y prende la hoguera. Unos líderes, que enseñan la moneda, exhiben los orígenes y las viejas practicas que añoran.

Un circo montado, hasta con títeres y muñecos de ventrílocuo que replican la obra en cada región. Que muestran, aún con disfraz, la viva piel tricolor y la amarilla. Esa que reviven de pasajes obscuro y corruptos de la política, con la sombra de cómplices y actores que avergüenzan.

Unos principios que no respetan ni en su inicio, porque no son ni lo “más noble ni lo más bello, -preocuparse por los demás y hacer algo por ellos, por mínimo que sea-“ Por esa militancia que vio revivir la puesta en escena: ¡El relevo moreno!

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