Por Violeta Castillo

Una noche antes del 10 de mayo todo parece más dulce para ella, ve nacer gestos de amor y regalos materiales que en algún otro día podrían ser imposibles; lágrimas y palabras de aliento que hacen que por un momento la realidad de la mujer maltratada, la mujer explotada o la mujer limitada no existe.

Así, frente al espejo, con algunas lágrimas en los ojos tras recordar todo el camino que la han llevado a estos 5 años siendo madre, ella siente por un momento que tal vez todos los días serán así, seguros, amorosos, respetuosos y plenos; pues es el día de las madres y todos parecen consentirlas, amarlas, respetarlas .

Con una taza de café la noche del 9 de Mayo , mientras sus hijas duermen y su madre y esposo trabajan, ella recuerda con mucho dolor lo que ha tenido que sufrir para estar en dónde ahora está.  Vivir arrastrando el recuerdo de la falta de amor de su madre la golpea más que el viento helado en una mañana de invierno, su mente viaja al universo de su infancia en la que corría a abrazar a su madre y con el pretexto de que estaba cansada, la hacía a un lado. O cuando por más cansada que su madre estuviese se iba a bailar olvidándose de sus hijos, aquellos recuerdos hacen que sus ojos comiencen a cristalizarse para desembocar una tormenta de llanto que amargan su café, y amargaron sus días.

No sufrió de no tener una madre, pues ¿cuántas mujeres hay que dan la crianza de sus hijos a abuelas? Ella no fue la excepción, y más que abuela, ella tuvo una madre y media, la completa por su puesto, es la abuela para ella. Se disculpa y saca un poco de papel, para limpiar sus recuerdos más que las lágrimas, quiere limpiar su dolor no el rastro de líquido salado que por sus ojos sale, pero es casi imposible.

“6 años siendo madre”, repite y dice no saber de dónde sacó las fuerzas para soportar todos los golpes durante y después del embarazo de su primogénita, además de las humillaciones, los malos ratos y los crueles azotes con palabras que hacían sangrar su ya herido corazón.

“De por sí es difícil que una acepte que está siendo maltratada, por las amenazas y todo eso, y cuando por fin decidimos alzar la voz, ¿Qué nos dicen? Que nos aguantemos, que todos los matrimonios pasan por cosas así, qué no todo es color de rosa, y que nosotros quisimos irnos, casarnos y tener hijos ¿no? ¿Entonces qué debemos hacer, seguir aguantando golpes y humillaciones hasta el día de nuestra muerte o aún peor, de nuestro asesinato? Y muchas veces decimos que soportamos eso por nuestros hijos, sin saber que estamos dañándolos más así”

Se prometió desde aquella vez en la que su hija creyó que el papá estaba jugando y por eso le pegaba, que no permitiría que su hija pasara por algo así, así que decidió luchar no por ella pues, “cuando una es madre la vida de una ya no nos pertenece, es de nuestros hijos, vivimos para ellos” decidió, que debía poner un alto por su hija.

Así que con una sonrisa en los ojos la mañana del 10 de mayo se vistió muy colorida, queriendo demostrar que estaba feliz de ser madre, su primogénita la abraza diciéndole que es la mejor mamá del mundo y todas esas palabras de amor y aliento son caléndula para su corazón, no puede evitar que salgan aquellas gotas cristalinas de sus ojos que miran con amor a sus 2 pequeñas, las besa con prisa y corre al baño a limpiarse los ojos, salen para el convivio del kínder de su primogénita, y van muy emocionadas.

Puede o no gustarle el ritmo musical, puede o no ser perfecta aquella manualidad a los ojos de los demás, pero cuando va del corazón de los hijos, y sólo por ser algo de ellos, lo convierte en perfección y amor puro a los ojos de una madre. Su hija baila con un ritmo distinto al de los demás, se mueve más enérgica y con una sonrisa genuina concentrándose en la pieza pero de vez en cuando dirigiendo pequeñas miradas y grandes sonrisas a su madre. Ella, está grabando todo el espectáculo con su celular, pues no quiere perderse ningún detalle, y quiere guardar todo lo que se pueda de recuerdo de sus hijas, “es más fácil ahora, cuando sean grandes voy a enseñarles las fotos y videos, cosa que yo no tuve, bueno fotos sí, pero videos nunca, y quiero que vean lo felices que son, y que me hacen feliz con solo existir”

No puede faltar la canción interpretada por Denise de Kalafe “señora señora” sonando de fondo mientras los niños rompen filas y se acercan a sus madres mientras ellas los abrazan y los besan a la par de su llanto.

“No lloro de tristeza, lloro de alegría”, señala mientras se pone en cuclillas para recibir a su hija, mientras su abuela carga en brazos a su otra bebé, apapachos para el corazón derriten cualquier frío corazón, hasta el de la mamá más cortante existente en el festival.

Es en ese momento cuando se dejan de poses y de maquillajes, y a pesar del dolor que los tacones causan, ella sigue en cuclillas no queriendo soltar nunca a su hija, se limpia un poco las lagrimas y sin pensarlo la carga entre sus brazos para un abrazo grupal. Así, unidas por los brazos y los lazos de sangre, se encuentran 3 generaciones, sus hijas, su madre y ella misma; a pesar de las carencias de su niñez abraza a su madre y llora pensando que le otorga el perdón sin haberlo pedido.

En la tarde a las 17:00 horas, comienzan a llegar su suegra, la abuela de su esposo, su esposo y un tío. Todos comen mientras ríen y sacan a la luz recuerdos felices de la infancia de todos. Las fotos y la comida es lo que menos falta y algunas lágrimas inundan la mesa por hijos ausentes, algunos por el ciclo de la vida misma y otros por decisión suya.

Las niñas van a jugar y el ambiente escandaloso con música alegre, baja 4 rayas de volumen para dar entrada a tazas de café y pláticas polarizadas en grupos de hombres y mujeres, los hombres salen al jardín con una cerveza, las mujeres se juntan en la mesa de la cocina a beber café.

-¿Cómo va la escuela? -Pregunta una tía

-Bien, ya quiero terminar para después estudiar psicología. -Responde un poco tímida, bajando la mirada esperando no ser reprimida pues en la familia hay ya 3 psicólogos no muy bien vistos

-Uy, nomás no vayas a salir como los hijos de tu tío eh. -Todas ríen un poco y la tía cambia ese tono burlón a uno más serio. -¿Por qué quieres esa carrera?.

Ella se sienta y toma una bocada de aire, siempre todos preguntan eso, pero esta tía es de las pocas que lo han preguntado porque tiene interés y no de una forma despectiva y grosera como queriendo decir que existen otras mejores. No, esta tía lo ha preguntado con un interés genuino.

-Pues, siento que me ayudará mucho a ser más consciente de mi y mis errores, también para poder educar a mis hijas y tratar de que lo que he vivido no les afecte tanto, poder educarlas bien, y quisiera ayudar a más personas con sus problemas.

Todas asienten en silencio, y ella no dice más, porque hacerlo significa abrirse, y para ella abrirse significa ser propensa a ser dañada, prefiere librar sus batallas lo más silenciosas posibles.

-Está dura la cosa, apenas encontraron a una chava muerta ¿no sabes algo? -Dice la tía

-No… -responde ella y su mirada se ve triste, quiere llorar pero se contiene – De eso tengo miedo, de que por más que yo cuide y ame a mis hijas un día me las puedan quitar, o a mi mamá, o un día yo salir y no regresar ¿Qué le van a decir a mis hijas? ¿Cómo puede vivir una madre con el asesinato de su hija? En muchos lados dicen que las encuentran muertas, pero no es una muerte nada más, es un asesinato.

Quiere decir más pero el enojo, tristeza y frustración, agobian su pecho y parece que es difícil respirar y poder articular palabras. Su mamá, despreocupada como siempre, dice que no se preocupe, y ella no puede creer lo ingenua que su propia madre es.

Todas se olvidan un poco del día de la madre y se les une una prima para hablar de todas las “porquerías” que han tenido que soportar en las calles, en el transporte público, con sus familias y que nadie haga nada, el hecho de saber que tu edad, complexión, o estatus, no te libran de ninguna de esas cosas.

Así que ella y sus primas comienzan a enumerar todas las ocasiones que quisieron ser salvadas y sus madres minimizaron sus problemas, o cuando perdonaron una cachetada porque sus parejas se enojaron mucho pero no lo volverían a hacer porque las aman…

Ella va a la cocina y recuerda la última vez que un maltrato dejó de ser permitido; la vez que casi fue asesinada y secuestrada por su propia pareja pero pudo huir, y gran parte de su familia, le cerró las puertas, le gritaron que era una mala madre por salirse de la casa de su esposo, una cascos ligeros, le inventaron acciones y por poco casi pierde la custodia de la niña. Eso es lo que más le duele, que nunca recibió el apoyo que ella necesitaba a pesar de que decía la verdad y solo quería ser salvada del infierno que vivía entre abusos para su hija y ella.

Pero no recibió más que la espalda de 2/3 partes de su familia. Eso para ella fue tomar el control, pero teme no poder salvar a sus hijas de un silbido, de un manoseo en el autobús, de acoso por parte de alguien, teme que algún día, ella no tenga más la dicha de ser madre, teme quedar incompleta, indefensa, teme por sus hijas, llora y se entristece por cada asesinato pues no se imagina cómo sería su vida.

Ella, sobre todo está cansada de vivir con miedo, de vivir alerta, de no poder salir a gusto, de todas aquellas miradas.

-No importa todo lo que sufrí, los golpes que me dieron, el control a mi cuerpo que tuvieron sin mi consentimiento, todo eso lo seguiría soportando, pero no soportaría perder a mis hijas, o a mi madre. Es lo que soy desde que nacieron, ya no soy mía, les pertenezco y por ellas lucho y exijo un mundo mejor.

 

Comentarios

Comentarios