María Elena Maldonado
Seducida por la Navidad, por las brillantes esferas, las series de focos, las guirnaldas de todos tamaños, colores e intermitencias. Hace días que los pinos viajan en los techos de los autos, por las ventanas ya asoman sus decoradas ramas. Me gusta, la respiro, la escucho, la vivo en sus luces, sus colores, su música, las sonrisas de las personas. Aquellos que no la disfrutan deben pasar malos ratos, pues difícilmente pueden escapar de ella, a menos que no salgan a la calle, o viajen a una ciudad, un pueblo en donde no exista está celebración. Siempre es aconsejable la lectura del Cuento de Navidad de Charles Dickens y ver como Ebenezer Scrooge, abandona su amargura después de la visita de los espíritus de la Navidad, pasada, presente y futura. Seguro habrá visto alguna de sus versiones para la pantalla, cada temporada la pasan repetidamente.
Por los que no creen, siento un poco de pena; dicen que la fe es un regalo ¿será que a ellos no les toco? aunque creo que es una falta de apertura a esa sensibilidad que te permite entrar a ese mundo interior en donde el amor te hace percibir esa energía superior. No voy a entrar en discusiones sobre ciencia contra mitología como aquello que el Génesis nos describe, definitivamente esa historia de Adán y Eva, sus hijos Caín y Abel, no explican el origen de la humanidad. Los científicos tampoco han acabado de encontrar el principio de ese todo, cada vez aparecen más partículas de las partículas, vacíos, hoyos negros y anti materia. “El detector ALICE se diseñó para estudiar la física de la materia que interactúa fuertemente en densidades de energía extremas (temperaturas de150 a 250 mil veces más altas que en el centro del Sol). En estas condiciones los protones y los neutrones se “funden”, liberando a los quarks de sus enlaces con los gluones, a lo que se le denomina plasma de quark-gluon”. Una brevísima mención de esos estudios, que comenzaron muchos cientos años antes Cristo, Pitágoras, el matemático griego 300 a.C. puso la Tierra en el centro y ya se conocía la existencia de los planetas, también su movimiento de translación y rotación.
Estoy consciente que muchos perdieron su fe en el camino, pérdidas incomprensibles, terribles, se la acabaron: largas enfermedades, tragedias, muertes sin sentido, la crueldad de la vida es a veces implacable, el comportamiento de los religiosos pederastas. La historia de la humanidad está llena de violencia, guerras, catástrofes naturales, asesinos de todo tipo y conductas absurdas que provocan sufrimiento, esto por supuesto provoca la pregunta ¿Y Dios permite que esto suceda? Es una realidad que lo permite, no tengo la respuesta para el por qué. Aun así sigo pidiéndole cotidianamente que haga este mundo un mejor lugar para todos y nos de la motivación y energía para ser parte de ese quehacer. Los milagros suceden todos los días y casi siempre tenemos muchos pequeños y grandes sucesos positivo para reconocer.
Resulta que en Navidad suceden más de esos milagros, provocados por la magia del amor, viviendo en paz, haciendo treguas permanentes: las hay personales –el vecino, el hermano, el jefe, la suegra- grupales –pandillas, mafias, empresas- e internacionales –entre países. Algunos nos caen mal porque sí: por feos, por sucios, por guapos, por pobres, por ricos… ahora nos ocupa voltear a ver al otro con compasión, al que está solo, al que no tiene; la sonrisa, amabilidad, comprensión, generosidad afloran en una conducta casi generalizada.
Si creer en Dios, en que Jesús, su hijo fue enviado para predicar y mostrar que el camino es el amor, el perdón, el agradecimiento y nos provoca a ser mejores, sólo eso debería ser motivo para volverse cómplice de este suceso y vivir la temporada abierto a celebrarlo. Mis amigos judíos suelen unirse a este festejo y que conste que ellos aún están esperando que venga el Mesías.
Un Arcángel –Gabriel- le trajo la noticia del advenimiento del hijo de Dios a María, la Madre de Dios, un Santo José, cargo con la paternidad del niño que llegaba y ángeles atentos cuidaron su camino. Claro que a nuestra razón no le encaja todo ese suprarrealismo.
Si no puedes con el enemigo únete, ya el personaje de Dickens acaba por rendirse a la Navidad. Qué tal si sólo lo ves como un tiempo en el que el mundo se llena de luces y lindos adornos en el que los amigos, la familia se reúne, dando lo mejor de sí mismos, cocinan delicias, buscan obsequios para provocar sonrisas. Esos que se quedan solos como cualquier otro día, o lo están porque suponen que no hay nadie para reunirse, háganse presentes con algún amigo, algún familiar, vecino y quizá encontrarán un sitio para compartir o encontrarán otro solitario para reunirse. A veces solo necesitamos poner atención o hacer que alguien la ponga. Repetiré un lugar común, la felicidad es algo que uno crea con una actitud positiva, en el peor de los casos, usted puede festejar esa noche sólo, pero puede acompañarse por el espíritu de la Navidad: cómprese un obsequio, adorne su casa, ponga la representación del nacimiento en un lugar sobresaliente, llénela de música y haga algo de su gusto para cenar, también puede ir a un restaurante en donde ofrezcan un menú navideño.
Ojalá todo el año fuera Navidad, aunque dicen que si no vivimos el contraste, no percibimos lo positivo de lo negativo. A mí no me molestaría que la compasión, la bondad, la empatía, la felicidad fueran un estado permanente, vivir en el mundo perfecto. ¿Será verdad que no tenemos la capacidad para ello? ¿Qué necesitamos vivir en el sube y baja de los conflictos, el caos y el horror para apreciar las bondades de la existencia? ¿Será por eso que no supimos mantenernos en al Paraíso, en donde todo era maravilloso?
Como tampoco tengo la respuesta, mejor me acomodo en la paz, la seguridad, la comodidad, la armonía, la tranquilidad, las miradas luminosas, los abrazos, los rostros alegres y definitivamente el amor. Les deseo eso y sólo eso para cada uno de los días por venir.
¡FELIZ NAVIDAD, PROSPERO Y ARMONICO AÑO NUEVO! QUE LA SENSATEZ ABRACE A MÉXICO.
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